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Opinión 1 de julio de 2016

Vuelta a las fuentes o atomización: el desafío de la oposición peronista que tendrá su propio segundo semestre

Por Nicolás Poggi

La oposición peronista afrontará durante su propio segundo semestre el desafío de alcanzar la cohesión para enfrentar de la mejor forma al Gobierno en las urnas o mantener la atomización y llegar dividida y sin rumbo a los comicios de medio término de 2017, en una ecuación que favorecería las chances de Cambiemos.
El espectro justicialista atraviesa un período tormentoso ante la necesidad de unificar sus filas en favor del beneficio mayor de iniciar el camino del retorno al poder a través de las elecciones legislativas del año próximo, para las que el PJ se fijó como meta un resultado expectante de cara a 2019.
La imposibilidad de saldar las fisuras internas profundizadas tras la derrota electoral mantiene al peronismo en inferioridad de condiciones en la contienda con Cambiemos, desde donde a su vez las divisiones son fogoneadas al calor de las negociaciones legislativas.
Si el Gobierno obtuviera resultados en su gestión económica, las distintas fracciones del PJ deberán confluir pese a los recelos para dar contorno a una propuesta electoral frentista en línea con la tradición histórica del peronismo, como postulan la mayoría de los portavoces de las divisiones que hoy agitan la convulsionada vida interna justicialista.
Sin embargo, si el macrismo no lograra cumplir con los objetivos fijados para este segundo semestre, las aspiraciones individuales de diferentes exponentes pan-peronistas entrarían en colisión en la puja por representar en clave electoral ese hipotético descontento social.
En ese contexto, las potenciales candidaturas de Sergio Massa, Daniel Scioli, Florencio Randazzo y Juan Manuel Urtubey quedarían lejos de la “síntesis” promovida hoy por las organizaciones de base que se muestran orgullosas de haber dado un paso impensado hace menos de un año: romper con el kirchnerismo.
Ese es el diagnóstico del jefe del PJ, José Luis Gioja, quien diagrama, en silencio y con paciencia de relojero, la conformación de un interbloque legislativo pan-peronista que unifique posturas y despeje el camino para elaborar una propuesta común en los turnos electorales de 2017 y 2019.
Hasta los referentes del kirchnerismo residual ensayan sin pudor la vuelta a las fuentes, en un proceso que comenzó a visibilizarse a escala reducida en los municipios del Conurbano y podría tener su culminación nacional con la reconfiguración de los bloques parlamentarios.
La autonomía exhibida la cúpula partidaria, en la que los gobernadores tienen un rol que hubiera sido inaceptable durante la conducción anterior, generó a su vez una subdivisión en el esquema heterogéneo del Frente para la Victoria: sólo los predicadores del kirchnerismo emocional parecen dispuestos a quedarse afuera de este segundo semestre que diagrama las necesidades del PJ.

(DyN)