“Me dejó tranquilo haber podido demostrar un poco de lo que soy”
Tuvo de todo la última temporada de Patricio Garino en España. Al marplatense, perseguido por las lesiones, le jugó en contra su necesidad interna de responder a la confianza del Baskonia. Pero terminó en gran nivel y renovando el crédito.
Por Sebastián Arana
@sebarana71
Marcelo Solari
@SolariMarcelo
Se puede decir que a los 26 años, sin temor a equívocos, Patricio Garino ha alcanzado la madurez como basquetbolista. Desde muy joven su claridad conceptual ya revelaba una cabeza superior a la media. Sus decisiones posteriores no hicieron más que ratificarlo.
En su derrotero como basquetbolista ha atravesado momentos buenos y de los otros. Supo afrontarlos de la manera adecuada, mirando hacia adelante y buscando progresar. En eso está, también, ahora. Con la mira inmediata en los Juegos Panamericanos de Lima y, un poco más allá, el Mundial de China, ambos con el seleccionado argentino de básquetbol. Sin embargo, como cada vez que retorna a su ciudad, siempre se hace un tiempo para compartir con LA CAPITAL.
-¿Cuál es la evaluación de una última temporada que tuvo de todo?
-Tuvo cosas muy buenas, muy malas y regulares. Fue una temporada difícil para mí. Venía de dos años con muchas lesiones y este año tuve tres seguidas. Me pegaron duro. La frustración fue muy grande, tenía mucha bronca por no poder tener continuidad, por no poder demostrar mi potencial durante dos años seguidos en un equipo de jerarquía. No me sentía cómodo, no podía encontrar mi lugar. Me pasaron un montón de cosas por la cabeza. Por suerte, todo se pudo revertir trabajando en la parte psicológica. Lo que vale fue que todo terminó de la mejor manera: con muchos minutos, con un protagonismo en el equipo que no me esperaba. Me dejó tranquilo haber podido demostrar un poco de lo que soy y ayudar al Baskonia.
-¿Cómo es tu situación contractual con Baskonia?
-Tengo un año más de contrato.
-¿Y qué idea tenés para tu futuro?
-Me gustaría quedarme en Baskonia porque es un club de primer nivel, juega Euroliga, compite por los primeros puestos y en Vitoria me siento muy cómodo. La gente es muy cálida. A mí me encantaría quedarme, pero es prematuro hablar de futuro.
-Venías de mucho tiempo de vivir en la idiosincracia estadounidense. Los españoles son muy diferentes…
-Es bastante argentino por allá. Son orgullosos y en Vitoria sienten mucha pasión por el básquetbol. Es una ciudad con corazón de pueblo. La gente vive los triunfos con mucha alegría, pero también nos transmite mucha presión. Hubo que adaptarse. De ahí también un poco la bola de nieve que me hice en un momento de la temporada, cuando no podía jugar por las lesiones. Sentía la necesidad de demostrar en un lugar al que no estaba acostumbrado.
-¿Es un plus ser argentino en Vitoria?
-La historia de los argentinos desde la época del Tau Cerámica dejó una marca. Por todo lo que hicieron jugadores como (Andrés) Nocioni, (Pablo) Prigioni, (Luis) Scola y (Fabricio) Oberto, tenés enseguida una valoración positiva. Pero también un poco de presión por demostrar que estás a la altura, que sos aguerrido, que tenés corazón… Si no te ven esas cosas, enseguida dicen que no sos un auténtico argentino, que no tenés sangre…
-De ahí tu frustración por las lesiones, ¿no? ¿Sentías que estabas dejando pasar una oportunidad?
-Quería demostrar que soy el jugador argentino aguerrido, que defiende y se tira de cabeza a luchar por una pelota. Y no tuve oportunidad de hacerlo con continuidad. Eso me afectó mucho porque el año pasado ya había tenido la rotura de mandíbula, otra lesión en los dedos… Tuve mucha mala fortuna, pero hoy lo tomo como un aprendizaje muy grande.
