La noche en que la historia de Caín y Abel se repitió en Mar del Plata
El fiscal Leandro Arévalo pidió que Luis Almonacid sea juzgado por matar a su hermano Ismael de un tiro durante el festejo de su cumpleaños, el 2 de diciembre pasado. Se pelearon para ver quién tenía el arma más grande.
Luis Almonacid fue detenido luego de pasar varios días prófugo.
por Bruno Verdenelli
“No festejes como festejás vos, porque lo que yo tengo no es nada comparado con el juguetito que tenés vos”. Esa, según una testigo que declaró en la causa, fue la frase que utilizó Luis Jeriel Almonacid Levin (41) para advertirle a su hermano Ismael que esa noche, la del 1 de diciembre de 2018, la celebración de su cumpleaños no debía incluir sus habituales disparos al aire. Es que no era cuestión de que la policía pudiera llegar al barrio Las Canteras para averiguar qué era lo que ocurría y tal vez descubrir algunas otras irregularidades.
Lo cierto es que, como en todos los conflictos familiares, la amenaza escondía otras razones mucho más profundas. Y probablemente el enfrentamiento fraternal datara de siempre y tuviera su génesis en una rivalidad no resuelta a tiempo.
Esa y otras cuestiones mucho más puntuales acerca de lo que sucedió esa velada fueron las que tuvo que recabar y analizar el fiscal Leandro Arévalo para llegar a la conclusión de que Luis Almonacid debería ser juzgado por el homicidio de su hermano y pedirlo formalmente ante la Justicia de Garantías. Ahora, “El Caín marplatense” que está detenido en la cárcel de Batán, aguarda por la resolución de las autoridades judiciales para saber si finalmente afronta un debate común o uno abreviado, como propuso el investigador.
Un caso absurdo
El fiscal Arévalo se presentó en el lugar de los hechos, alrededor de las 3 de la madrugada del domingo 2 de diciembre. El olor a pólvora aún se sentía en el aire cuando bajó de su auto en Silvestre Tohel al 6400, muy cerca de la Escuela de Policía Juan Vucetich. Para entonces, Ismael Almonacid ya había fallecido en el Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA), debido a una hemorragia producida por la herida de bala de escopeta disparada por su propio hermano.
Según las averiguaciones realizadas en ese momento, confirmadas posteriormente por las declaraciones testimoniales y los peritajes de rigor, la pelea entre ambos hombres había comenzado más temprano, durante la celebración del cumpleaños de la víctima.
De acuerdo con el expediente al que tuvo acceso LA CAPITAL, el festejo de Ismael Almonacid se llevó a cabo en el patio que compartían su casa y la de su hermano. En determinado momento, envalentonados y deshinibidos por una pronunciada ingesta de alcohol, ambos sacaron a relucir sus insalvables, absurdas y viejas diferencias. No fue una buena idea porque afloró una vez más la competencia.
La frase del “juguetito” de la que dio cuenta una testigo -había varios familiares de los dos e incluso sus hijos, además de vecinos en el lugar- se pronunció, al parecer, en ese contexto. Pero el cumpleañero le restó importancia y minutos más tarde ya tenía en su poder un revólver.
Lo que ocurrió luego también fue analizado por el fiscal, quien dio por acreditado que Luis Almonacid decidió acompañar a su mujer y a su hijo a su vivienda, y regresar armado también con una escopeta calibre 12-70.
“Ismael salí”, gritó, según el relato de la esposa de la víctima. “¿Qué pasa ‘Lucho’?”, habría contestado él. La mujer explicó ante el fiscal que le pidió que no saliera a la calle pero que éste no hizo caso. Lo hizo después de tomar su arma y entonces se oyeron varias detonaciones.
Segundos más tarde, se escucharon más gritos. “¡Me quebró la pierna!”, repetía el cumpleañero, mientras sus parientes y los demás vecinos no podían creer lo que ocurría. Al ir a su encuentro, su pareja lo vio tendido en el piso, con un balazo en el muslo izquierdo.
Ya eran alrededor de las 2 de la mañana cuando la propia policía que arribó al lugar para normalizar la situación trasladó al herido al Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA). Conforme consta en la causa, por la gravedad de lesión que presentaba la víctima, los policías decidieron llevarlo al nosocomio por sus propios medios y no aguardar la llegada de una ambulancia. Estaban en lo cierto: la sobrevida fue sólo de una hora y a las 3.10 murió, como consecuencia de la gran cantidad de sangre que había perdido.
Fuga y detención
Poco antes de que se desencadenara el despliegue policial, Luis Almonacid subió a su automóvil marca Fiat Uno y abandonó el lugar. Estuvo prófugo hasta que, cercado por el personal de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) local, se entregó el 5 miércoles de diciembre.
