Alemania enterrará restos de presos ejecutados y diseccionados por los nazis
Las víctimas que serán inhumadas el 13 de mayo no serán identificadas públicamente. Pero se sabe que se trata en su mayoría de mujeres.
Varias de las víctimas identificas tienen un claro vínculo con la prisión de Plötzensee.
por Hui Min Neo
BERLIN, Alemania.- Restos de prisioneros asesinados por los nazis y diseccionados para experimentación serán enterrados el lunes en Berlín después de tres años de investigaciones sobre estas muestras humanas entregadas por los descendientes de un científico de la época hitleriana.
De estos opositores al nacionalsocialismo quedan solo quedan 300 tejidos colocados en láminas de laboratorio que fueron halladas en pequeñas cajas por los herederos del polémico médico Hermann Stieve.
Estos restos, apenas perceptibles a simple vista, fueron entregados en 2016 al profesor de anatomía Andreas Winkelmann para intentar restituirles una identidad.
“Unos tejidos tan minúsculos en general no se considera que valga la pena enterrarlos […] pero la historia es particular, ya que proceden de personas a las que se privó deliberadamente de sepultura para que sus allegados no supieran donde se hallaban”, explicó el profesor a la AFP.
Si bien le fue imposible determinar con exactitud el número de personas a los que corresponden estas 300 muestras, Winkelmann pudo trabajar con 20 nombres e indicios cifrados que establecen un claro vínculo con la prisión de Plötzensee, donde unas 2.800 personas fueron ahorcadas o guillotinadas por los nazis entre 1933 y 1945.
A petición de las familias, las víctimas que serán inhumadas el 13 de mayo en el cementerio berlinés de Dorotheestadt no serán identificadas públicamente. Pero se sabe que se trata en su mayoría de mujeres.
Hermann Stieve, que fue director del Instituto Universitario de Anatomía de Berlín de 1935 hasta su muerte en 1952, era especialista en el estudio de los efectos del estrés y del miedo sobre el sistema reproductivo femenino.
Simples objetos
Para avanzar en sus investigaciones, este reputado científico estudiaba en particular los tejidos histológicos genitales extraídos a mujeres que fueron ejecutadas por el régimen nazi.
Entre sus sujetos, 13 de las 18 resistentes del grupo berlinés “La Orquesta Roja”, incluida la estadounidense Mildred Fish Harnack, guillotinada en 1943 a petición expresa de Hitler.
Al contrario que otros científicos más conocidos por su crueldad como Josef Mengele, “el ángel de la muerte” de Auschwitz, Hermann Stieve no pertenecía al Partido Nacionalsocialista (NSDAP) y no hizo experimentos con personas vivas. Pero sabía perfectamente que sus difuntos cobaya habían sido torturados.
“Esto demuestra su frialdad. Veía a estas personas como simples objetos”, señala Andreas Wikelmann.
El médico “cooperó con el sistema judicial nazi para [hacer avanzar] sus investigaciones”, sostiene.
“Miembro de honor”
El régimen de Hitler, poco interesado en su ámbito científico, salía ganando “porque era una nueva manera de humillar a las víctimas” y de privarlas de una sepultura ante la cual familiares y partidarios hubieran podido recogerse o reunirse. Los cuerpos probablemente fueron arrojados a fosas comunes.
Después de la guerra, Hermann Stieve no estuvo preocupado por la justicia y continuó su carrera, como muchos otros científicos que trabajaron con y para los nazis. Solo los más altos responsables médicos del Tercer Reich fueron condenados durante el “juicio de los médicos” de Núremberg, organizado por los aliados victoriosos.
Todavía hoy, la ginecología moderna considera importantes sus resultados, pese a las condiciones de sus investigaciones. Sigue siendo “miembro de honor a título póstumo” de la Sociedad Alemana de Ginecología y Obstetricia.
Los funerales del lunes, coorganizados por el Monumento a la Resistencia Alemana y el gran hospital berlinés de la Caridad, heredero del Instituto de Anatomía del doctor Stieve, ponen bajo los focos la carrera de este científico.
“Aún deben resolverse algunas cuestiones sobre Hermann Stieve y la forma en la que dirigió sus estudios”, insiste Winkelmann, que analiza desde hace años los trabajos del anatomista.
“No quiero cerrar este capítulo [de la historia alemana] porque las futuras generaciones deben saber lo que pasó y por qué consideramos esto inaceptable”.
AFP-NA
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