-A pesar de la falta de continuidad, ¿te sentiste valorado y respetado?
-El cuerpo técnico me dio mucha confianza y también la gente, lo que me hizo muy bien. Regresé con la expectativa de darle minutos de descanso a compañeros que venían haciendo un gran esfuerzo porque varios tuvieron problemas físicos y la rotación se había reducido mucho. Terminé con muchos minutos, protagonista, asumiendo casi siempre la defensa de los mejores jugadores del rival. Eso habla de que habían apostado por mí por algo. Y me deja muy contento.
-Le ganaron al CSKA Moscú, a la postre el campeón, de visitante en el play-off. Y después perdieron tres seguidos. ¿Cómo lo tomaron?
-Fue un momento duro. El CSKA es el campeón, no perdimos con cualquiera. Nos dio mucha alegría y una gran esperanza ganarles de visitante. El Baskonia no lo hacía desde hacía 16 o 17 años en Moscú. Fue un resultado que nos entusiasmó. Pero ellos están llenos de recursos, armas y jugadores de primer nivel. Del 1 al 15 son titulares en cualquier equipo de Europa, es muy difícil emparejarlos. Dimos batalla hasta el final.
-¿La seguidilla de lesiones del equipo les pasó factura al final?
-Totalmente. Y se vio reflejado en el final de la Liga española. Nos quedamos sin nafta. La cabeza mandaba seguir adelante y las piernas no respondían. Se vio clarito que estábamos exhaustos luego de una temporada tan larga (N. de los R.: Baskonia perdió la serie por cuartos de final ante Zaragoza, 2-0). Chicos que tenían expectativas de jugar un poco más de veinte minutos terminaron jugando casi treinta y cinco por partido. Ochenta partidos a ese ritmo es muy difícil de mantener.
-Muchos jugadores argentinos que salieron de la Liga Nacional sostienen que en España tuvieron que descubrir nuevos recursos para equilibrar la diferencia de talla. ¿La Euroliga y la ACB te cambiaron la manera de jugar?
-La ACB me sorprendió. Me imaginaba que en la Euroliga me iba a encontrar con equipos de jerarquía y con jugadores muy importantes. Pero el nivel de la liga española me sorprendió mucho y para bien. No la esperaba tan física, tan dura y tan rápida. Jugar de visitante es un infierno en cualquier lugar. Siempre lo hacés a cancha llena, todos los fines de semana. No hay partidos que, a priori, ganás por veinte puntos. Todos los partidos tenés que jugar al 150%; de lo contrario, no ganás.
-¿Decís que jugar de visitante es un infierno? ¿Por qué? Uno imagina un ambiente civilizado en las canchas…
-No hay violencia, está claro. Pero cada vez que salís vas a una cancha con cinco mil hinchas gritándote, haciendo mucho ruido… Uno enfrenta rivales que no juegan otra competencia europea y están toda la semana preparándose para enfrentarte. En cambio, nosotros teníamos cuarenta y ocho horas para recuperarnos del juego de Euroliga, acomodarnos, viajar y llegar. Y en un equipo grande tenés la obligación de ganar siempre. Nos ha tocado en una semana de ir a Turquía, Rusia y visitar el domingo otra ciudad española. Uno tiene la cabeza en todos lados al mismo tiempo.
-Se vienen para vos los Juegos Panamericanos con la Selección. ¿Con qué expectativas?
-Los Panamericanos serán un torneo para reencontrarnos. Iremos a buscar una medalla, pero también una buena preparación para llegar al Mundial. Esa es la propuesta que nos hicieron. El equipo completo no juega desde hace bastante. Nos va a venir muy bien estar juntos.
-¿Qué te pareció el sistema de “ventanas”?
