Ante la Asamblea Legislativa, reunida en el recinto de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, hace hoy 70 años, resonaba la voz clara, firme e inconfundible que decía: “Yo Juan Perón ante Dios Nuestro Señor y sobre estos Santos Evangelios, juro desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo de Presidente de la Nación y observar y hacer observar fielmente la Constitución de la Nación Argentina.”
Ocurría así por primera vez lo que, ese gran argentino que supo conquistar a la gran masa del Pueblo, por voluntad del mismo alcanzaría, siendo el único en lograrlo, por tres veces ser Presidente de la Nación.
Concluida la jura, el Presidente Perón pronuncio el discurso inaugural de su primer período de gobierno. De ese momento histórico ha trascendido en el tiempo aquella reiterada frase: “Quienes quieran oír que oigan; quienes quieran seguir que sigan. Mi empresa es alta y clara mi divisa; mi causa es la causa del pueblo; mi guía es la bandera de la Patria.”
Hoy evocamos y rendimos homenaje a esa histórica jornada acaecida hace 70 años, reivindicándonos como seguidores del General. Lo hacemos porque como dijo Cristina Fernández de Kirchner: “Perón primero fue Perón para los argentinos y después fue Perón para los peronistas.”
Porque lo hemos “oído y seguido”, reproduciremos citas de aquel discurso que pueden iluminar nuestro presente, ya que nos ha legado su magisterio conceptual, que como doctrina política vino a ser la respuesta cultural y política al medio argentino.
Describía su triunfo así Perón: “…el triunfo del pueblo argentino es un triunfo alborozado y callejero: con sabor de fiesta y talante de romería; con el espíritu comunicativo de la juventud y la alegría contagiosa de la verdad, porque rebasó el marco estrecho de los comités políticos habituales para manifestarse cara al sol o bajo la lluvia, pero siempre al aire libre, con el cielo como único límite a sus anhelos de redención y libertad. Fiestas de redención de los trabajadores, de liberación de los seres útiles de la patria; fiestas de redención de la patria misma al tener cabal noción de su libertas y concepto claro de la soberanía.”
Estas palabras vienen bien para estos tiempos nuestros: “No podrá prosperar tampoco el espíritu de venganza, no lo ampararán las encarnaciones del poder soberano del pueblo; no debe recurrirse a la venganza para resarcirse de lo que se ha sufrido por injusticia. Si así fuese, sería arbitrariedad y no justicia”
Un Presidente de todos: “…para un argentino no puede existir ningún honor más grande que el de verse elevado por la voluntad de una mayoría de ciudadanos, a la presidencia de esta gran Nación,… soy y me siento el presidente de todos los argentinos; de mis amigos y de mis adversarios; de quienes me han acompañado y de quienes me han combatido; de quienes me han seguido de corazón y de quienes me han seguido por un azar circunstancial; de aquellos grupos que se encuentran representados por las mayorías de las Cámaras y de los que lo están por la minoría. También de los que, por causas que no me corresponde examinar, quedaron sin representación parlamentaria.”
La primacía está en el hacer: “…daré siempre más importancia a las realizaciones prácticas inmediatas que a las discusiones bizantinas sobre la estructura de los organismos que tengan confiada o deba confiárseles la tarea ejecutiva. Más que buenos proyectistas, necesitamos decididos realizadores.”
Ética y política: “Quiero que mi gobierno sea, por así decir, escuela de ética política y administrativa que trascienda a la conducta de los partidos políticos. Con tal intensidad deseo esta moralización de las costumbres políticas que si bien considero debemos esforzarnos en mantener la confianza popular por el acierto que siempre acompañe a nuestra obra de gobierno, no vacilo un solo instante en afirmar mi convencimiento de que sería preferible ver el poder en manos de nuestros adversarios, que incurrir nosotros en cualquier claudicación.”
Justicia y poder judicial: “Pareja a la honradez ha de marchar la ecuanimidad en el gobernante, reflejada en su amor a la justicia. En lo que a mí hace, pongo el espíritu de justicia por encima del Poder Judicial, que es requisito indispensable para la prosperidad de las naciones; pero entiendo que la justicia, además de independiente, ha de ser eficaz, y que no puede ser eficaz si sus ideas y sus conceptos no marchan a compás del sentimiento público. Muchos alaban en los tribunales de justicia su sentido conservador, entendiendo por ello que defienden lo tradicional por el solo hecho de serlo. Lo considero un error peligroso, tanto porque puede poner en oposición a la justicia con el sentimiento popular, cuanto porque a la larga produce un organismo anquilosado. La justicia, en sus doctrinas, ha de ser dinámica, y no estática.”
El gran protagonista: “nuestro pueblo, este pueblo hecho –como al comienzo decía– de altivez y de ternura, rehúye tanto la imposición como la cobardía. Desprecia tanto al que le exige sin razón como al que se humilla sin motivo, y exalta tanto al que ordena ante la resistencia obstinada de quien se empeña en desobedecer deberes esenciales, como al que sufre arbitrariedades e injusticias. Este sentido ponderado del arte de vivir ha dado a nuestro pueblo el fino sentido del arte de gobernar.”
* La Corriente – FPV