Una colección suma 75 relatos orales de narradores argentinos y 1.500.000 visitas
Nicolás Hochman, coordinador general del proyecto Audiocuentos.
Con el flamante lanzamiento de 25 relatos de narradores como Mercedes Cebrián, Carlos Chernov y Patricia Suárez, la plataforma Audiocuentos suma un catálogo de 75 títulos que pueden ser leídos o escuchados paralelamente desde un sitio web y una aplicación que en tres años ya han alcanzado el millón y medio de visitas.
La tradición oral del cuento fue fundante de un hábito -tanto el de de imaginar como el de interesarse por historias que imaginan otros- que con la expansión de la imprenta se desplazó a la palabra escrita, aunque al calor de las nuevas tecnologías que instan a interactuar de manera múltiple y simultánea con distintos estímulos aparece nuevamente puesta en valor por iniciativas como la de audiocuentos.com.ar.
El emprendimiento que pusieron en marcha Unabrecha y el Grupo Heterónimos, va por las 10.000 descargas -en su versión aplicación- desde su lanzamiento en 2016 y tuvo más de 1.500.000 visitas, de las cuales el 35 por ciento es menor de 24 años, una cifra significativa que cuestiona la mitología en torno a la escasa relación de las nuevas generaciones con la literatura.
“El proyecto no tiene una búsqueda temática. Por el contrario, lo que nos interesa es que haya una pluralidad de voces, estilos, registros y temas. Sabemos que es imposible editar un panorama representativo de lo que se escribe hoy, aunque sea en Argentina, pero queremos que sea un espacio abierto a voces nuevas”, destacó el coordinador general del proyecto, Nicolás Hochman, a Télam.
“En ese sentido, estos veinticinco cuentos que acabamos de publicar vienen a complementar y complejizar la selección de otros cincuenta que ya estaban disponibles, proponiendo otras maneras de leer”, agregó.
Pensada inicialmente para un público no vidente, los relatos que integran el catálogo de Audiocuentos llegaron a más de 200 instituciones culturales y educativas de la Argentina, pero además recibieron visitas procedentes de 129 países.
Samanta Schweblin, Ariana Harwicz, Claudia Piñeiro, Marcelo Figueras, Jorge Consiglio, Inés Garland, Gabriela Cabezón Cámara, Hernán Ronsino, Esther Cross, Andrés Neuman y Diego Golombek son algunos de los narradores que aportaron textos propios para el sello.
Por estos días se acaba de lanzar la tercera edición, para la cual se recibieron 1.776 relatos de los que se seleccionaron 25, la mayoría de autores tan noveles como prometedores cuyas historias son leídas por figuras como Reynaldo Sietecase, Juan Di Natale, Dalia Gutman, Nicolás Artusi y Maru Drozd.
– ¿Cómo se pasó de reunir textos de autores conocidos a esta modalidad de selección que apuesta especialmente a la visibilización de nuevas voces narrativas?
– En la primera edición convocamos directamente a veinticinco autores, teniendo como parámetro que queríamos que hubiera un equilibrio entre autores consagrados y emergentes, muchos de ellos inéditos. Eso hizo que pudiéramos incluir a escritores como Samanta Schweblin, Marcelo Figueras o Claudia Piñeiro, entre muchos otros, y también a gente que conocíamos, que sabíamos que lo que escribía tenía un potencial grande.
A partir de la segunda convocatoria cambiamos la modalidad, y en vez de ser nosotros los que elegimos qué cuentos entran, armamos una convocatoria pública y abierta, para que cualquiera pueda enviar sus textos, que son leídos por un comité de preselección primero, y por un jurado después. Esa amalgama funciona muy bien, porque es un espaldarazo para los que recién empiezan o se están acomodando en el campo literario, y es aire fresco para los que ya están instalados en un espacio más profesional.
– ¿Cómo leen el dato de que el 35 por ciento de los lectores de Audiocuentos tenga menos de 24 años? Creés de alguna manera que los formatos que promueven las redes sociales tienen correlato en esta predilección por este formato?
– Nos sorprende y es un gran argumento para sostener cuando alguien dice que los jóvenes no leen. A nosotros lo que nos queda claro es que los jóvenes sí leen, pero de otra manera. Quizás mediante otros canales, con otros tiempos, de otra manera. Me parece que llegar a ellos, acercarles una propuesta que los interpele y fidelizarlos como lectores es uno de los grandes desafíos que vamos a tener todos los que hacemos gestión cultural y queremos que la narrativa siga creciendo, diversificándose, profundizando en públicos muchas veces desconocidos.
Hay un universo de posibilidades para experimentar, para aprender, para crecer. Y es, por sobre todas las cosas, un modo práctico, sencillo y de costo muy bajo para democratizar el acceso a la literatura.
– ¿La crisis económica ha traccionado hacia el audiocuento una masa de lectores adicional en los últimos años?
– Es una buena hipótesis, y es posible que haya algo de eso. Pero cuando uno mira estadísticas de crecimiento de venta y difusión de audiolibros en todo el mundo, las cifras son más o menos similares. En Estados Unidos o Europa es mayor que acá, inclusive, y entonces eso hace pensar que más allá de la crisis hay algo nuevo, novedoso, diferente, que está provocando un cambio en la manera de acercarse a la literatura.
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