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Arte y Espectáculos 19 de junio de 2016

María Creuza se presenta esta noche en el Roxy

"Clásicos" es el título del espectáculo musical que presentará esta noche y con el que la gran cantante brasileña pretende viajar en el tiempo. Recuerdos, "saudade" y maternidad.

La mujer morena de ojos grandes pronuncia como nadie la palabra “saudade”. La dicción más dulce de una bahiana nativa que ahora vive en un barrio cercano a Copacabana, en Río, y que no se cansa de defender su oficio. “Es una gran responsabilidad cantar, mi bandera y mi oficio es cantar, cantar es una gran demostración política, prefiero que me consideren por el lado musical”, asegura tan cálida y en un castellano auténtico María Creuza.

No habla por qué sí de “saudade”. “No sé cómo explicarte qué quiere decir saudade”, confiesa a LA CAPITAL.

Cercanas están la nostalgia, la melancolía, la añoranza, los atardeceres en el mar en una tarde de verano. Aunque “Saudade” podría ligarse a “unas ganas de volver a ver o a sentir un momento especial de la vida”, sigue Creuza, quien sabe que ese concepto bien podría ser fundacional de la bossa nova, un género musical que la tuvo y la tiene como protagonista. Los especialistas señalan que la canción “Chega de saudade” inaugura el estilo más celebrado de Brasil, el que sedujo al mundo y a los músicos del mundo.

Ahijada artística del poeta y compositor Vinicius de Moraes, María volverá a Mar del Plata esta noche, para ofrecer “Clásicos”, un espectáculo en el que repasará las grandes canciones que marcaron su vida y las vidas y las historias de tantos (a las 21.30 en el escenario del Roxy, en San Luis 1750). Un recorte generacional, una puerta de entrada, un viaje en el tiempo a eso que se fue y que ya no vuelve. Sí, “saudade”.

Ella atribuye ese extraordinario poder de la música a “la magia de las canciones de Vinicius”. Y confiesa: “La música marca mucho ese tipo de memoria. Muchas veces después de los recitales se cuentan historias maravillosas, de desamor, de alegría, de tristezas que marcaron la vida, es muy importante para mí saber que a través de mis temas he acompañado a tantas personas. La poesía de Vinicius es muy fuerte, tiene palabras positivas, explicativas…”

– ¿A pesar del idioma, los argentinos se sienten identificados?

– Muchas veces trato de comunicar lo que voy a decir o lo que estoy cantando.

– Dónde radica la magia de Vinicius, ¿en su poesía, en sus armonías, en sus melodías?

– La armonía y la melodía fue muy importante para la bossa nova, creo que esas riquezas de armonías conquistaron el mundo. Pero la magia está en sus letras, en las poesías y en la forma en que Vinicius hablaba y explicaba sus vivencias y el alma humana.

– ¿Qué tanto la afecta la “saudade”?

– La nostalgia siempre está, pero no extraño, no quiero volver a aquel momento inicial, no, vivo este momento presente y disfruto del hoy, me da una especie de alegría saber que fui parte de eso. Puedo tener “saudade” en algún momento especial, pero no es que quiero volver a aquello, al contrario.

Bohemia complicada

Dice que intenta el ejercicio del silencio para cuidar su voz, que el cansancio deja marcas horribles en su garganta y que, si tiene que hablar, elige no hacerlo de modo estridente. Y tiene aún frescos los recuerdos de finales de los ’60 y principios de los ’70 cuando pisó Mar del Plata invitada por Vinicius, quien le insistía en que viniera a cantar a La Fusa, aquel escenario mítico que reunió a destacados artistas durante las entonces larguísimas temporadas de verano.

“Fue un momento muy especial, me iba a quedar un mes y me quedé casi tres meses y me marcó mucho”, recuerda y actualiza lo complicado de aquella bohemia. María tenía a sus tres hijos muy chicos. “Cuando tengo la oportunidad comento que siempre lo más difícil fue cuidar de mi familia y cuidar de mi trabajo y estar pendiente de que todos estuvieran bien, porque los tiempos son siempre bastante complicados y uno trata de ser madre y artista y es duro, pero parece que logré llevar eso, en ese momento era más joven, tenía más energía y podía llevar todo tranquila”, sigue.

Es que los viajes suponían un traslado sola, sin sus pequeños. “No podía llevarlos conmigo, los dejaba con mis empleados, lo más difícil era la necesidad de estar pendiente de mi casa, como mujer y como madre, era sacrificado. Muchas veces yo pensaba que me iba por una semana y me quedaba quince días. En esa época me preocupaba mucho por el equilibrio de estos chiquitos”.

Hoy, se sabe satisfecha de los logros que obtuvieron sus tres hijos. El más grande es un dibujante y artista plástico que vive en Estados Unidos, la única mujer se dedica a la publicidad en Río y “escribe muy bien” y el menor es dueño de un comercio vinculado con los insumos electrónicos.

Sin dejar la calidez, no elude hablar de las vicisitudes de su tierra, un país “grande y lindo” cuya presidenta Dilma Rousseff fue recientemente separada de su cargo por presuntas irregularidaes, una maniobra que también supone irregularidades. “Sacaron a la presidenta que fue elegida por el pueblo. Es todo muy triste. Estamos todos muy angustiados, la mayoría de los brasileños esperamos que las cosas cambien, que se encuentre un camino para demostrar confianza en los politicos, cosa que es muy difícil porque el poder y el dinero cambian al ser humano”.