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Opinión 28 de junio de 2019

La confiscación de YPF, un revés para la Argentina

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por Oscar Aníbal Castillo

El país asiste con preocupación lógica a la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos, sobre una demanda privada que le puede costar al conjunto de los argentinos alrededor de 3.000 millones de dólares.

La decisión es en una demanda vinculada a la expropiación de YPF que votó, por amplia mayoría, el Senado de la Nación, el 26 de abril de 2012.

En esos momentos los dos senadores nacionales del Frente Cívico y Social de Catamarca, lanca Monllau y quien suscribe, resolvimos abstenernos. Una decisión que acompañaron dos prestigiosas parlamentarias: Norma Morandini y María Eugenia Estenssoro.

Atendiendo a la gravedad de los compromisos que se pueden instaurar para el país, es oportuno recordar lo expresado en el recinto del Senado en aquel debate: “Esta sesión se enmarca en un contexto que la hace histórica. Quizás no tanto por los oropeles discursivos o fundacionales, sino porque creo que esta noche, de lo asertivo o de lo negativo que surja de aquí, probablemente, haya un impacto intergeneracional”.

Así es que señalé que “quienes creen en las virtudes de este proyecto de ley les asiste su concepto de patriotismo, de argentinidad y sus convicciones. Pero aquellos que no estamos de acuerdo en muchas de estas cuestiones también reclamamos la honestidad en el planteo de nuestro amor por nuestro país y por asuntos que van más allá de lo ideológico”.

Asimismo, advertí en aquella oportunidad sobre los enormes riesgos atinentes a la sanción de una medida confiscatoria, que vulneraba la seguridad jurídica garantizada por el país, en el marco de los tratados internacionales: “Creo que hay un marco constitucional, que es la norma en la que todos basamos nuestra convivencia. Y no es aceptable, por ninguna cuestión ideológica, ni mucho menos por un atajo político, salirnos de este cuerpo madre”, remarqué en mi discurso en aquella sesión.

Por otra parte, apunté a la política del gobierno nacional de entonces que, según considero, condujo a la desinversión y el déficit de la balanza energética: “El actual sinceramiento que el Poder Ejecutivo tiene respecto de que YPF no invierte lo que debe invertir, de que distribuye dividendos por encima de lo que debía hacerlo y de que no produce lo que debería producir, no es un proceso que se haya dado de un día para el otro. Por lo tanto, creo que la desinversión, la falta de producción y las mismas consecuencias del desabastecimiento que llevan al Poder Ejecutivo a tomar esta decisión importante son las que se han producido en estos últimos años”.

“Entonces, ¿es como que despertamos una mañana y nos dimos cuenta de que estábamos en un proceso de desabastecimiento, de que hubo un giro de divisas así, de golpe; y que con solo cambiar la parte del 51 por ciento accionario de una empresa como YPF –que solo es el 30 por ciento del mercado de hidrocarburos– vamos a alcanzar el autoabastecimiento que plantea el proyecto? Yo no lo creo; no es creíble”, remarqué y agregué “en realidad, es lo que vulgarmente se llama ‘una cuestión de caja’, pero una cuestión de caja que está marcando signos amarillos de que este gobierno ha dejado aquel circuito virtuoso del superávit fiscal y del superávit comercial. Entonces, estamos viendo que el modelo programado no toma datos de la realidad. Y la realidad se impone”.

Al momento de argumentar mi voto, expresé: “No deseo ser parte de la unanimidad. Cuando salgan los diarios esta noche no quiero que se publique que nosotros somos parte de la unanimidad. Y lo digo por el dolor que siento como todos los argentinos, probablemente. En un planteo general, los argentinos de seguro queremos una YPF nuestra. Pero no esto, como un atajo.Muchas veces es más fácil la unanimidad; muchas veces resulta más fácil dejarse llevar por las reacciones estentóreas y no por la razonabilidad. Me acuerdo que, cuando era joven, una Junta Militar hizo la invasión de Malvinas. ¿Cuál fue la reacción? ¡Se llenaron las plazas! Pero hubo una voz solitaria, que casi no tenía acceso a los medios, pero que con valentía planteaba que era una equivocación: ese hombre fue Ricardo Alfonsín”.

“Cuando ese tiempo pasó y se mostraron las hipocresías en que muchos habían incurrido, dos años después, a ese ciudadano los argentinos lo llevaron a ser Presidente de la República”, concluí aquel 26 de abril de 2012.

En aquel momentos de inflamación supuestamente patriótica, los que decidimos abstenernos a esa iniciativa fuimos señalados poco menos que como voceros de la antipatria. Sin embargo, levantamos la voz para pedir reflexión, inteligencia, respeto de las leyes, a los tratados internacionales y al compromiso honesto con las generaciones por venir.

(*): Senador nacional por Catamarca (Frente Cívico y Social–Cambiemos).