-Personalmente no me gustó. Los jugadores de Euroliga y de NBA no pudieron estar presentes. Tiene cosas a favor y otras en contra. Es bueno que la Selección se presente en ciudades en las que gusta el básquetbol y no tienen equipos en Liga Nacional. Se vieron canchas llenas en Salta, en La Rioja, con público muy feliz de ver a la Selección. Pero el formato no me parece justo. Hay chicos que estuvieron en todas las “ventanas” y clasificaron al Mundial. Y ahora llegamos los de Europa y les dan las gracias y se van a su casa. Tampoco veo que las selecciones alcancen un nivel como el que pueden conseguir en el receso. Faltaron muchos jugadores importantes en todas y la gente se quedó con ganas de ver algo mejor.
-Falta jugar juntos, pero Argentina llega en un momento individual muy bueno para varios de sus jugadores, ¿no?
-Nuestra vidriera en el mundo son Facundo Campazzo y Nicolás Laprovittola, los MVP de la final y de la serie regular de la Liga de España. Ellos son nuestro reflejo en Europa, jugando en equipos de primer nivel, ahora con Nico en Real Madrid. Pero cada uno de nosotros dio pasos adelante en Europa. En todos lados jugamos con jugadores de otra talla, duros, de jerarquía. Es algo que, cuando ahora nos juntemos como equipo, tiene que servir.
-¿Cómo viste el año de Luca Vildoza?
-Muy bien. Cada vez que ha tenido que dar un paso adelante lo ha dado sin miedo. El talento que tiene es enorme, el techo lo tiene muy alto, puede lograr todo lo que se proponga. Es un chico que tiene esa magia interna que no todos tenemos. El tiene la suerte de tener ese talento.
-¿Te sorprendió?
-No lo sé. Yo ya le veía la clase, ese arte que tiene adentro de la cancha, que lo hace distinto. No le ha costado la adaptación a Europa. Tiene una cabeza y unas piernas terribles. De él depende hasta dónde llegará.
Los descansos del guerrero
Patricio Garino ya está con la Selección en plena preparación en el Dow Center de Bahía Blanca. Pero antes de sumarse a la concentración, pasó unos días por su ciudad. Una visita necesaria para el alma, para reencontrarse con los afectos familiares y los amigos de siempre. Aunque fiel al estilo que lo llevó a tener una carrera tan destacada, “Pato” no dejó de lado su deseo de superación.
Así recurrió por segundo año consecutivo a los servicios del entrenador de Teléfonos, Mariano García Galli, para que supervise sus prácticas diarias. Y en el “Cementerio de los Cospeles”, el ex jugador de Orlando Magic de la NBA contó también con la ayuda de su sobrino, Jerónimo Chappa, y del base Valentín Burgos (jugará para Argentino de Junín en la Liga Nacional 2019/20).
“Estoy muy feliz cada vez que vengo a Mar del Plata. Me hace muy bien estar con la familia y los amigos. Y de paso, me hago el tiempo para seguir entrenando un poco antes de poner la cabeza en la Selección”.
-Viviste mucho tiempo en Estados Unidos, ¿cómo fue para vos el cambio cultural en relación al País Vasco?
-Te ayudan la cultura y el idioma. Está lleno de argentinos. Ya tengo un grupo de diez o doce amigos argentinos en Vitoria. Las comidas son muy similares, la parte cultural me encantó. El País Vasco tiene muchas cosas para brindarte, para despejar la cabeza.
-¿Las distancias, mucho más cortas que en Estados Unidos, lo simplifican todo?
-En una hora estás en la playa, en el medio de la montaña o en Francia. Agarrás el auto y en veinte minutos estás en un paisaje natural increíble.
-¿Dónde vas a despejarte?
-A todos lados. En el auto hice más de veinte mil kilómetros. Con mi novia nos vamos a tomar mate a una montaña, a un lago, a un río, al mar o a Francia. Nos encanta recorrer.
-¿Y en qué momentos con tanta exigencia de partidos?
-Encontrás los momentos. Hay días libres y, por otro lado, hacemos un sólo entrenamiento por día a la mañana, de tres o cuatro horas, y la tarde nos queda totalmente libre. No es tampoco una actividad de súper exigencia, sólo manejar un rato y sentarte a charlar.
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