En la década ’50/60 andaba por ese bar que estaba en Avenida Freyre y Vera, Gobernador Vera, en Santa Fe. Café y Bar “La familia”, de Santos Salvador Cardamone. Llegaban los sicilianos de pos guerra. Se reunían los domingos y hablaban su dialecto. Las mesas de ese bar eran las de Discépolo, no las de Cacho Castaña. Nunca preguntaban y aprendíamos filosofía, dados, timba…
Una radio desde el fondo transmitía los partidos de los sábados de Colón o Unión en Buenos Aires y música siempre. En esos años Héctor Varela armó su orquesta de tango y los cantantes eran muy jóvenes. Rodolfo Lesica y Argentino Ledesma. Había un tercero. Raúl Lavié. El rosarino cantaba un vals que decía…y cito de memoria:… “te dirán, por doquiera que vayas, señora princesa”… Refería a que la princesita debía salir a la calle “y besarse y amarse”. Cuando eligió el material para conmemorar con un CD sus 50 años de cantante Raúl Lavié rescató esa grabación. Su voz era aquella y la calidez la exaltaba con los años. Eso pasó en una de estas noches marplatenses. Esa voz. Y ese escenario. Ese muchacho que escuchaba en el bar de la esquina de mi casa está dando vueltas por el teatro.
“La jaula de las locas” es una obra de Jean Poiret (La cage aux Folles) que tuvo una versión cinematográfica con Ugo Tognazzi y Michel Serrault y una argentina, en teatro, con Tato Bores y Carlos Perciavalle que la crítica perdonó y el público aceptó. Hubo una versión yankee que es mejor olvidar. Imperdonable.
El teatro trae curiosidades, manifestaciones que se nos pasan distraídas, cuestiones que no solemos ver o que, por la rapidez del día, no solemos destacar. Tanto “Sugar” como “La Jaula de las Locas” tratan el homosexualismo, la cuestión de género, el matrimonio tradicional y finalmente el sexo de un modo absolutamente actual. No son obras del siglo XXI. Es cierto que en el ambiente de las Bellas Artes la vida llega primero, como es cierto que fueron hechas para provocar desde el escenario (el arte es provocación en todos los casos, porque provoca en el espectador diversidad de sentimientos y sensaciones, que no es lo mismo) pero está claro que parecen rutinarias, obvias. Las salva el profesionalismo. En “Sugar” es el esplendor. En “La Jaula de las Locas”, Raúl Lavie como Zazá, la veterana estrella del show en Saint Tropez y en el sitio que lleva ese nombre: “la cage aux folles”.
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