Entre las cantautoras y escritoras argentinas hay dos mujeres que se destacan por su capacidad de diagnóstico cultural, sus bellas y reveladoras poesías y sus compromisos sociales: Eladia Blázquez y María Elena Walsh. María Elena nació en Ramos Mejía en 1930. De abuelos londinenses, a los doce años ingresó a la escuela de Bellas Artes de Barracas y a los quince publicó su primer poema en la revista El hogar, a los diecisiete editó su primer libro, Otoño imperdonable, segundo premio municipal de poesía, recibiendo elogios de Jorge Luis Borges, Juan Ramón Jiménez, Silvina Ocampo, entre otros. Se recibe de profesora de dibujo y pintura viajando a Estados Unidos, Maryland, por invitación de Juan Ramón Jiménez.
En 1951 inicia una relación afectiva y artística con la artista tucumana Leda Valladares, con quien reside un año después en París. Allí conocen a la chilena Violeta Parra con la que elaboran un álbum de canciones de raigambre latinoamericana.
En 1956 regresan a Buenos Aires realizando una gira por el noroeste recibiendo el reconocimiento del Cuchi Leguizamón, Manuel Castilla, Atahualpa Yupanqui, y María Herminia Avellaneda, quien las lleva a un concierto al Canal 7. En esos tiempos María Elena comienza a componer canciones infantiles llevadas prontamente al teatro, son momentos del auge de un nuevo folklore a través del nuevo cancionero de Mercedes Sosa y Tejada Gómez, Los Huanca Hua de los Farías Gómez y Astor Piazzolla. Durante la dictadura militar decide no cantar más en público pero produce sus canciones más fuertes y comprometidas: como la cigarra, Los ejecutivos, que parece escrita para Mauricio Macri: “¡Ay!¡qué vivos son los ejecutivos!/qué vivos que son,/del sillón al avión,/del avión al salón,/del harén al edén,/siempre tienen razón/y además tienen la sartén por el mango/y el mango también.”
En 1979 publica en el diario Clarín Desventuras en el país jardín de infantes que se convertirá en un libro. Como articulista tuvo gran recepción el rescate de la letra ñ, tan nuestra y desterrada de internet. En sus últimos años recibió muchas distinciones muriendo a los 80 años, al lado de su compañera Sara Facio. Fue despedida con palabras de Eduardo Falú. Su himno sigue más vivo que nunca: “Cantando al sol como la cigarra/después de un año bajo la tierra,/igual que sobreviviente/que viene de la guerra.”
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