Por Juan Miguel Alvarez

“Canta por las voces
de los que soñaron,
canta por las bocas
de los que lloraron (…)
Los pueblos que cantan
siempre tendrán futuro”.
Mercedes Sosa (Sube, Sube, Sube)

No hay distancia que separe el amor por Círculo Deportivo. A más de 2.000 kilómetros del lugar donde se concretó la hazaña, los hinchas sufrieron, lloraron y celebraron frente a una pantalla de TV y después armaron una fiesta en las calles de Otamendi. La que continuará el lunes con presencia de los protagonistas.

LA CAPITAL viajó para describir cómo se vivió esta histórica definición. Por el desarrollo del partido, fue una tarde con todas las emociones: se pasó de la tranquilidad a la incertidumbre, de la calma a la euforia y del silencio a la locura. Con una trama de suspenso y un final de felicidad absoluta consumado el ascenso al Federal A de fútbol por el 3-2 en el resultado global frente a Boxing de Río Gallegos.

A La Estancia del Papero, ubicada en sede del club, llegaron más de cien personas para seguir las alternativas del partido en dos pantallas grandes, por intermedio de un enorme esfuerzo de producción de Canal Mas.

Bebida y comida no faltaron. Tampoco los fieles seguidores, como Jorge Manuel Prats, quien encabezó el pelotón junto a su nieto debajo del televisor.

El primer tiempo se vivió más relajado, con la tranquilidad por la ventaja de dos goles. Los “uhh, uhh” se sintieron con diferente tonalidad ante los palos de Font y Astiz. Después del primer gol de Boxing las caras empezaron a cambiar. “Qué lástima, si aguantábamos el 2-0 hasta el entretiempo ya estaba terminado”, vaticinó un hincha. “¿Qué pasa con este resultado?”, preguntaron los menos informados y algunos de los más pequeños.

En el segundo tiempo, cada centro descolgado por Del Curto fue celebrado con aplausos. Cuando Fuentealba sacó un derechazo con dirección al arco y la imagen “se congeló”, también se paralizaron todos los corazones. El streaming recobró vida y Del Curto rechazo para el suspiro colectivo. Algunos ya no aguantaron más y decidieron no mirar o hacerlo sólo de a ratos. Otros fueron a buscar paz y algo más a la barra.

Un simpatizante que tenía los auriculares puestos anticipó la “catástrofe”. Porque la transmisión de la radio Premier 97.9 (otros que viajan donde sea para seguir al “papero”) llegaba quince segundos antes. “La p… madre”, lanzó. ¿Qué pasó? preguntaron los más cercanos. Después lo entendieron cuando vieron el zapatazo de Enzo Fernández por TV. “No puede ser, no puede ser”, decía otro hincha mientras caminaba con destino incierto.

Desde ahí, las miradas cómplices hacia ese personaje fueron muchas. El hombre no hizo una sola mueca más hasta que desató la locura justo antes de un tiro de esquina ¡en favor de Boxing! “Gol, gol, goooool”.

“¿De ellos?”. “Nuestro, no puede ser”. Cuando Vértiz encabezó el contraataque, los “paperos” gritaron entonces como los riverplatenses ante la corrida del “Pity” Martínez. Lo hicieron todavía con cierta desconfianza. Hasta que llegó el desahogo con el derechazo implacable de Alvarado. Y el grito al unísono viajó desde la Estación Dionisia hasta Río Gallegos. Después ya nadie se sentó. Hasta que llegó el final y el “dale campeón”, “dale campeón”.

Hubo gritos de desahogo, abrazos profundos, recuerdos que brotaron. No hay vergüenza por derramar alguna lágrima. Todos los sentimientos se vivieron a flor de piel y fueron compartidos con los que estuvieron siempre, en las buenas y en las malas.

El amor por Círculo se transmite de generación en generación. Aquí el fútbol se mezcla con la familia. Hay felicidad por el hijo, hermano, sobrino, nieto, compañero de colegio, vecino. Por Otamendi, por Círculo y por el fútbol marplatense que lo nutrió.

“Locura” en las calles

Después del epílogo, todos salieron disparados hacia la puerta de la sede, donde de a poco empezaron a llegar autos en caravana. La que tuvo su epicentro muy cerca de allí, sobre la avenida San Martín. En la calle Urquiza un camión lleno de hinchas encendió la fiesta.

Jorge Castillo fue uno de los animadores con el “vamos, rojo, vamos”. Para él fue un cumpleaños muy especial.
Los que se sientan siempre en un rincón de la tribuna del “Guillermo Trama” son los más reconocidos por sus pares.

No es para menos, si allí se encuentra Elvira Artiles de Machín, de 79 años, quien desde joven asistió a cada partido junto a su esposo Héctor Machín (fallecido el año pasado). La socia vitalicia se puso la camiseta de Matías Atlante (ex jugador, quien viajó a Río Gallegos) y lo miró en la casa de los padres del propio “Novillo”.

Estuvo junto a “los de siempre”, entre ellos el mencionado Castillo y también los padres del arquero Sebastián Nieto, quienes se mostraron visiblemente emocionados tras la consagración. Incluso se pusieron en la misma posición frente al televisor para mantener la “cábala”.

No podía faltar a la cita Jorge Maldonado, quizá el jugador más importante en la historia de la institución. “Sufrimos un poco, no es fácil jugar allá. Pero ganamos y estamos todos contentos. Yo desde que llegué a Otamendi sentí el cariño de esta gente”, dijo quien defendió la casaca “papera” en los Nacionales 1977 y 1985.

También estuvieron los Hormaechea, el querido Eduardo “Bocha” Freites y muchos apellidos omitidos en esta nota pero que son parte de esto.

Algunas ciudades se enorgullecen por sus monumentos o paisajes. Hoy Otamendi saca pecho por la papa y el querido Círculo Deportivo. Es el pueblo más feliz del mundo. “Canta, canta, canta, bandera del amor…”