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Deportes 16 de junio de 2016

Messi y la Copa América, la segunda oportunidad

por Vito Amalfitano

Estados Unidos es varios países en uno solo?

En estos días es, increíblemente, el país que anida, para muchos, poco menos que a un nuevo Hitler. Pero también es el país que prepara los anticuerpos para ese fantasma. Es el país que quiere reaccionar al terror de Orlando con más terror, pero también es el país que clama desesperadamente que “bajen las armas”, como dice la canción de León para el Pocho Lepratti.

Es el país que supo engendrar, efectivamente, a Donald Trump, como antes a los Bush y que a su vez tiene el primer presidente negro, un premio Nobel de la Paz que no detuvo la carrera armamentista. Pero también es el país de la candidata con posibilidades de convertirse en la primera presidenta mujer del mayor enclave conservador y policía del mundo. Aunque Hillary apenas pudo ganarle en las primarias a un sorprendente postulante socialista, Bernard Sanders, quien, aun perdiendo, podría equilibrar la balanza ante la ola ultraderechista. Es que sus votos podrían negociar por políticas de menos desigualdad, más allá de la reforma de salud no completada y la baja del desempleo a la que llegó Obama, a costa de una mayor precarización del trabajo.

Donald Trump, el magnate con aureola hitleriana en cuestión, que dice que “no hay que dejar entrar a los latinos”, que se refiere a ellos como “gente que nadie revisa y que viene de todos lados”, el que además ahora demoniza todo lo que signifique otredad, fue uno de los financistas de aquel Mundial ’94 que tiene el record aun imbatido de concurrencia, con más de tres millones y medio de espectadores, pero justamente con mayoría latina. Fue también el “amigo” de Muhammad Alí, pero que a su vez es racista, aborrece del mundo musulmán e insiste con que “hay que prohibir el ingreso de islámicos en Estados Unidos”.

Es Estados Unidos el país que tiene todo organizado, con horarios sincronizados, con wifi a full en todas partes, pero es también el de la desidia de una oficina de migraciones que no termina de abrir nunca a la madrugada en el imponente aeropuerto de Houston, lo que provoca largas filas y te hace perder el avión de conexión a Nueva York.

Es también el de la desaprensión de decirte “no hay solución, tendrá que esperar el próximo vuelo” cuando el problema fue generado por ellos.

Es Estados Unidos el país que volvió a hacer poderosa la MLS, que reabrió su liga en 1996 tras aquel Mundial y que ahora retoma el afán por imponer el fútbol a través de estrellas. Pero mientras tanto, cuando llega la Copa América Centenario para apuntalar esa escalada, uno pasa por uno de los lujosos bares de ese Aeropuerto de Houston (cada mesa, cada lugar en la barra, con una tablet con todos los servicios de internet) y por detrás en la pantalla plana está la imagen de la conferencia de prensa en vivo de Gerardo Martino y los comensales ni levantan la cabeza, lo ignoran completamente, no saben de quién se trata.

Es el país de las campeonas del mundo de fútbol femenino, que participan de un ingenioso spot de una de las compañías aéreas norteamericanas que sirve para hacer más amenas las recomendaciones para cada vuelo que habitualmente hacen las azafatas. Y en el que en la autopista de salida del aeropuerto de Newark ya hay una gigantografía que anuncia el Colombia-Perú que vamos a ver el viernes en New Jersey. En el camino hacia una ciudad en la que las camisetas de Messi que visten muchos niños contrasta con la indiferencia de la mayoría de los neoyorquinos que transitan la quinta avenida.

A Maradona le cortaron las piernas aquí hace 22 años y se perdieron que Diego llevara adelante esa revolución del fútbol que todavía necesitan completar en un Estados Unidos tan ampuloso que no se puede permitir no estar entre los primeros del deporte más popular del mundo. Por ahí el Lío lo hace Messi, en este país que es tantos países a la vez.

(*): desde Nueva York.