Por Ariel Bordaisco*

Cuando te acordás exactamente de lo que estabas haciendo, o dónde estabas, un día específico de hace 7 años es porque ese día pasó algo que te marcó, que te conmovió, que se metió en tu historia. Me acuerdo muy bien de aquella mañana del 5 de agosto de 2012, cuando me avisaron que se había muerto Elio.

Fue una persona trascendente. De los que provocaba admiración en los mayores y era inspiración para nosotros que estábamos comenzando en la política. Yo tenía 15 años cuando lo vi asumir por primera vez la intendencia y escuché su mensaje. Sin duda algo pasó ahí, algo que no podía explicar entonces, pero lo veo muy claro hoy, que ya no está.

Y es que su principal herramienta fue la palabra. Cada una de ellas dejaba huellas imborrables. Alguna vez lo escuché decir: “Las palabras siempre son testimonio para recordarnos mañana cuando nuestros actos sucedan a nuestros dichos, cuánto de igualdad hay entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos”. Así, claro y profundo era Elio.

Durante su vida pública hizo todo lo que sueña un dirigente político: desde su juventud como dirigente estudiantil, hasta ser intendente de la ciudad, convirtiéndose en protagonista de los momentos que le tocaba vivir. Su Plan Mar del Plata 2000 fue el hecho distintivo de su gestión. Reconocido internacionalmente como un ejemplo de plan de gobierno, diseñado por él mismo, decidido por los vecinos por medio de una consulta popular y soportado por dos valores que no son tan frecuentes como quisiéramos: el compromiso ético del intendente y la confianza del pueblo de Mar del Plata.

El plan contenía 24 obras significativas que incluía la infraestructura turística, productiva, urbana y de saneamiento de Gral. Pueyrredon y era financiado por los vecinos a través de una sobretasa. Durante su mandato se construyeron más de una docena de edificios escolares con presupuesto propio. Se superó el 80% del ejido urbano de aquel entonces con el servicio de agua y cloacas. Se produjeron intervenciones urbanas significativas como la Plaza del Milenio y la Plaza del Agua. Se reconquistó el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.

A medida que pasa el tiempo se resignifica su gestión, no sólo en el recuerdo sino como modelo para encaminar el futuro. Solía decir “hay que hacer política en defensa propia”, con lo que invitaba a la comunidad a intensificar su participación e influencia en la cosa pública entendiendo que el mejor camino era el del amplio consenso.

¿Cómo no te va a marcar un hombre así? A 7 años de su desaparición física decidimos ponerle su nombre a la Escuela de Formación Política que iniciamos en el Comité radical. Esa elección no es simplemente un homenaje, es una declaración de principios. El futuro dirigente radical debe reconocerse en su ejemplo. Gran tarea nos propusimos, pero ninguna otra estaría a la altura del gran Elio.

*Concejal Juntos por el Cambio
Presidente de la UCR de Mar del Plata y Batán