Si bien el arma de fuego que había utilizado el detenido nunca fue encontrada, se supo que se trató de una escopeta por el calibre de una posta hallada en el lugar de los hechos, donde la Policía Científica realizó rastrillajes durante las horas siguientes al crimen. La conclusión de los peritos balísticos fue apoyada además por el resultado de la autopsia al cuerpo de la víctima llevada a cabo por los médicos forenses.
De acuerdo con esos datos, Ismael Almonacid murió por un “shock hipovolémico secundario a hemorragia masiva por herida de arma de fuego”. “Se evidenció herida de arma de fuego en muslo derecho, presentando seis -6- orificios en cara anterior, con características de orificio de entrada de un cartucho de proyectiles múltiples, y que en función de la ‘rosa de dispersión’, impresionó un disparo de corta distancia (entre 3 y 6 metros)”, apuntaron los especialistas conforme cita la causa.
Con esas pruebas, más las versiones suministradas por los testigos presenciales del hecho, el fiscal Arévalo imputó a Luis Almonacid por el delito de “homicidio agravado por el uso de arma de fuego” y el 22 de abril pasado solicitó que sea juzgado por un tribunal. También propuso que el caso pueda ser resuelto a través de un debate abreviado. Desde entonces, el acusado está detenido en la Alcaidía Penitenciaria N° 44 de Batán.
– “Se trató de una puja por ver qué hermano gritaba más fuerte”
Cuando fue citado a prestar declaración indagatoria, Luis Almonacid dijo que actuó en legítima defensa, y argumentó que su hermano estaba armado y efectuando disparos. Un vecino también se presentó ante el investigador y dijo que la víctima había efectuado antes 20 detonaciones contra la casa del imputado.
Sin embargo, ambas posturas fueron rechazadas y fuertemente cuestionadas por el fiscal Arévalo. Inclusive, en su requisitoria de elevación a juicio, el investigador solicitó que el testigo sea procesado por falso testimonio.
Para Arévalo no existe correlación entre dichas versiones y los hechos acreditados tras la recolección de pruebas. En el caso del imputado, sobre todo, por su conducta y la cantidad de tiempo que tuvo para pensar y tomar una decisión distinta a dispararle a su hermano.
“El nombrado expresó que luego de recibir disparos por parte de su hermano, quien apuntaba hacia su propiedad, fue a la casa de éste, tomó a su hijo y se dirigió a su vivienda donde ya se encontraba su familia. Una vez allí dejó al menor e inmediatamente tomó una escopeta, salió y le disparó. Para poder disparar su arma, el imputado buscó debajo de su cama el arma, luego la cargó ya que según indicó dejaba los cartuchos aparte por los chicos, y tras ello fue que salió al encuentro de su hermano”, explicó.
Y continuó: “En cuanto al recaudo temporal que debe verificarse en los supuestos del artículos 34 incisos 6 y 7 del Código Penal, que la legítima defensa ‘no es precipitación, ni retardo’, y claramente en el supuesto de autos, se verifican ambos caracteres negadores de la justificante. Vale decir: puso a su familia a resguardo, quedó él también protegido, y en ese momento, pudiendo llamar a Emergencias 911 y/o tomar otra decisión, eligió salir con la escopeta y a escasos metros de distancia, le efectuó un disparo a su hermano. Tuvo la oportunidad de quedarse dentro de su vivienda, de solicitar ayuda telefónicamente y guarecerse, pero optó por tomar su escopeta, buscar la carga, cargarla y tras ello salir a repeler la supuesta agresión de su hermano”.
Para el fiscal Arévalo, “disparar un arma de ese tipo y calibre, a tan corta distancia, tiene como aparejada indisolublemente la idea de dañar a otro y eventualmente la posibilidad de quitarle la vida”. “Sin embargo -aclaró- y a pesar de tratarse de su propio hermano, ninguno de esos pensamientos fue suficiente como para detener su accionar, máxime cuando; como ya se dijo, no existen pruebas objetivas en cuanto a que haya corrido riesgo su vida o la de su familia”.
El investigador considera que “se trató de una puja por saber qué hermano gritaba más fuerte, por saber quién tenía el arma más grande, y en tal faena, con el aditamento de un consumo de alcohol que nunca podrá ser mensurado con relación al imputado, ya que decidió profugarse de la escena de manera previa al arribo policial”.
“En ese escenario insisto, Levin no tuvo reparos en quitarle la vida a su hermano y por ello se sostiene la presente imputación”, concluyó.