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Opinión 25 de julio de 2019

Boris Johnson, el “Doble de riesgo” de Donald Trump

Boris Johnson. Foto: EFE | EPA | Andy Rain.

Por Raquel Pozzi

La elección del nuevo primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, es la noticia que circula ampulosamente por los medios globales, no por sus aptitudes políticas (por cierto muy cuestionadas por algunos sectores) sino por las implicancias que generan su elección con respecto a la ruptura abrupta del débil cordón umbilical que sostiene al Reino Unido con la UE hasta el 31 de octubre respecto del  Brexit. Si bien varios analistas vaticinaron el resultado electoral por diversos factores, no obstante la realidad política genera sobresaltos. La gran mayoría de la opinión pública pone el foco en la caótica ruptura con la UE a través del “Brexit duro”.

No obstante las alarmas rojas que en su momento fueron subestimadas por el establishment político británico hoy Boris Johnson debe generar espacio de negociación con la Unión Europea a la cual no le apetece ningún atisbo de acuerdos o consensos,  ya que el veredicto fue emitido en tiempos de Theresa May. Sin tiempos físicos  Boris J. asume en el mismo momento que  la Unión Europea entra en receso y recién en septiembre el premier británico podrá plantear alguna pauta resolutoria teniendo en cuenta que la fecha límite es el 31 de octubre.  Ordenando las piezas recordemos que las naciones constitutivas del Reino Unido son: Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte que en bloques diferentes y por razones diferentes  aclamaron la frase popularizada del asesor de Bill Clinton, James Carville ¡Es la economía, estúpido! Con la intención de posicionarse frente al fenómeno del Brexit.

La  división regional post-referéndum del Reino Unido en dos partes fue: por un lado, Inglaterra y Gales por “out” cuyos fundamentos se cernían sobre el desvío de aportes desde Gran Bretaña  a la comunidad europea y por el otro lado, Escocia e Irlanda del Norte por el “Remain” beneficiados por sentar sus bonanzas económicas en la libre comercialización con la UE.  Escocia crece en gran parte gracias al enorme volumen exportable de whisky e Irlanda del Norte aporta a la economía europea con servicios relacionados con el software. Ahora bien, la pregunta es ¿Dónde se posicionó Boris Johnson? La respuesta: El primer ministro penduló entre el “out” y el “Remain” según los vientos insuflados en la indecisión dentro del Westminster y la mirada vidriosa del Palacio de Buckingham, pero la postura que lo llevó a ser nombrado como primer ministro fue la del Brexit duro, por lo tanto su candidatura dependió exclusivamente de su habilidad acomodaticia.

¿Amigo leal en el castillo real?

Es interesante detenerse a observar el panorama global y encontrar ciertos cabos “atados con alambre”. Boris Johnson se ha ganado el mote de populista pero su gran aliado el presidente de los EEUU D. Trump  lejos está de tener intenciones claras en resolver los problemas estructurales económicos que podría dejarle el “Chaotic Brexit” (Ruptura caótica) Podríamos expresar que le otorga mayor  funcionalidad al primer ministro ser catalogado como populista y nacionalista que los efectos positivos financieros que esa fórmula teórica pude dejarle al Reino Unido, ¿se entiende? La clase política va por un carril y el Estado conjuntamente con la sociedad civil por otro.

Construir un andamiaje económico divorciado de la Unión Europea, no es nada fácil y mucho menos para quien ha detentado en tiempos pasados la imagen de gran potencia y de Imperio. La postura euro-escéptica del primer ministro, líder de los conservadores intentará emular actitudes de su leal amigo pero tendrá que lidiar con sus impulsivas expresiones tales como “vamos a trabajar en un nuevo acuerdo, un mejor acuerdo” lo que deja entrever que no será un camino plano el que deberá recorrer entre septiembre y octubre de este año, seguramente asistiremos a shows rimbombantes con argumentos bien diagramados del mejor actor del año y su aliado fiel el presidente D. Trump.

No habrá New Deal (Nuevo Trato) como en las épocas de F. D. Roosevelt quizás haya más posibilidades de un No Deal, y ese es el temor de las empresas a quien Boris Johnson ha dejado más preocupadas al manifestar que “no son las decisiones las que causan problemas sino la negativa a tomar decisiones” por eso habrá que tener en cuenta la disociación entre la palabra y la praxis porque la situación no es tan resolutiva como se cree. Sin embargo otros problemas son los que pueden generar alivio al Reino Unido al tener como amigo-aliado a D. Trump y es la situación en el Golfo Pérsico, allí es donde ser aliadófilo norteamericano puede gestionar en favor de la economía británica. Los estrechos geográficos más importantes como Ormuz y Gigraltar se  han transformado en la carta de presentación de cómo disciplinar en el continente azul.

Factores no menos importantes.

Aunque The Royal Navy no esté en su etapa de esplendor, la afamada marina británica tiene otro prestigio que a los EEUU de D. Trump le interesa y son sus bases y apoyos en el planeta azul, más allá de los países que integran el Commonwealth –Sudáfrica, Australia, Nueva Zelanda y Canadá- Islas y otros espacios territoriales no menos importantes son custodiados por la marina británica y ese es el tesoro al que aspira EEUU. A Boris Johnson será fácil alimentar su egolatría y convencerlo que el estado que el gobierna  todavía goza del status “Britania rules the waves” (Gran Bretaña domina los mares) una quimera desde el punto de vista pragmático pero certera para los rasgos narcisistas que comparten tanto Trump como Johnson.

De Trafalgar y  la Segunda Guerra Mundial a la actualidad la realidad es que el Reino Unido se ha transformado en la potencia de segundo orden a nivel marítimo pero con bases geo-estratégicas importantes. ¿Cuál es el plan pergeñado por Trump? Incierto aunque la necesidad de separar al Reino Unido de la Unión Europea será gestionar un frente hegemónico a la antigua.

Nunca mejor la oportunidad actual que ostenta la pobreza de gestión de la clase política británica cuya única fortaleza es  sostenida por la tradición de la corona en manos  de la reina Isabel II. Del Gran Imperio a la Isla, el titiritero será el que haga bailar a la marioneta, sólo así se comprende el envío de buques de guerra al Golfo Pérsico por parte de Gran Bretaña y El Brexit duro que limitará todas las acciones del flamante primer ministro que lejos estará de poder constituirse como un líder conservador sino como el “doble de riesgo” del actual presidente norteamericano D. Trump.