Cuando un poeta escribe sobre otro: “El cantor de Buenos Aires”
por Carlos Enrique Berbeglia
Remitir a las páginas del presente ensayo de Sebastián Jorgi nos enfrenta a un brete dialéctico, si no inusual al menos paradójico, el de formular la crónica de quien, a su vez, la ha realizado sobre alguien que frecuenta sus mismos pasos en el camino literario, el del hablar poético.
Su prologuista, Luis Ricardo Furlan, nos advierte sobre el encuentro de ambas personalidades, Cadícamo y Jorgi, debida a la comunión que los vincula en el tango, ritmo por excelencia porteño, algo que el desarrollo del texto se encarga de demostrar sin altibajo alguno.
Fiel a esta consigna, desde el comienzo, el dúo Cadícamo-Jorgi nos indica las fuentes en las que abrevan, las mismas de cuantos, posesos por el poetizar, se sumergen en las ondas, no tanto de los sueños, como ellos dicen, corregimos, sino de las ensoñaciones, porque de los sueños se apropia la inconsciencia, en cambio, de las segundas, es el yo consciente y actuante el que, aunque le pese al surrealismo trasnochado en boga, el autor de las variadas figuras, lingüísticas, en este caso, que entregan al mundo de las letras y la música.
Ensoñaciones que, sin embargo no pernoctan en la torre de marfil sino, por el contrario, se entreveran con la cruda realidad que, desde siempre y en todos los tiempos y culturas, se ensaña con la clase humilde que encuentra, en poetas de esta índole, los altavoces de sus penalidades, los cuales, desde su bohemia (sufrida, en sus carencias materiales, pero a diferencia de la experimentada por los pobres, y ambiguamente, también gozada, por tratarse de un modus vivendi que los aleja de la tan menospreciada burguesía, de allí su profunda diferencia) no solo la denuncian, sino la enaltecen.
Un libro que entristece, si comparamos la trascendencia y universalización estética que el tango diera a la Argentina, con la estolidez que ofrecen las letras de las (¿nos atrevemos a llamarlas “músicas”?) actuales, de dudosa raigambre popular, que ni vale la pena hacer mención, con la esperanza de que algún cataclismo racional las sepulte y ni reste siquiera su nombre por el daño que infligieran al ser nacional, enriquecido por los poetas del tango frente a cuantos lo denigran y amenazan (desde distintos ámbitos) con degradarlo aún más.
Lectura para la nostalgia, propuesta por Sebastián Jorgi en el despliegue que formaliza de los tangos poetizados por Cadícamo, no resta prácticamente ninguno sin analizar, primero, y sistematizar después, en una obra que enriquece la bibliografía atinente no solamente al ritmo 2×4 sino a la totalidad de ese momento histórico vivido por la Argentina, un país vapuleado por las contradicciones que él mismo genera y que el propio tango tan bien supiera manifestar en sus momentos cumbres.
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