El costo de curar
por Alan Norton
Transitamos el decimonoveno año del siglo XXI, y somos casi siete mil quinientos millones de personas las que habitamos el planeta tierra. En toda su variedad, los pueblos del mundo se desarrollan y crecen en diversidad, pero si hay algo que ha sido una constante, es la demanda de cada uno de ellos para satisfacer los derechos fundamentales del hombre: seguridad, educación, refugio, alimento y por supuesto, salud. Temas antiguos, para una era moderna. Mismos desafíos para números cada vez más demandantes y que ponen a prueba el ingenio de aquellos que hacemos el estado.
Porque los recursos no abundan, es claro. Y el ámbito de la salud pública es uno de los más afectados hoy a escala global, con millones de personas pugnando por entrar a los sistemas de cobertura estatal. Nuestro país es uno de los que ofrece como derecho el acceso irrestricto a este beneficio, y esta tradición que se sostiene históricamente es reconocida mundialmente. Ahora bien, luego de hablar de los derechos, hablemos de las obligaciones. Porque la salud es gratuita y pública, pero tiene costo.
De manera que en este nuevo milenio, los funcionarios públicos debemos apelar a los conceptos de la gestión moderna y sus mejores prácticas, para optimizar los recursos, y ganar eficiencia para satisfacer la demanda social en la mayor escala posible.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el concepto de atención primaria de la salud es fundamental para lograr un acceso sanitario universal, o sea que esté disponible para todos los individuos de una nación. ¿Qué significa? Muy simple: prevenir, no curar.
Durante el Seminario para Líderes Latinoamericanos de la Salud. “Gestión de Salud en el siglo XXI”; realizado durante septiembre de 2018 en el Campus Médico de la Universidad de Harvard, se profundizó el tema: cuando la enfermedad debe curarse, estamos frente a la atención terciaria, y los costos de la salud se multiplican exponencialmente. La enfermedad, ya está declarada, y debemos afrontar el precio de sanar a una persona.
Inclusive la detección temprana de un mal (atención secundaria), es altamente onerosa.
Por ello, en el país de hoy, donde se quieren realizar cambios estructurales, tenemos el desafío de desarrollar un verdadero enfoque estratégico de Salud Pública. El de migrar hacia un enfoque primario, preventivo. Que requiere esfuerzo y una gran generosidad en la gestión: porque es una atención que no se ve, y que por ende no tiene réditos políticos inmediatos. Pero que logra transformaciones de largo plazo. Y que además de alcanzar la mejora de costos, tiene otro beneficio fundamental. La sociedad mejora porque no se enferma.
Los expertos de Harvard identificaron drivers fundamentales de este enfoque: reducción general de costos, re locación inteligente de recursos (redistribuyéndolos en otras áreas estratégicas) y como consecuencia, una mayor cobertura al contar con mayor disponibilidad presupuestaria. Las herramientas están, la disposición también. El camino es pensar, prevenir y anticiparse. Porque como dijo alguien una vez, la mejor forma de predecir el futuro, es inventarlo.
(*): Contador. Director Administrativo Adjunto del Hospital de Pediatría Garrahan.
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