¿7.30 es muy temprano?: analizan retrasar una hora la entrada a clases en Mar del Plata
Según estudios científicos, cada vez mas evidencia indica que iniciar una hora después el turno mañana favorece los procesos de aprendizaje y revierte la falta de atención. Impulsan una mesa de trabajo en el Concejo Deliberante.
El debate es de carácter internacional y está próximo a desembarcar en Mar del Plata. ¿Sería beneficioso que los alumnos del turno mañana entraran una hora más tarde a clases? Ya son varios los estudios científicos realizados que aconsejan que los niños y jóvenes ingresen a la escuela una hora después, ya que esto optimizaría los procesos de aprendizaje.
Despertarse temprano para un chico es por lo general un suplicio. Pero ¿por qué? Probablemente no es por un simple capricho, dicen los científicos, sino más bien por una razón biológica relacionada con la pubertad, el crecimiento y las hormonas.
El Concejo Deliberante se predispone a convocar a una mesa de trabajo para debatir y analizar ensayos científicos y pedagógicos con el objetivo de evaluar los beneficios y su eventual aplicación en el sistema educativo local. Así lo requirió el concejal radical Mario Rodríguez, quien en los últimos días presentó un proyecto para abordar el tema.
El debate nació a raíz de una investigación realizada en Estados Unidos, que propuso que los adolescentes entraran a la escuela una hora más tarde para estar mejor adaptados a su ciclo biológico, pero en Argentina rápidamente especialistas en medicina del sueño convalidaron el estudio y advierten que hasta las 9 de la mañana el mecanismo fisiológico de los jóvenes los predispone más a dormir que a estar atentos en una clase.
El concejal Rodríguez consideró propicio abrir el debate y por eso convocó a una mesa de trabajo para evaluar el beneficio de retrasar una hora el ingreso de los adolescentes a las escuelas en el turno mañana en el ámbito del Partido de General Pueyrredon.
Convocó a participar de la misma a funcionarios de las secretarías de Educación y Salud del Municipio, miembros del Colegio de Médicos y facultades, consejeros escolares, diputados provinciales y nacionales, especialistas en pedagogía y defensores del pueblo, entre otros.
La invitación incluye particularmente al director del Hospital Austral, Daniel Pérez Chada, quien explica que “los adolescentes alcanzan su nivel óptimo de alerta un par de horas más tarde que los adultos”. Es que “hay una hormona, la melatonina, que se libera en el organismo y es la inductora del sueño. En los adultos, comienza a aumentar al anochecer, pero en los adolescentes un par de horas más tarde”, indicó.
“Por eso los chicos, a partir de los 9 años, no quieren irse a dormir a la hora que los adultos lo hacen. A la mañana siguiente, cuando en los adultos esta sustancia comienza a disminuir en las primeras horas del día, en los chicos comienza a bajar un poco más tarde”, profundizó el profesional.
Pérez Chada lideró uno de los pocos estudios científicos locales sobre el tema. Ese relevamiento se hizo sobre 2200 chicos y fue categórico: quienes no alcanzaban un promedio de 9 horas diarias de descanso, tuvieron peor rendimiento en matemáticas que aquellos que habían dormido lo suficiente.
¿Cuánto, cómo y cuándo descansan los argentinos?
Actualmente se está realizando una encuesta abierta sobre cuánto, cómo y cuándo descansan los argentinos. La convocatoria, impulsada por los científicos Diego Golombek, María Juliana Leone y Marina Giménez, se llama “Crono Argentina” y ya reunió 15.000 respuestas. Aspiran a sumar 100.000.
Golombek propone que una vez que haya datos concretos del mapa del sueño de los argentinos, habría que hacer una prueba piloto en algunas escuelas y retrasar el comienzo del turno mañana. “Se ha demostrado que retrasando la entrada media hora o idealmente una hora se obtienen grandes resultados en los alumnos. Los chicos se sienten mejor, faltan menos a la escuela y tienen mejores notas. Si das la oportunidad a los chicos de que duerman un poco más, el resultado es tremendo”, sostiene el científico.
Golombek explicó que el reloj biológico no es homogéneo entre las personas. Se definen en “cronotipos” o preferencias horarias, que incluyen personas muy matutinas, que se les llama “alondras”, o muy vespertinas, denominadas “búhos”. Y las preferencias de horarios varían a medida que pasan los años. A los adolescentes, por su reloj interno los define como “búhos”.
El científico advirtió que “a los adolescentes les resulta natural salir a cualquier hora, quedarse viendo tele o chateando con amigos hasta muy tarde” y que “el problema es que la escuela comienza muy temprano por la mañana: en las primeras horas los jóvenes están literalmente dormidos y acumulan una deuda de sueño que hace que haya más ausentismo, se enfermen más y tengan menor rendimiento académico”.
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