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Cultura 6 de junio de 2016

Publican la novela en la que Carlos Fuentes trabajó durante veinte años

"Aquiles o el guerrillero y el asesino" cuenta la vida y la misteriosa desaparición del insurgente colombiano Carlos Pizarro. La obra formaba parte de un ambicioso ciclo de libros sobre hechos contemporáneos que el autor mexicano no pudo concluir.

Pocos libros le demandaron tanto trabajo a Carlos Fuentes, un autor conocido por su inusual fuerza de voluntad a la hora de escribir y por la ambición balzaciana de los proyectos que emprendía. Ahora el resultado de tamaño esfuerzo ve por fin la luz a ambos lados del Atlántico con el título de Aquiles o el guerrillero y el asesino.
Fueron “años y años de borradores y recomienzos”, asegura quien fue el responsable de su edición del libro, el renombrado crítico peruano Julio Ortega, amigo personal del escritor mexicano y experto en su obra.
Ensayista, profesor en universidades estadounidenses y europeas, además de poeta y narrador, Ortega fue quien durante un largo período de tiempo tuvo el privilegio de trabajar, de manera artesanal, con extremo cuidado, para lograr que encajaran las piezas del rompecabezas que era el manuscrito de la novela, editada en forma mancomunada por Alfaguara y el Fondo de Cultura Económica.
La publicación coincide, además, con el cuarto aniversario de la muerte de quien fue uno de los más grandes narradores contemporáneos del idioma español, galardonado con el premio Cervantes en 1987 y el Príncipe de Asturias en 1994, entre otras relevantes distinciones.
Su viuda, Silvia Lemus, recuerda en un texto que precede al prólogo de Julio Ortega, que su marido trabajó en el manuscrito durante los últimos veinte años de su vida, y que la muerte le vino sin haberlo revisado definitivamente.
“Se documentó exhaustivamente, escribió distintas versiones, reorganizó materiales, corrigió y reescribió partes completas de la obra y seguía haciéndolo cuando le llegó la muerte”, precisó.
Lemus explicó que una parte del manuscrito estaba en el estudio de Fuentes en Ciudad de México y otro en su departamento en Londres, por lo que tuvo que asumir una actitud “detectivesca” para rescatar el texto, aunque éste se hallaba concluido.
En consecuencia, Ortega preparó una edición “solvente y fiel” con los dos fragmentos de manuscritos, “transcripciones parciales, muchas notas y recortes de prensa” así como páginas escritas a mano.

Trama y anécdota

La novela remite a un episodio controvertido de la historia contemporánea de Colombia, país al que Carlos Fuentes se sentía especialmente cercano: la muerte de Carlos Pizarro, uno de los jefes principales del movimiento guerrillero colombiano M-19.
En 1990, luego de años en la guerrilla, Carlos Pizarro Leongómez (1951-1990) decidió dejar las armas y, cuarenta y cinco días después, se presentó en las elecciones presidenciales como candidato de la Alianza Democrática M-19, de centroizquierda.
Pero las balas de un joven sicario, Gerardo Gutiérrez Uribe, alias Jerry, acabaron con su vida el 26 de abril de 1990, cuando el hasta hacía poco guerrillero viajaba a bordo de un avión de Avianca en ruta Bogotá-Barranquilla.
Asesinato que algunos atribuyeron a la propia guerrilla, mientras otras versiones aludieron al narcotráfico y más concretamente al capo Pablo Escobar.
La viuda de Fuentes recuerda que el autor no quiso entregar el manuscrito de su novela a los editores “mientras el conflicto armado más antiguo de América latina no llegara a su fin”.
Y aunque todavía no se firmó la paz definitiva, todo parece indicar que el conflicto bélico podría tener los meses contados, si finalizan con éxito las conversaciones que desde hace tiempo celebran en La Habana el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC.
Por lo tanto, la publicación podría coincidir “con la que parece ser la última negociación entre la guerrilla y el gobierno colombiano: la hora de la verdad, el fin de las cuentas pendientes, el comienzo de la paz”.
En su prólogo Julio Ortega, quien conoció a Carlos Fuentes en el verano de 1969 y desde entonces compartió las aulas de la estadounidense Universidad de Brown y “una periódica conversación sobre libros, lecturas y proyectos al azar de los coloquios”, cuenta que la novela era una de las tres que el autor mexicano, siempre afecto a las empresas monumentales, se había planteado bajo el título de Crónicas de Nuestro Tiempo.
Se trataban de tres “crónicas sobre sucesos contemporáneos que le tocaron (a Fuentes) de cerca”. La primera fue Diana o la cazadora solitaria (publicada en 1994); la segunda, Prometeo o el precio de la libertad, que no llegó a escribir, y la tercera es este Aquiles o el guerrillero y el asesino, una novela que Ortega define como “honesta y colombiana”.
“La historia de Pizarro -escribe el prologuista y amigo- es una parábola extrema de sacrificio y muerte, en la que se pierde la guerra para ganar la paz”.
El deseo de conocer en profundidad la trágica historia de su Aquiles colombiano llevó a Fuentes a entrevistarse con los familiares más cercanos del protagonista, con amigos colombianos como Gabriel García Márquez, Fernando Botero, Laura Restrepo o Belisario Betancur, además de con el ex jefe del M-19 Antonio Navarro Wolff.
También pidió a la Biblioteca del Congreso, en Washington, que le fotocopiaran todo lo publicado en los periódicos estadounidenses sobre el líder guerrillero y su asesinato, y rastreó datos en infinidad de periódicos colombianos y españoles.
La obra concluida testimonia ese trabajo de documentación. A juicio de Ortega, Fuentes escribió “una novela latinoamericana hospitalaria, donde la muerte no fuese un deporte nacional sino una lección de pie-dad”.
Lemus recordó que su fallecido esposo “no quiso dejar fuera ningún detalle para conocer íntimamente a su personaje”, y abarcó aspectos como su psicología y el por qué entró en la guerrilla a pesar de que sus antecedentes familiares y educativos eran ajenos a la izquierda, siendo el insurgente hijo de un almirante.
La viuda del autor de La región más transparente consideró que a Fuentes lo seducía la figura de Pizarro tanto por su “atractivo y elegancia” como por su “dimensión heroica”.
“No he visto ojos más melancólicos en alguien de mi mismo sexo. Mirada más lejana, amorosa, tierna, risueña, hundida en cuencas tan sombreadas, románticas, como las de un poeta del siglo diecinueve”. Así describe Fuentes a Pizarro, su Aquiles colombiano, en el fragmento del libro que adelantaron los editores.



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