A favor de la ciencia y las vacunas
por Alejandro Ferro
Las vacunas y el agua potable han sido los logros más trascendentales en los avances de la salud pública universal; pero para conocer la verdadera dimensión de las vacunas es necesario hacer un poco de historia.
La viruela, que había estado presente por más de 3000 años, ha sido considerada una de las enfermedades mas devastadoras en la historia de la humanidad; cientos de millones de personas murieron por su causa y hasta pudo contribuir a la desaparición de civilizaciones enteras; finalmente una campaña de la OMS, a través de una vacunación masiva termina erradicándola en el año 1979.
No menos dramáticas, fueron las epidemias de poliomielitis que dejaban anualmente a más de 300.000 personas paralíticas por el resto de sus vidas; algunos con menor suerte aún, morían por falla de los músculos respiratorios, recordándose el rol que tenían los pulmotores.
Gracias a las vacunas de Salk y Sabin la Poliomielitis pudo ser erradicada de muchos países como en la Argentina, donde su último caso fue en Orán, Salta en 1984. Hoy sigue habiendo casos de poliomielitis en las comunidades más pobres y marginadas del mundo donde la vacuna es insuficiente, afectando a los niños más vulnerables, causando un sufrimiento incomparable.
La vacuna de la hepatitis A, por su parte, terminó con los trasplantes hepáticos en niños por el desarrollo de su forma fulminante; hasta 2004 en nuestro país se efectuaban aproximadamente 20 trasplantes hepáticos por año por esta causa, cayendo luego de la implementación de la vacuna en el 2005 a 0.
La vacuna contra la meningitis por Haemophilus influenzae tipo B logra algo similar con una enfermedad que solo en EUA, causaba 20.000 casos en niños menores de 5 años de los cuales fallecían del 3% al 6%; en nuestro país esta vacuna fue implementada en 1998 y la incidencia de este tipo de meningitis cayó también dramáticamente. Algo similar ha ocurrido desde la indicación de las vacunas conjugadas contra el meningococo, otro agente que causa meningitis representando otro importantísimo logro de salud pública.
Se pudiera seguir con una interminable lista de los logros de las vacunas como la vacunación contra el HPV y el descenso del cáncer de cuello uterino, la vacuna contra hepatitis B y su implicancia en el desarrollo de las hepatitis crónicas por ese virus y su relación con el cáncer de hígado (hepatocarcinoma); las vacunas contra la neumonía y también la vacuna antigripal aunque su efectividad no sea del 100%.
Por la contrapartida cada persona individualmente puede preguntarse si las vacunas son seguras, si es mejor vacunar a sus hijos que no hacerlo, en definitiva si los beneficios superan los efectos adversos etc.; ante tal cuestión se debe ser enfático las vacunas son muy seguras, y la mayoría de sus efectos adversos son muy leves, como ligero dolor en el lugar de la aplicación etc; un muy pequeño porcentaje de ellos puede revestir seriedad, recordando además que algunas vacunas tienen contraindicaciones, como ejemplo que las embarazadas no deben recibir la vacuna contra la rubeola.
A modo de ejemplo para comparar riesgos y beneficios de una vacuna, en EUA se evaluaron los riesgos de las personas que se vacunaron para prevenir la fiebre amarilla por viajar a zonas endémicas, esta vacuna de virus atenuado produjo entre menores de 60 años vacunados 1 en 200.000 a 1 en 300.000 casos de enfermedades relacionadas con la vacuna;pero por la contrapartida según datos de Africa, en 2013 habrían habido entre 84.000 y 170.000 casos graves de fiebre amarilla y entre 29.000 y 60.000 muertes. Una vez más los datos son absolutamente incomparables.
Recientemente el sarampión ha reemergido en las Américas luego de su erradicación, probablemente debido a la caída de cobertura de vacunación en Venezuela producto de su crisis. En Europa se reportan también nuevos brotes de sarampión ocasionados por la migración de personas, sumada a la caída de las tasas de vacunación en este caso por las campañas antivacunas.
Algunos podrán creer que el sarampión es una enfermedad banal, pues no lo es; además de ser extremadamente contagiosa, los pacientes pueden sufrir complicaciones graves como neumonía (1 en 20 casos) y encefalitis (1 en 1000 casos) con complicaciones permanentes siendo la mortalidad de la enfermedad de 1 a 2 por cada 1000 infectados.
Los detractores de las vacunas por su parte se expresan en general en ámbitos no académicos, y le han atribuido a las vacunas efectos adversos como que aumentar la incidencia de esclerosis múltiple (vacuna para hepatitis B), incrementar los casos de encefalitis o autismo (vacuna MMR contra sarampión rubéola y paperas) etc; al respecto no hay estudios científicos que demuestren estas hipótesis, pero en forma comprobada por el contrario, la vacuna contra el sarampión es efectiva en el 97%; y además la vacunacion contra rubeóla en las mujeres ha prácticamente hecho desaparecer el síndrome de rubeola congénita.
También los movimientos antivacunas han llevado adelante su relato, a veces basados en medicinas alternativas, cuestiones religiosas o de otra índole o en el hecho del poder de decidir en libertad por vivir en una democracia, sobre si vacunar a sus hijos o no.
A tal planteo la respuesta es sencilla, los agentes patógenos (virus, bacterias, parásitos y hongos) no tienen moral ni tampoco adhesiones a ninguna cuestión que no sea su propia supervivencia, y solo los descubrimientos científicos como fueron los antibióticos, los antivirales o las vacunas pueden ponerlos bajo control.
Finalmente las controversias sobre las vacunas deberán salvarse -sin agravios hacia nadie- con la divulgación de datos científicos sobre sus beneficios que sean comprensibles e irrefutables para todos, -inclusive a los más reacios a ellas-.
Llamativamente no se puede dejar de recordar que cuando recientemente una pandemia grave afectó a la humanidad como fue la de la gripe A en el 2009 el mundo entero con un grito ensordecedor reclamaba de forma inmediata una vacuna activa para esa cepa pandémica.
Pero por esta controversia la OMS afirma que el escepticismo a las vacunas se encuentra entre las 10 más importantes amenazas para la salud pública global.
Si a estas alturas se permite un consejo final, el mismo sería que todas las personas independientemente de su edad y condición deben estar al día con las vacunaciones que figuran en el calendario nacional, el cual es muy amplio, y en caso de surgir dudas consultar al profesional médico especializado.
Volviendo al principio, imaginar hoy un mundo sin vacunas es como imaginarlo sin agua potable.
(*): Médico. Consultor en Infectología. Ex secretario de Salud MGP. Miembro de la Sociedad Argentina de Infectología. Miembro de la Sociedad de Infectología de Mar del Plata.
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