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Opinión 30 de junio de 2016

La ciudad y los desafíos de crecer desde la producción y la industria

Por Juan Manuel Cheppi (*)

Los modelos económicos y las decisiones políticas que llevan adelante las distintas gestiones de gobierno en el país generan contextos que suelen tener consecuencias directas en la escala de necesidades, problemáticas y potencialidades de los diferentes distritos. Así, a medida que las características de los escenarios económicos y sociales se transforman a nivel nacional y provincial, ya sea favorable o desfavorablemente, las problemáticas de los municipios varían también.

El Partido de General Pueyrredon, sin embargo, a causa de su historia y de los modos en los que se ha desarrollado desde sus orígenes, mantiene la misma problemática central desde hace décadas: La falta de oportunidades de trabajo para contener a una población creciente.

Desde su nacimiento, Mar del Plata se ha posicionado en el mapa nacional como un gran polo turístico y ha centrado su actividad económica en esa característica. Pero desde hace ya muchos años, la falta de una planificación apropiada que acompañe su crecimiento demográfico, la ha convertido en una ciudad que no tiene el desarrollo industrial y productivo suficiente para brindar posibilidades a todos sus habitantes.

Esta situación genera una problemática severa: En contextos económicos nacionales e internacionales favorables, sus índices de crecimiento siempre quedan por debajo de la media; y lo que es aún más preocupante, en escenarios económicos adversos, el aumento en los niveles de desocupación y pobreza superan al del resto de los distritos del país.

El cambio de gestión de gobierno desde el 10 de diciembre de 2015 después de doce años de permanencia de un mismo modelo, está llevando a la Argentina a un giro profundo de la política macro y microeconómica y por ende, a una transformación vertiginosa en los modos en los que vive la gente. Atravesamos una etapa de cambio en las líneas político-ideológicas que definen el rumbo del país, y que en el desarrollo de este primer semestre del año presenta consecuencias al alcance de la vista de todos: Caída del empleo, un nivel de aumento de salarios muy por debajo de los índices de inflación con una consecuente pérdida del poder adquisitivo, grandes aumentos en las tarifas de los servicios básicos y los productos de consumo, transferencia de ganancias de los sectores medios a los grandes grupos económicos concentrados, y la promoción de importaciones con una desprotección de las economías regionales y una fuerte caída en el crecimiento de la industria nacional.

Todos estos aspectos, entre otros, han generado un impacto negativo, sobre todas las cosas, en el bolsillo de la gente. Y en el sentido en el que mencionaba anteriormente, en Mar del Plata las consecuencias se empiezan a notar con más rapidez que en otros lugares del país.

Todas las marcas y cervecerías que existen en la ciudad son pequeñas y medianas empresas o microemprendimientos productivos; fundados y gerenciados por emprendedores independientes que no pertenecen a grupos inversores locales ni extranjeros.

La respuesta en el ámbito marplatense frente esta situación no puede hacerse esperar y debe ser contundente. El impulso y la gestión de políticas públicas y medidas legislativas a nivel municipal tienen que estar orientadas a fortalecer fuertemente la producción y la industria local, reconociendo la potencialidad de los diferentes sectores pujantes capaces de dinamizar los circuitos económicos y generar un crecimiento en la capacidad productiva y la generación de puestos de trabajo.

El caso de la producción de cerveza artesanal, que está siendo abordado actualmente desde la Legislatura Provincial, es ejemplificador.

Esta actividad comenzó a desarrollarse en la ciudad en 1998 y desde entonces ha registrado un crecimiento sostenido que ilustra el potencial del sector: La producción total en el primer año fue de 40 mil litros mientras que la de 2015 fue de más de 3 millones, y la cantidad de empleos registrados en el sector aumentó de veinte a 800 en diez años. Hoy Mar del Plata fabrica el 30% del consumo de cerveza artesanal a nivel nacional, el producto representa el 20% del consumo en bares y restaurantes locales, y cuenta con dos de los principales fabricantes de equipos y proveedores de servicios de ingeniería para cervecerías artesanales del país.

Pero la característica sobresaliente de esta actividad es que todas las marcas y cervecerías que existen en la ciudad son pequeñas y medianas empresas o microemprendimientos productivos; fundados y gerenciados por emprendedores independientes que no pertenecen a grupos inversores locales ni extranjeros.

Atender desde el Estado a las demandas de sectores productivos como este facilita, como primera medida, el camino de la autogestión de fuentes laborales en un escenario de fuerte adversidad para la clase trabajadora. Y el impacto no se queda dentro del campo de la producción cervecera, sino que se traslada a otros sectores económicos de la ciudad: Amplifica beneficios de una cadena de industrias que intervienen en el proceso de producción dinamizando el circuito, aumenta el porcentaje de recaudación de los entes estatales, incrementa el mercado formal y comercial y enriquece la oferta al turismo local.

La experiencia de este sector se condice con la memoria colectiva de una ciudad que supo ser industrial y productiva, y con un fuerte espíritu emprendedor común a los marplatenses. Es un ejemplo para acompañar y poder replicar en el sector de la pesca, los astilleros, la metalmecánica, lo textil, el software y demás actividades con potencial en lo local. En épocas de crisis y recesión, es indispensable explorar toda herramienta de impulso a la producción, la industria y el trabajo. Porque las variables económicas, lejos de ser sólo números fríos y estadísticas en un informe, son las que dan forma a una realidad que cada uno de nosotros debe afrontar todos los días.

(*) Diputado Provincial por el Frente para la Victoria
Licenciado en Sociología



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