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La Ciudad 27 de junio de 2016

Jesús de Galíndez, vida y misterio

Muchas calles de la ciudad tienen nombres cuyo significado no siempre conocemos. A partir de esta serie de notas revelamos las historias que encierra nuestra nomenclatura urbana.

Por Carlos V. González Rivero

Las calles, en muchísimas poblaciones de nuestro país y del mundo llevan un nombre. Hay ciudades y pueblos cuyas calles, e incluso avenidas, son numeradas y los primeros ejemplos que me llegan a la memoria son La Plata y las vecinas Balcarce, Necochea, Miramar y Villa Gesell.
Pero el motivo de este trabajo son los nombres. Muchos de ellos son comunes a casi todas las poblaciones argentinas: Asistencia perfecta para San Martín, Belgrano, Moreno, Sarmiento, Mitre, Rivadavia, Yrigoyen y una veintena más de próceres que ponen siempre la cara o mejor dicho la chapa. Cuando se agotan los próceres nacionales, se acude a los provinciales y a los locales, entre los que seguramente se incluyen caudillos regionales, el fundador, el primer intendente, los pioneros, algún trascendente personaje nacido allí, etc. Por supuesto que en la medida que el pueblo o la ciudad son más grandes, y por lo tanto tienen más calles, hay que ampliar el abanico y la imaginación y entran seguramente las provincias, algún país importante en nuestra historia, las batallas de las guerras de la Independencia, escritores y otros beneficiarios. También hemos visto pequeñas poblaciones muy identificadas con el medio ambiente cuyas calles llevan nombres de árboles, flores, pájaros, ríos y caciques, pero son los menos.
Mar del Plata, como gran ciudad que es, tiene de todo: próceres, lugares, ciudades, pioneros, batallas, fechas, provincias, países, vegetales, animales, aborígenes y hasta números.
El propósito de este trabajo es describir geográficamente la calle, avenida, paseo etc., y a la vez conocer a la persona, lugar, fecha o circunstancia que le dio el nombre. Por ser tal vez redundante no profundizaré demasiado en aquellos personajes históricos que toda la argentinidad conoce desde siempre, pero sí en aquellos que, si bien son conocidos, no tenemos del todo claro los aspectos de su vida y de su obra o tal vez por tener vidas dignas de un filme.
Lo mismo es válido para fechas y lugares: no necesitan demasiada explicación 25 de Mayo o 9 de Julio, pero tal vez un poco más 3 de Febrero o 20 de Septiembre, así como se explican por si solas ciudad de Dolores o Tandil, pero no tanto Udine o Friuli.

El trazado fundacional

Pero, ¿por dónde empezar? Por simple lógica voy a comenzar por lo que considero la planta principal, el trazado fundacional ampliado, con los límites actuales: Al sudeste naturalmente el mar, al sudoeste uno ya centenario como la Av. Juan B Justo que separaba en otros tiempos Mar del Plata del llamado Pueblo Peralta Ramos, al noreste la calle Río Negro, donde las calles cambian de nombre y al noroeste la Av. Champagnat, que no es “nuestra Gral. Paz” ya que mas allá de ella sigue la ciudad extendiéndose, por ejemplo, hasta 6 km por la avenida Luro.
Siguiendo un orden a partir del mar y obviando ex profeso al Boulevard Marítimo Patricio Peralta Ramos al que más adelante describiré, me pareció interesante inaugurar estas entregas con el Paseo Jesús de Galíndez. Este paseo, nace (y digo nace porque lo voy a describir según el actual sentido de circulación, de sur a norte) en Cabo Corrientes como una bifurcación hacia el este del Bv. Marítimo. Serpentea bajando por el cabo, bordea Playa Varese, llega al Torreón del Monje y desde allí se prolonga hasta casi chocar con la Pileta Cubierta.

¿Quién era Jesús de Galíndez?

Fue un peculiar personaje que no estuvo relacionado ni con Mar del Plata ni con la Argentina. Nació en Madrid el 12 de octubre de 1915. Su madre, María Suárez Romarete, murió a los 11 días de dar a luz. Jesús en consecuencia fue criado por sus abuelos en Amurrio, localidad de Alava en el País Vasco, de donde era oriundo su padre, Jesús de Galíndez Rivero, oculista que ejercía su profesión en Madrid. Una vez terminada la educación primaria su padre lo llevó a Madrid para que complete sus estudios en el internado jesuita Nuestra Señora del Recuerdo.
Inclinado desde muy joven a la literatura sobre todo la relacionada al derecho y a la cuestión del País Vasco, se gradúa en Derecho en 1936 en Madrid donde lo sorprende la Guerra Civil y es testigo de la represión en la retaguardia republicana desempeñándose como delegado del Partido Nacional Vasco y ocupándose de sus paisanos presos y desaparecidos.

Asilo y exilio

Al final de la Guerra logra asilarse en Francia y casi inmediatamente pasa a República Dominicana gracias a contactos previos. Allí fue delegado del Gobierno Vasco en el exilio y se dedicó a la docencia, teniendo entre sus alumnos al hijo del dictador dominicano Rafael Trujillo. En 1946 se traslada a Nueva York tras el asesinato de un huelguista por parte del régimen de Trujillo.
En Nueva York, como miembro de la representación vasca, logra la condena de la ONU al régimen franquista. Es nombrado profesor de Derecho Público Hispanoamericano en la Universidad de Columbia escribiendo varios trabajos políticos y socioeconómicos.
Las buenas relaciones con el hijo del presidente Roosevelt posibilitan su cooperación con el FBI y la CIA hasta que en 1953 los EE.UU. reconoce al gobierno franquista. Ahí las cosas cambian para Galíndez ya que los EE.UU., una vez aniquilado el nazismo y reconciliado con el franquismo sólo atiende al peligro comunista y para eso, él ya no era necesario.
Se licencia en Filosofía en la Universidad de Columbia presentando la tesis “La era Trujillo: Un estudio casuístico de dictadura hispanoamericana”. Fue su sentencia de muerte, ya que el régimen de Trujillo antes de su publicación ordenó su secuestro en su domicilio de Nueva York contratando para la ocasión a un ex agente del FBI y la CIA. Desapareció el 12 de marzo de 1956. El cuerpo jamás fue hallado.



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