Dolor, angustia y disturbios en Tribunales tras la sentencia
Familiares y allegados de la víctima manifestaron su disconformidad con la decisión del Tribunal Oral N° 1.
La lectura de la sentencia fue corta. Tan solo uno o dos minutos tardó el Tribunal Oral en lo Criminal N°1 para dar a conocer la condena para Federico Sasso por haber atropellado y matado a la adolescente Lucía Bernaola, una pena que, para la familia y allegados de la víctima es una burla, no alcanza.
En la sala de audiencias del TOC 1 no cabía una persona más. Los familiares de Lucía Bernaola, encabezados por su madre, Verónica, ocupaban los asientos que los estudiantes de Derecho habían dejado libre y, al escuchar la sentencia, explotaron. Todo ese dolor y angustia contenida por años fue expulsada en gritos, llantos y amenazas.
Los principales insultos fueron a Federico Sasso. El tío de Lucía Bernaola tuvo que ser retirado de la sala por tres policías y, seguido a él, se retiró la madre de la adolescente. Junto a ella, la abuela y las tías, todas desbordadas por las lágrimas y el dolor.
Puntualmente, el dolor que provocó la sentencia no fue porque Sasso sea condenado por “homicidio culposo” en vez de “doloso simple”, no fue por un tecnisismo legal. A la familia de Lucía Bernaola les dolía en el alma y en el cuerpo saber que Sasso no iría a la cárcel, que los jueces no le revocaron la prisión domiciliaria y que podría cumplir la sentencia –hasta que quede firme- en su departamento de Balcarce.
Afuera de Tribunales, en la vereda, del otro lado de las rejas y ante la mirada de policías fuertemente armados, los amigos de Lucía, familiares y allegados, se hicieron eco de la noticia. Una mujer se descompuso, se desmayó y tuvieron que levantarla del suelo. Hombres en plan barra brava patearon las rejas, insultaron a los policías, amenazaron con conseguir justicia con sus manos. Adolescentes, amigas y compañeras de escuela de Lucía lloraron, se abrazaron e insultaron a la Sasso, a su abogado Facundo Capparelli, a los jueces, a los periodistas, a la sociedad, a la Justicia. A todos.
Los que estaban en la puerta de Tribunales pidieron justicia, tiraron piedras y bombas de estruendo, recordaron a Lucía y gritaron su nombre: “¡Lucía presente, ahora y siempre!”. Otra vez el nombre “Lucía” deja cicatrices en Mar del Plata y es sinónimo a reclamo de una Justicia que no da respuestas a las víctimas, o da una respuesta que no alcanza.
“Nadie tiene corazón. Sasso no tiene corazón, los jueces no tienen corazón, ustedes no tienen corazón. A los jueces no le mataron una hija, una amiga, una hermana. Son asesinos igual que Sasso, igual que Caparelli”, dijo una adolescente, que gritaba hasta donde la garganta le daba.
A pesar de que es la primera vez que una persona recibe el máximo de pena por un homicidio culposo, a pesar de cualquier tecnicismo, de cualquier palabra puesta en una sentencia, los familiares y amigos de Lucía Bernaola reclamaron por una justicia que sintieron que no consiguieron.