Monseñor Aguer, contra los medios, Macri, la izquierda, el Inadi, Tinelli y Angel de Brito
El arzobispo emérito de La Plata formuló duras acusaciones en una nota publicada en un portal católico.
Monseñor Héctor Aguer.
El arzobispo emérito de La Plata, monseñor Héctor Aguer, lanzó cuestionamientos contra los medios de comunicación, el presidente Mauricio Macri, la izquierda y hasta los conductores televisivos Marcelo Tinelli y Angel de Brito.
En una columna publicada en el portal infocatólica, el religioso la emprendió con todos aquellos que, de alguna manera, propagan la “ideología de género”.
Aguer menciona que “se llama constructivismo la teoría gnoseológica y sociológica que afirma que la realidad -incluso el ser humano en su original bipolaridad de varón y mujer- es producto de la evolución de la cultura, del ingenio y la industria del hombre”.
“En términos teológicos equivale a la negación de la Creación, es una rebelión contra ella, no recibimos nada, ya que todo es fruto del devenir histórico; lo hacemos nosotros”, agrega.
“El ejemplo más claro de esta posición es la ideología de género, que altera íntimamente la realidad humana; de acuerdo con esta ficción ideológica en la que culmina la revolución sexual desarrollada en las últimas décadas y acelerada recientemente, no existe una naturaleza de la persona varón y una naturaleza de la persona mujer”, apunta Aguer.
Según indica, “el reemplazo de ‘sexo’ por ‘género’ se ha hecho corriente en el lenguaje, sobre todo por influjo de un periodismo ignaro e ideologizado, y por quienes repiten como loros lo que se pone de moda”.
“Paradójicamente, en una época en la cual se diviniza al cuerpo y se le rinde culto, también se lo desprecia y contradice; la realidad biológica impresa en el cuerpo sería inconsistente. El género se elige según la inclinación subjetiva y el cuerpo es acomodado a la percepción interior mediante cirugía o ingesta de hormonas”, advierte.
Para Aguer, “el ‘colectivo’ que reúne a personas cuyas conductas son hechas públicas y reivindicadas como derechos, intenta que se reconozcan como naturales y legítimas múltiples combinaciones caprichosas en nombre de la no discriminación”.
Enseguida aclara que “todas las personas merecen ser respetadas, no deben ser víctimas de desprecio y exclusión”. “Los cristianos hemos de rezar y hacer objeto de nuestro amor a quienes han sido absorbidos por la manera de pensar y de vivir ‘contra naturam’. Ahora bien, quienes niegan que exista la categoría de lo natural, suelen acusar falazmente de discriminadores a quienes afirman que existe una naturaleza humana de la cual se siguen determinados comportamientos objetivos, que son los propiamente humanos”, sostiene.
“El INADI –apunta– funciona según este lamentable criterio. Quienes profesan la ideología de género discriminan malamente a la única discriminación válida en este ámbito, la que establece la distinción original recogida en las primeras páginas de la Biblia: “Dios creó al ser humano a su imagen… varón y mujer los creó” (Génesis 1, 27). La Sagrada Escritura asume un dato del sentido común: el varón, «ish» en hebreo, es para la mujer, «ishshá», y viceversa (Génesis 2, 18. 21-25); sus cuerpos ajustan el uno en el otro, y también sus almas”.
“Como ya se ha indicado –destaca Aguer– de la naturaleza proceden los comportamientos acordes, que configuran un orden propiamente humano, del que se siguen la ley natural y el derecho natural, que ha sido expuesto por eminentes juristas. Que muchas personas incurran en comportamientos antinaturales, no invalida la realidad objetiva”.
El arzobispo emérito de La Plata afirma que “las conductas que encuentran sentido como expresión física del amor se degradan en la búsqueda prevalente de un placer egoísta, que Freud calificó acertadamente de perverso e impúdico”.
Advierte además que “la propaganda gay es apabullante y va trastornando el cerebro de multitudes, de jóvenes especialmente”, al tiempo que “el relativismo y el subjetivismo dominan en una especie de moral existencialista e individualista, ajena a la dimensión social del ser humano”.
Según interpreta, “el favor oficial promueve estas nuevas orientaciones culturales”. “El presidente de la Nación, hablando en una reunión de mujeres del G20 se jactó de haber habilitado el debate sobre la legalización del aborto, y afirmó que en la Argentina ‘rige transversalmente la perspectiva de género’. Con todo respeto: es probable que no sepa bien de qué se trata”, critica.
“La perspectiva es una manera de ver o representarse las cosas desde un punto; en cambio, el discurso sobre el género es una ideología, un conjunto completo de afirmaciones que pretende interpretar reductivamente toda la realidad humana, y que reemplaza las nociones de naturaleza y de sexo. No me pasó inadvertido este detalle: para la reciente elección, la propaganda del partido o alianza oficial exhibía, subrayando el nombre de la agrupación, una franja con los colores del arco iris. ¿Un alarde de exquisitez estética, o un pícaro guiño al sector del electorado que enarbola esos colores como bandera?”, se pregunta.
Y acota: “Otra ridiculez de la política argentina: la izquierda asume las reivindicaciones de la burguesía, ¿sabrán qué piensan los pobres?”.
Aguer puntualiza que “los medios de comunicación son un factor principal en el intento de cambiar la mentalidad de la gente, a pesar de que el uso anárquico de “las redes” altera un tanto el panorama, para bien y para mal”.
“Otras conductas destructivas son difundidas elogiosamente, como si fueran lo normal, lo que ahora se acostumbra, lo natural. Por ejemplo, se exponen a la curiosidad pública, con lujo de detalles y actualización permanente, los amoríos fugaces de gente de la farándula”, afirma.
Sin mencionarlo, alude a Angel de Brito, conductor del programa Los Ángeles de la Mañana: “Basta desplegar la Sección Espectáculos de algunos diarios, o conectarse con el demonio de la mañana que anda suelto en un canal de televisión”.
Enseguida salta a Tinelli, también sin mencionarlo. “Otro de los principales responsables: el showman con probables posibilidades políticas, que también exhibe en el espectáculo la vida privada de sus bailarines, y promueve entre ellos superficiales emparejamientos; que semejante engendro tenga buen “rating” mide hasta qué nivel hemos caído. No voy a acudir, para explicar este amplio fenómeno, a una teoría de la conspiración, pero -insisto- tales hechos revelan la dimensión de la decadencia cultural en la que se ha precipitado nuestra sociedad”.
Para Aguer, “por fortuna, gracias a Dios, queda gente que se sobrepone a semejante desmadre”. “La naturaleza vuelve por sus fueros, como en algunos casos de hombres convertidos en mujeres, a fuerza de aplicaciones hormonales; con el tiempo asoman pertinazmente rasgos de la virilidad”, compara. “Así también, no se podrá abolir totalmente la realidad; muchas familias “normales” -padre, madre, hijos, matrimonios que duran para siempre-, en silencio, no sin luchas, van edificando el futuro de una sociedad digna de la condición humana”.
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