“Nos vamos porque no tenemos seguridad”. Con esas palabras se retiraron el año pasado los policías que patrullaban la Escuela Secundaria Provincial 31 y, desde entonces, no volvieron. Los hechos de inseguridad que vive la comunidad educativa del establecimiento ubicado en el barrio Bosque Grande se han convertido en moneda corriente.

En 2015 tenían una matrícula de poco más de 500 alumnos en los tres turnos (mañana, tarde y noche), y este año perdieron 100 estudiantes. En su mayoría los chicos se fueron asustados por los robos que vivían en los horarios de entrada o salida del establecimiento, donde eran interceptados y hasta golpeados.

El viernes pasado la situación se repitió, pero de una manera más violenta. Una profesora del turno noche bajó de su auto y fue interceptada por un joven que le robó sus pertenencias y luego la golpeó quebrándole el tabique. No era la primera vez que en los alrededores y hasta en el mismo patio del establecimiento pasan por una situación como esta. En el 2014 un preceptor también fue golpeado y robado, y en la Semana Santa pasada la situación se repitió con una autoridad.

Puertas adentro, la situación no es la misma. Hay un buen clima. Los chicos aprenden, los profesores dan clases, y todos comparten -con sus idas y vueltas-, gratos momentos. Pero cuando salen, ya nada es igual.

“Los robos a los chicos cuando están camino a la escuela o cuando se van, son recurrentes”, explicó a LA CAPITAL la vicedirectora del turno tarde, Vanesa Martínez, quien hace unos días atrás salió a “recuperar” una campera que había sido sustraída a una alumna.

“La verdad es que no lo pensé, vi que los chicos estaban en la plaza con la campera y se las pedí”, dijo la vicedirectora que, al igual que las demás autoridades, están preocupadas por vivir nuevamente una situación extrema que motiva la suspensión de las actividades sin saber cuándo se retomarán.

Un patrullero para cuatro

“Mantuvimos el miércoles una reunión con la policía en la sociedad de fomento que nos ofreció un patrullero que pase por la zona, pero desde Inspección de Educación nos dijeron que el Consejo Escolar nos tiene que dar las medidas de seguridad para volver a las aulas”, explicó Martínez.

Vale decir que el mismo patrullero que la Comisaría 16ª pone a disposición, también hace rondín en las Escuelas Media 19, Secundaria 69 del barrio Las Heras, y Primaria 53, lo que revela que es casi imposible “dar seguridad” a cuatro escuelas en los horarios de ingreso o egreso, que son los más conflictivos.

En medio de la incertidumbre por no saber cuándo se retomarán las actividades, las autoridades pusieron en marcha el plan de contingencia que permite que los alumnos sigan recibiendo los contenidos, actividades y no pierdan clases.

“Acá, como siempre, dependemos de la buena voluntad de preceptores, profesores y de nosotros también. Todos ponemos nuestro granito de arena para que los chicos sigan teniendo clases a pesar de no ir a la escuela”, comentó la vicedirectora.

Sin teléfono, sin cerco perimetral, sin seguridad, la escuela y su comunidad están “a la buena de Dios” y eso “duele mucho”. Así lo entendió Martinez quien dijo: “Tiran abajo todo el esfuerzo que se hace para que los chicos estén bien dentro de la escuela y aprendan”. A lo que añadió: “Uno prefiere estar en el lugar de trabajo y no en esta situación, con interrupciones que no nos ayudan en absoluto ya que trabajamos todos los días para mostrarles a los chicos lo importante que es la educación”.

La situación es de incertidumbre. No hay fecha fijada para un encuentro entre el Consejo Escolar, autoridades municipales, policiales y del establecimiento, para establecer un plan que permita a los chicos volver a las aulas. Mientras tanto, la buena predisposición de muchos actores educativos posibilita que los chicos sigan recibiendo los contenidos para no perder el trimestre. Pero la pregunta es: ¿Hasta cuándo?