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Interés general 14 de septiembre de 2019

Una cátedra universitaria ya estudia una nueva y fuerte identidad global: los itálicos

Durante tres jornadas, del martes al jueves de la semana que concluye, el sociólogo italiano Riccardo Giumelli ofreció seminarios en el aula Silvia Filler del rectorado con una visión alentadora sobre el potencial de los itálicos, es decir todos aquellos que adhieren al estilo italiano, sean ciudadanos italianos o no.

Riccardo Giumelli, sociólogo italiano, cuando presentó la cátedra abierta sobre "Italicidad" en el NH Gran Hotel Provincial.

Por Oscar Lardizábal

La cátedra abierta sobre “Italicidad”, destacada por medios de Buenos Aires e italianos como la primera en todo el mundo, se inició esta semana en la Universidad Nacional de Mar del Plata con tres seminarios dictados durante sendas jornadas por el sociólogo Riccardo Giumelli, de la Universidad de Verona.

“Italicidad”, “itálicos”. Palabras, conceptos, relativamente nuevos que ya conviene aclarar. Fueron acuñados décadas atrás, en principio sin mayor repercusión, por el político y pensador Piero Bassetti.

“Los itálicos son –definió Bassetti–, más allá obviamente de los italianos, todas aquellas personas que aún sin tener el pasaporte italiano, hablan el italiano como lengua de familia, y son también itálicas aquellas personas que, en cualquier parte del planeta, se reconocen, por trabajo y simplemente por placer, con uno o más aspectos del reconocido y atrayente estilo italiano”.

Mientras que los italianos en la misma península suman 61 millones de personas y los ciudadanos italianos en el mundo alcanzan a los 4,2 millones, los itálicos, así definidos por Bassetti, alcanzarían hoy la impactante cantidad de 260 millones de personas distribuidas por todo el mundo. Un producto fenomenal de la “glocalización”, esto es el proceso de globalización hibridado por lo local.

Destacó Giumelli en el Aula Silvia Filler del Rectorado: “Todas esas personas, conectadas informáticamente, movilizándose todo el tiempo, compartiendo sentimientos, valores, patrimonio cultural, van conformando una civilidad (aún más: podría decirse una civilización), que sería la segunda a nivel mundial después de la china.

Repercusión mediática

Con la coordinación del vicerrector Daniel Antenucci, y el trabajo de los profesionales y académicos de la Argentina y de Italia, Alfredo D’Ambrosio, Bettina Favero, Juan Pablo Morea, Fabio Porta, Domingo de Tullio, el dirigente de la comunidad italiana marplatense Alberto Becchi y el desarrollo de las exposiciones a cargo del mencionado Giumelli, los seminarios inaugurales fueron presentados con los títulos técnicos de “Glocalizzacione, Italicità e Made in Italy”.

Con menos tecnicismos, el diario turinés La Stampa supo reflejar la sorpresa grata que en la misma Italia, donde como diría Giumelli en general no se sabe del orgullo de los italianos en el exterior, producen iniciativas como la de esta nueva cátedra abierta. Ese diario encabezó un destacado artículo subrayando que “en Mar del Plata, en la Argentina, se inició el primer curso universitario sobre nuestra genialidad creativa”, para luego citar en el texto a nuestra ciudad como la “Rímini argentina” y como la “hermana” de San Benedetto del Tronto, la localidad marquegiana de la que partió la familia Contessi.

La lengua y todas las manifestaciones italianas, que avanzan por el mundo muchas veces de forma independiente a los estímulos o indiferencias de la misma Italia, determina, de acuerdo a una reciente encuesta conocida en los Estados Unidos, que la cultura itálica sea la más influyente a nivel global, relegando a ser segunda y tercera a las de Francia y Norteamérica.

En las dos primeras jornadas, Giumelli tuvo la habilidad de presentar con simplicidad las ideas principales de los más relevantes pensadores del tiempo actual (entre otros Bauman, Robertson, Appadurai, Huntington, Meyrowitz, Thompson, Castells, Harari, Parag Khanna), y sus visiones teóricas sobre el devenir humano, que oscilan entre el pesimismo y el optimismo.

“La conectividad es el destino”

Inclinado más al optimismo, sin duda, y aún reconociendo dramas y amenazas del presente que se proyectan al futuro, el sociólogo italiano hace suya la proclama del indoamericano Parag Khanna: “la conectividad es el destino”. En efecto, Khanna identifica en el planeta 50 conglomerados de ciudades, interconectadas, creciendo, y gestando ya una “Pax Asiática”, en tiempo más una “Pax Africana” y haciendo ilusionar con una “Pax de Medio Oriente”, que aleje por siempre los fantasmas de una inconcebible III Guerra Mundial.

En este marco de “ciudadanía on line”, y de conformación de grupos de interés, sin fijación territorial pero integrados, gracias a las redes informáticas, por millones y millones de personas, a los itálicos los une y les da nueva identidad un imaginario que conforman la gastronomía compartida, una lengua hasta calificada de “inútil” de frente al inglés, pero atractiva, sugerente y placentera, una historia y un presente de cinematografía con escenas que prácticamente son patrimonio universal, y el faro que suponen en el mismo territorio italiano el medio centenar de lugares declarados patrimonio de la Humanidad.

Párrofo final para otra marca grabada en el imaginario universal: el Made in Italy; para algunos observadores hoy amenazado tanto por el pase a manos no italianas de las marcas más prestigiosas, como por las malas imitaciones y hasta falsificaciones en el exterior.

También optimista en este tema, Giumelli no cree, como la ha dicho en su libro “Itálicos”, que el Made in Italy esté muerto o en serias dificultades. Por el contrario, afirma que “goza de buena salud”, y explica que “hoy, en la era de la interconectividad, del internet de las cosas, de los transportes velocísimos y de bajo costo, con la movilidad constante de las personas y de las empresas traspasando las fronteras de los Estado-Nación, no todos los productos Made in Italy son hechos en Italia”.



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