El Gordo que temió entrar en política y ahora será intendente
El jefe comunal electo nació en Mar del Plata hace 56 años. Su vida dio un giro cuando lo convocó Macri para ser ministro de Justicia porteño. Hace dos años no hubiera imaginado este presente.
“¿Qué hiciste, nene?”, le espetó su madre cuando ingresó en política. Tenía miedo de que su hijo echara por tierra su carrera judicial por un trabajo que no sabía cuánto le podía durar. El también temía quedarse desempleado. Por eso antes de dar ese paso decisivo en su vida les preguntó a sus amigos si alguno estaba dispuesto a darle trabajo si lo echaban. Uno de ellos prometió darle una oficina en su empresa.
Con esas vacilaciones, Guillermo Tristán Montenegro, el hombre que ayer se convirtió en intendente electo de Mar del Plata, se involucró en política hace 12 años. Gabriela Michetti, vicejefa del gobierno porteño, se lo presentó a Mauricio Macri, que gobernaba la Ciudad de Buenos Aires. El ex presidente de Boca le ofreció ser ministro de Justicia y Seguridad. Para asumir, Montenegro renunció a su cargo de juez federal.
Siempre siguió cerca de Michetti, con quien lo une una amistad previa a la política: el ex marido de la vicepresidenta, un productor de TV, le arrimaba denuncias para que las investigara. Por eso la respaldó en 2015, cuando compitió en la interna del PRO –y perdió– con el actual jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
Ese año Montenegro hizo un intento por convertirse en intendente de San Isidro, donde vivía, pero sucumbió en la interna de Cambiemos ante el radical Gustavo Posse. Luego fue designado por Macri embajador argentino en Uruguay. Y en 2017 asumió como diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, sin imaginar que en dos años competiría por la intendencia de su ciudad natal.
El Gordo Montenegro, como le dicen sus amigos, nació en Mar del Plata el 30 de diciembre de 1962. En su infancia correteaba por la Base Naval o jugaba en el Parque Camet. Su padre, que era submarinista, también lo llevaba al estadio San Martín a ver a Boca. Vivió en un edificio de 3 de Febrero entre San Luis y Mitre, y en otro de la Marina en Hipólito Yrigoyen 1846. “Al lado había un baldío y nos prestaban la llave para jugar a la pelota. Yo era muy malo jugando al fútbol, pero me encantaba ir”, suele apuntar.
Siempre se acuerda de que los domingos lo mandaban a comprar pastas con una olla. Y que si se olvidaba el repasador para no quemarse las piernas se veía obligado a poner la olla en el piso para que no se le escaparan los ravioles. Asistió a la escuela N° 1 Pascuala Mugaburu y al Instituto Peralta Ramos, de donde le quedaron amistades marplatenses cuando se fue a Buenos Aires a estudiar.
Siempre le gustó el rugby. De chico jugaba en el Club Mar del Plata. Después fue integrante de la primera división de Liceo Naval y luego ejerció como entrenador del club.
A los 20 años ya trabajaba en Tribunales. “Porque a los 21 se me acababa la obra social”, recuerda. Fiscal federal durante una década, en 2004 asumió como juez nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal. En eso andaba cuando Macri lo convocó.
De su tiempo de ministro el principal logro es la creación de la Policía Metropolitana, en 2010. También el fortalecimiento de los servicios de emergencias a partir del Centro Unico de Coordinación y Control.
En 2011, tras ser reelecto jefe de gobierno, Macri lo ratificó en el cargo. Durante la última campaña memoró esos tiempos: son el antecedente inmediato de su relación con el kirchnerismo en el poder mientras se desempeñaba en un cargo público. Jura que si entonces logró llevar adelante su tarea, ahora, que asumirá como intendente y Axel Kicillof será gobernador y Alberto Fernández presidente, no tiene por qué ser diferente. “Es un trabajo que exige 15 o 16 horas por día. Va a tener que ser así, sobre todo en la primera etapa”, ha dicho. En el hogar también lo exigirán: sus mellizos Martina y Simón, que nacieron este año, no dejarán de demandarlo.
En campaña anunció que recortará el gasto político de la Municipalidad y que su despacho estará en el Centro de Operaciones y Monitoreo (COM). Porque está convencido de que una de las prioridades es la seguridad. Y que eso solo se logra con más pavimentación, más iluminación y una mejora integral de los espacios y los servicios públicos. “Ninguna medida puede ser aislada”, repite el hombre que el 10 de diciembre se convertirá en el séptimo intendente de General Pueyrredon desde el regreso de la democracia.