Le disparó a un hombre en la nuca, fue condenada y evitará la cárcel por ser obesa
Un jurado popular consideró a Alejandra Ferreyra culpable de balear a Walter Chiamino, un prestamista para el que trabajaba, en junio de 2016. Resta definir la pena que cumplirá bajo arresto domiciliario por problemas de salud.
Dos jornadas de juicio a tiempo completo sirvieron para que un jurado popular tomara conocimiento de un caso que realmente despertó su sorpresa, por sus curiosas características, y condenara a una mujer de 35 años al considerara culpable de haber baleado a un hombre para el que trabajaba, en junio de 2016.
Se trata de Alejandra Pamela Ferreyra, quien fue la única imputada en el debate oral por el ataque a Walter Chiamino, un prestamista que recibió un disparo en la nuca en las inmediaciones del Parque Camet y sobrevivió. Los doce ciudadanos convocados para impartir justicia en esta ocasión concluyeron que la acusada fue la autora del tiro que hirió la víctima, aunque le incriminaron el delito de “lesiones graves” y no el de “homicidio en grado de tentativa”, como había solicitado la fiscalía a cargo de Guillermo Nicora.
Pero el detalle más significativo del juicio es que, cuando este jueves se defina la pena que le adjudicará el juez Alfredo De Leonardis, Ferreyra no irá a prisión debido a que padece obesidad mórbida. A causa de ello, permanecerá bajo arresto domiciliario en el una casa del barrio Estrada, en la que se encuentra desde que fue detenida en noviembre pasado, luego de estar prófuga varios meses.
Según informaron las fuentes consultadas por LA CAPITAL, la mujer pesa más de 150 kilos y la enfermedad que sufre le provocó además un cuadro de diabetes e hipertensión arterial. Esta última patología impide que pueda ser intervenida quirúrgicamente para realizarle un “by pass gástrico” y mejorar su estado de salud.
Como lo reconoció el propio fiscal Nicora durante el juicio, las condiciones de la Unidad Penitenciaria N° 50 de Batán, donde se encuentra la cárcel de mujeres, no son aptas para suministrarle a Ferreyra una dieta adecuada, seguirá detenida en su casa, bajo un estricto control.
El caso
Alejandra Ferreyra trabajaba para una firma fundada por Walter Chiamino, dedicada a otorgar prestamos lícitos a sus clientes. La mujer era casi una especie de socia del hombre, quien la consideraba una empleada de suma confianza.
Pero algo cambió en 2016. Le llevó varios meses al empresario descubrir y asimilar que Ferreyra le ocultaba algunas maniobras que, evidentemente, efectuaba con el dinero que cobraba de la gente. En ese contexto, comenzaron los desencuentros entre ambos.
Y finalmente en junio de ese año se produjo el hecho que ahora fue juzgado. Chiamino pasó a buscar a Ferreryra en su automóvil marca Fiat Siena para ir hacia la casa de un cliente a cobrarle una deuda.
En esa circunstancia, con Chiamino al volante y Ferreyra en el asiento trasero del vehículo, mientras circulaban por Las Maravillas y Parodi -barrio Parque Peña- se generó una discusión que fue el motivo base de la investigación de la fiscal Andrea Gómez. El episodio culminó con la mujer disparándole al hombre desde atrás e hiriéndolo de gravedad en la cabeza.
En un principio, Ferreyra acudió a la policía y dijo que el automóvil había sido atacado a tiros desde el exterior. Inclusive, el rodado presentaría al momento de ser analizado por los uniformados, otros dos balazos en las puertas.
Chiamino, luego de reponerse de sus graves lesiones porque el hueso occipital del cráneo destruyó la bala recibida, creyó en su versión. Mejor dicho, a pesar de su creciente desconfianza no la juzgó capaz de semejante acto.
Pero los peritos que intervinieron en el caso la desmintieron. También testigos que vieron el vehículo transitar por la ruta 11 y detenerse sobre la costa (se sospecha que Ferreyra arrojó al mar el arma de fuego con la que cometió el ataque).
Cabe destacar que la reconstrucción del hecho indica que, con Chiamino herido de gravedad y desangrándose, la mujer tomó el volante y condujo por la mencionada ruta hasta que encontró a un patrullero.
La mujer le explicó a los policías que al hombre “le habían pegado un tiro mientras manejaba” y, ante la urgencia del a herida de la víctima, la subieron al patrullero y lo trasladaron al Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA), sin tener tiempo de hacer mayores preguntas.
Un vendedor de frutas que tenía su puesto en esa zona, vio como el patrullero se dirigía hacia “la ciudad” y como Ferreyra, en el Fiat Siena de la víctima, antes de seguir al móvil hizo una parada en los acantilados a la vera de la Ruta 11, descendió del vehículo y realizó un llamado telefónico. Para los investigadores, en ese interín, además del llamado la mujer se habría descartado del arma de fuego.
En el HIGA constataron que la bala había rozado el cráneo de Chiamino y quedó alojada en su cuello, sin ocasionarle lesiones de gravedad.
Los peritos determinaron que la dirección del disparo fue “de adentro hacia afuera, de atrás a adelante y de arriba a abajo”. Es decir, lo efectuó una persona que iba en el asiento de atrás en el auto. Por ende, fue Ferreyra.
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