El oficialismo instala el debate de las calles y atisba las PASO
El intendente puebla su agenda con fotos de obras de pavimentación. Montenegro mostró el deterioro. La llegada de Bullrich fue aprovechada por el diputado. En menor medida, también por Baragiola. No hubo premio para el apoyo de Arroyo.
Pavimento destrozado en avenida Fortunato de la Plaza y Juana Manso.
Por Ramiro Melucci
“Si fuera por el estado de las calles, el intendente tendría que echar a todo el gabinete”. La frase la pronunció la semana pasada un dirigente oficialista molesto por la decisión de Carlos Arroyo de apartar de la Delegación de Batán a Manuel Tonto. El hombre negó la hipótesis de que esa determinación obedeciera al penoso estado de las calles en esa zona, surgida a partir de la falta de aclaraciones oficiales. Advirtió, en cambio, que una vara tan alta como esa podría ser letal para cualquier delegado.
Lejos de utilizarla, el intendente pobló su agenda de recorridas por obras de pavimentación. Es la campaña de la gestión. Le serviría para terminar el mandato de forma menos truculenta o, en el mejor de los casos, para alimentar su sueño reeleccionista.
El lunes pasó por las obras de fresado y recapado en la zona de Playa Grande. El municipio comunicó que se llevan realizados 40.600 metros cuadrados de recapado asfáltico que luego será completado con hormigón. Y que después se sumarán otros 20 mil metros en distintos puntos de la ciudad. “Estamos haciendo sin parar”, dijo Arroyo.
El jueves fue aún más ampuloso. Estuvo en los trabajos de ensanche y semaforización de la avenida Mario Bravo: 35 cuadras que van desde Edison a Avenida de los Trabajadores, donde se harán 25 mil metros de repavimentación, un cantero central para una futura bicisenda y dos carriles más. “Es una obra faraónica”, se embelesó.
No alcanza. El estado de las calles marplatenses es calamitoso. Se trata de un trastorno eterno del que ninguna de las últimas administraciones ha salido indemne. Los barrios de la periferia, que tienen calles de granza, lo sufren más: no solo tienen que soportar los pozos, sino las lagunas y lodazales que se forman cada vez que llueve.
Arroyo busca mostrar el vaso medio lleno. En una recorrida en auto por calles en mal estado junto a un chofer de colectivo y un taxista, Guillermo Montenegro lo exhibió vacío. Aventuró que con una planificación seria, integral y transparente se puede asfaltar toda la ciudad. Para arreglar todas las calles de Mar del Plata, unas 18 mil entre asfaltadas y engranzadas, se necesitan “$ 12 mil millones”, estimó el presidente del Emvial, Pablo Simoni, al citar “un estudio internacional” que mandó hacer su dependencia sobre el estado de las calles. El monto es equivalente a un presupuesto municipal completo. Pareció una respuesta al diputado oficialista. Arroyo eligió una réplica más directa: “Algunos trabajamos, otros muestran”.
El jefe comunal insistió en que el asfalto que hace su administración es más grueso que el que construían sus antecesores. Y que por eso durará más. A su vez, Simoni destacó los $ 705 millones designados al municipio por Vialidad provincial, que “se suman a otros $ 1.500 millones invertidos en la ciudad”.
En el inicio de la gestión, Macri y Vidal habían pensado para Mar del Plata un metrobús como el de Buenos Aires. Pero la obra causó un fuerte rechazo y le bajaron el pulgar. En su lugar hubo una promesa de “arreglar primero las calles”. Es una quimera que, a juzgar por la recorrida de Montenegro y el cálculo financiero del presidente del Emvial, está lejos de cumplirse.
El diputado que responde al Gobierno fue el que más aprovechó el anuncio de la llegada de gendarmes. Presentó la medida como una consecuencia natural a una solicitud suya a Patricia Bullrich. Tuvo también una foto a solas con ella y el ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo.
A la radical Vilma Baragiola también le permitieron su cuota de protagonismo. Fue una de las que, con Montenegro, bajó del helicóptero que trajo a Bullrich y a Ritondo. Los acompañó además en el saludo a los gendarmes recién llegados. Arroyo miraba la escena desde lejos. Quedó claro que el apoyo al gobierno nacional que hace diez días ratificó en una promocionada reunión de gabinete no le reportó aún beneficios de cartel.
Maximiliano Abad no fue a saludar a la ministra. El jefe del bloque de diputados bonaerenses de Cambiemos no estuvo en Mar del Plata en toda la semana. En la capital provincial lo atosiga un asunto delicado: el proceso de sucesión de Manuel Mosca, el presidente de la Cámara de Diputados, que pidió licencia a partir de una denuncia de abuso sexual.
En el sector se atisba la interna abierta. “Me parece muy importante tener la posibilidad de ir a una PASO”, declaró Montenegro, que no obraría sin conocimiento de causa: confirmaría que ya no hay lugar para que un dedo defina al candidato oficialista, como en algún momento temió un sector del radicalismo.
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