Rita Segato: “Una politicidad femenina no puede ser principista, sino pragmática”
La antropóloga convocó a desarmar verdades únicas y a dar cuenta de la diversidad de identidades culturales para "tener un mundo radicalmente plural como meta histórica".
La antropóloga Rita Segato inauguró la 45° edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires con un discurso crítico, desde su perspectiva de la colonialidad del poder, en el que convocó a desarmar verdades únicas y a dar cuenta de la diversidad de identidades culturales para “tener un mundo radicalmente plural como meta histórica”.
Ovacionada y recibida de pie, Segato subió al escenario acompañada por cantos del público que exigían “aborto legal en el hospital” y descontracturó así el tenso clima que se vivía en la sala Jorge Luis Borges de La Rural, luego de las protestas ante el discurso al secretario de Cultura, Pablo Avelluto.
La tercera mujer en abrir de manera consecutiva la Feria del Libro pero la primera académica, contó que aceptó la invitación cuando su hijo Ernesto, mientras caminaban por Buenos Aires y ella recibía saludos, le dijo: “Mamá un país donde alguien se hace célebre solamente por pensar es un gran país”.
Segato llamó a “no confundir el Ni Una Menos con el MeToo y no nos enredemos en su tensión con el manifiesto de las intelectuales francesas. Cada movimiento y cada feminismo solo puede ser construido con los elementos de su propia historia“, al tiempo que invitó a “trabajar arduamente en las relaciones de poder en los ámbitos de trabajo y estudio” para “desmontar el orden político patriarcal e inaugurar una nueva era de la historia”.
A diferencia de sus conferencias, en las que suele hablar, Segato leyó un discurso organizado en fragmentos a los que tituló “desobediencias” y un epílogo, ocho textos reflexivos con frases potentes que funcionaron como contrapunto en una gran invitación a la “indisciplina” y a “construir nuestra propia desobediencia”.
La primera desobediencia, esperable en esta intelectual valorada por los estudios de género, sostuvo que “una politicidad femenina no puede ser principista, sino pragmática, capaz de improvisar, dirigida a la vida aquí y ahora, a su continuidad y su esplendor”; en este sentido, Segato señaló que “se torna necesario ser pluralista antes de feminista“.
Y agregó: “Tener un mundo radicalmente plural como meta histórica”, ya que “para el patriarcado, el capital y los monoteismos fundamentalistas hay una única verdad, una única forma de futuro, una única justicia. Son de esa forma monopólicos, regidos por una lógica exclusiva y excluyente”.
“Mientras que nuestra lógica, que permitió resistir a tantos siglos de masacre en nuestro continente, no es una lógica monopólica: es trágica. En el sentido de que puede vivir con la inconsistencia, con verdades incompatibles y por lo tanto siempre dotada de la intensidad de la desobediencia”, explicó.
Segato también se enfocó en el sector editorial: “Me duele saber que un editor de América Latina no tiene las mismas facilidades para circular que uno de Europa”, y señaló que “la dictadura persiguió a grandes libreros y destruyó el gran parque editorial que teníamos. Menem terminó el trabajo. La industria editorial gozaba de gran prestigio en el mundo de habla castellana por su incontestable calidad”.
Un momento emotivo fue cuando rindió homenaje a los editores que resistieron la “desprotección” y surgieron después de la ruina. “No se trata -aclaró- del valor del patriotismo, se trata sí del valor del pluralismo”.
Por otro lado, dijo que “es el campo de las humanidades, con su usina de palabras, lo que da forma al futuro de la historia. Es por eso que se encuentran en manos de pocos, pocos que no están aquí. Y es la llave del camino de las humanidades que cierra la puerta de esa circulación planetaria a los conceptos teóricos acuñados en nuestra lengua”.
La autora de “Las estructuras elementales de la violencia” argumentó que “hoy la información es un problema: estamos asfixiados en información, por eso lo que importa es la capacidad de elegir una ruta autoral en el fardo informativo que nos atraviese”; y en ese lugar llamó a que “no abandonemos el ensayo, el yo digo, la voz del ensayista es inexorablemente una voz autoral que no se esconde por detrás. Tengamos en cuenta que la verdad es un acuerdo entre interlocutores”.
Luego de las siete desobediencias, Segato sumó a su exposición un “epílogo” en el que reunió luchas sociales del presente con consignas claras como “abajo el mandato de la masculinidad”, “sí al aborto seguro, legal y gratuito”, “ni una trabajadora de prensa menos”, “por el derecho de los pueblos a sus territorios” y “reconocimiento para los bachilleratos populares”, entre otras.
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