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Opinión 21 de febrero de 2019

Venezuela con prisión domiciliaria

Nicolás Maduro.

Por Raquel Pozzi (Analista en Política Internacional/Prof. en Historia).

 

Las horas corren y la tensión se agrava en las fronteras de Venezuela, luego del anuncio de Nicolás Maduro del cierre de la frontera física con Brasil de forma indefinida como también de todo el espacio aéreo conmina a pensar en una Venezuela vallada y bloqueada por decisión apodíctica del mandatario. La profunda crisis humanitaria que atraviesa la sociedad venezolana ha movilizado innumerables países a gestionar asistencia de todo tipo acopiándose en tres puntos fronterizos: en Colombia (Cúcuta), Brasil (Roraima) y una isla del Caribe (Curazao).

Mientras aumentan los gestos de provocación entre N. Maduro y J. Guaidó la población más vulnerable es el rehén impotente. El régimen de N. Maduro que rige a través de la ley de la fuerza y de la prevaricación refuta cualquier exordio que pretenda justificar el arribo de la ayuda humanitaria.

La débil argumentación del mandatario venezolano sobre las intenciones imperialistas de los EEUU se contrapone a la aceptación del gobierno de Maduro de la ayuda recibida por la Federación Rusa. Los fuertes lazos económicos que los unen comprueba la férrea voluntad del Kremlin de sostener el régimen de N. Maduro, el rescate financiero y las inversiones de la petrolera Rosneft marcando el curso de la relación que retrospectivamente data desde la era chavista.

El cobro de la deuda que Venezuela mantiene con el estado ruso depende de la resolución de la crisis política y aunque desde el Kremlin insistan en el apoyo incondicional hacia el actual mandatario las razones geopolíticas comandan operaciones de rescate para el régimen madurista en salvaguarda de la situación que le generó a la Federación rusa las sanciones económicas de Occidente por la cuestión de Crimea.

Los enfrentamientos retóricos entre D. Trump y V. Putin empeoran cuando ambos extienden sus tentáculos hacia América Latina aunque la bofetada es más dura para Washington quien considera de exclusividad esa área de influencia.

El 23 de febrero entre caravanas, recitales y ejércitos.

Aunque N. Maduro hizo un llamamiento a no responder agresiones, el hecho de vallar las fronteras aéreas y físicas simboliza una embestida hacia los venezolanos que padecen todo tipo de carencias. El 23F se ha transformado en el límite temporal para observar los confines de los atracos del régimen de Maduro con graves problemas de sostener la fidelidad de altos mandatarios militares.

Las caravanas de civiles hacia la frontera colombiana en Cúcuta es la demostración de la fuerza popular contra la coacción del poder político que representa al madurismo. Desde las entrañas de Venezuela y desde otros estados llegarán al punto de encuentro dónde se pretende anteponer la ayuda humanitaria a la demagogia política. Más allá de J. Guaidó y de N. Maduro sólo hace falta una chispa para que se agrave la situación en la frontera con Colombia y aunque la ofrenda musical de varios artistas intenten mitigar el peligro que representa una marea de civiles enfrentando a las Fuerzas Armadas Nacional bolivariana, la coyuntura es cada vez más crítica por la advertencia emitida por los altos mandos militares de EEUU y Colombia hacia los militares venezolanos.

Mientras Maduro niega y obstruye el acceso de la ayuda humanitaria y J. Guaidó arenga una movilización masiva a favor de la democracia la situación se torna más bizarra cuando el  Grupo de Lima se reunirá el 25 de febrero en Colombia con la asistencia del vice-presidente de EEUU Mike Pence y si a todos estos desafíos se suma la rebeldía del ex – jefe de inteligencia de Hugo Chávez, Hugo Carvajal, Venezuela no sólo está vallada sino también condenada con prisión domiciliaria.