El partido de Morales, entre la supervivencia política y la lucha a fondo en las calles
Bolivia enfrenta más de un dilema estos días, pero uno de los menos visibles es el que se dirime en las entrañas del Movimiento al Socialismo (MAS) entre su líder de más de 20 años, que pelea desde el exilio por volver, y la estructura partidaria que quedó atrás y quiere sobrevivir, aun desde la oposición.
Por un lado, el presidente derrocado Evo Morales ha decidido no resignarse al ostracismo de la política boliviana y anuncia desde México que “si el pueblo lo pide” volverá al país para recuperar el poder que le arrebataron.
Esto significa que el pueblo tiene que manifestarse y solo lo puede hacer de dos maneras: en las urnas o en las calles.
La primera opción, al menos en lo inmediato, quedó trunca cuando las Fuerzas Armadas sugirieron a Morales renunciar justo después de que éste hubiera convocado a nuevas elecciones, resignándose ante las denuncias de irregularidades hechas por la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre los comicios de octubre y su victoria en primera vuelta.
La segunda es la que viene creciendo en los últimos días. Lo que empezó con barricadas y protestas grandes de vecinos de El Alto ya se está convirtiendo en multitudes de campesinos e indígenas de esa región y otras que todos los días inundan las avenidas principales del centro de la vecina La Paz, capital y corazón político del país, para exigir la renuncia de la presidenta interina autoproclamada, Jeanine Áñez.
Este fin de semana se les sumarán los cocaleros del Chapare, la cuna política de Morales, quienes ayer fueron brutalmente reprimidos en las afueras de la ciudad central de Cochabamba. Ocho manifestantes murieron y más de 100 resultaron heridos.
La movilización de este sector será clave en la relación de fuerzas entre las protestas y los cordones policiales y militares que mantienen casi hermética la zona lindante a la paceña Plaza Murillo, donde se encuentran la sede de Gobierno y el Palacio Legislativo.
También será clave porque el hombre que dirige esta movilización es Andrónico Rodríguez, el vicepresidente de la Coordinadora de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba y el nombre que aparece con más fuerza como posible sucesor de Morales.
Un dirigente masista de La Paz que pidió no ser identificado dijo a Télam que “en los próximos días Andrónico mostrará qué tipo de líder es y si tiene lo que se necesita para dirigir un partido como el MAS”.
Desde anoche, personas muy cercanas a Rodríguez denuncian que desapareció y temen que haya sido secuestrado.
Si esto se confirma, no solo demostraría que se está obstaculizando de todas las maneras posibles la movilización de los sectores contrarios al derrocamiento y la asunción de Áñez, sino que además se busca evitar una posible reconfiguración del liderazgo del MAS dentro del país.
Nadie en el MAS cuestiona el liderazgo de Morales ni acepta su derrocamiento; sin embargo, esta semana en los pasillos del Palacio Legislativo el temor a una proscripción en las próximas elecciones que prometió convocar Áñez o a una guerra civil en las calles que termine de descarrilar por completo la vía institucional era innegable.
“No queremos que nos pase lo que le pasó al peronismo en el 55”, explicó en confianza un asesor masista mientras corría de una oficina a otra para mantenerse al tanto de las primeras negociaciones entre la bancada mayoritaria en las dos cámaras del congreso y las fuerzas minoritarias que desde hace una semana controlan de facto el gobierno.
Áñez ya amenazó públicamente con la posibilidad de proscribir al MAS en su conjunto en las próximas elecciones y nada de lo que hizo hasta ahora indica que ella y los líderes que la acompañan serían incapaces de hacerlo.
“Al gobierno de facto no le conviene cerrar la Asamblea Legislativa porque quiere mostrarse como un gobierno constitucional, pero nosotros también nos estamos jugando nuestra supervivencia como partido. De facto, somos la oposición ahora y tenemos que empezar a pensar así si queremos llegar fuertes y unidos a las elecciones”, explicó el masista.
No dudó en afirmar que la estructura partidaria que quedó en el país no controla los movimientos sociales que forman la base central del MAS. Tampoco desconoce que Morales optó por la opción de resistir en las calles.
Pero igual, desde la Asamblea Legislativa, el MAS apuesta a cuidar su único bastión en el Estado nacional e impulsar, desde allí, todos los pasos necesarios para convocar unas elecciones generales en el corto o mediano plazo.