La Barbieri y los géneros
por Raúl “Bigote” Acosta
Está bien el plural. Los géneros. En el Teatro Atlas se presenta, durante todo el verano, la obra ”Nuevamente Juntos. Un amor de revista.”
Encabezan el espectáculo Carmen Barbieri, Santiago Bal, Federico Bal, “Bicho” Gómez, Valeria Archimó, Sol Pérez y Mica Viciconte. El cuerpo de baile son 10 chicas y muchachos.
La definición del género está en el título. Es una Revista. El texto, en los monólogos y las explicaciones de los participantes, intenta eso: reivindicar el género: Teatro de Revista.
A diferencia de años anteriores, en que los monólogos hacían mención a los chismes de los programas de televisión (de chimentos) aquí solo se menciona al conflicto entre la pareja. Eso sirve para ganar en calidad. Una serie de menciones a sucesos del invierno en los programas (de chimentos) no es el mejor argumento ni la mejor opción. El año pasado en calidad la obra fracasó. Este año no.
La presencia del hijo de ambos trae una sorpresa. Aparece a telón cerrado y arranca aplausos y alaridos de las “teen agers”, las jovencísimas que lo tratan como un star de juvenilias. Tal vez lo sea. Eso es bueno. “Corta entradas” de gente joven en un género que está muerto. Estaba. Según.
Su participación en el texto que cuenta es confesar que nació en un teatro siendo hijo de un judío cabrón y una tana calentona.
Santiago Bal hace gala de sus 83 años y recuerda a los antiguos héroes del género. Es un sobreviviente. Cuando estaban todos no encabezaba pero es eso: un sobreviviente. Su personaje es el de un veterano en un banco y con bastón. Después 30 segundos de baile. Es un dignísimo acompañante.
Carmen Barbieri es nieta del hombre de Gardel, uno de sus guitarreros. A los 40 años, en Medellín, muere Guillermo Barbieri. Su padre fue el cómico Alfredo Barbieri (y sus conocidas parejas anteriores Jorge Porcel y Beto César)
La Barbieri es genéticamente teatro, bambalinas, escenario y colorete. Es ella la que conversa con las modelos, las figuritas, dando vueltas un clásico: el “capocómico” dialogando con la vedette. Volveremos sobre esos diálogos. Ella es la “capocómica”.
Bicho Gómez es el encargado de “telonear” (entretener para que las figuras cambien ropa y el escenario sus elementos) Bicho participa de un paso de comedia, livianísimo, que sirve para mostrar la reconciliación familiar y una serie de disparates del estilo “sabes quien viene a cenar esta noche” en el tono de la Revista. Bicho Gómez es el eje de este trabajo y mucho se le debe a que el tiempo pase como corresponde: livianamente. No es sorpresa. Es confirmación. Es un gran Bicho en el escenario.
Las dos figuritas jóvenes son las mencionadas: Sol Pérez y Mica Viciconte. Todo lo que se refiere a las mencionadas niñas apunta a exaltar sus figuras y su belleza. Se hace mención hasta de la fortaleza de sus glúteos. La Barbieri lo hace. Los exalta.
No está mal que eso suceda porque el juego de las libertades es eso: Libertad. El punto es cuestión es que Federico Bal, en el comienzo, le explica a su padre que el teatro de Revista debe cambiar. El argumento es la reivindicación de género, el sitio de la mujer en la sociedad y que los piropos y los esquicios denigrándolas, minimizándolas, cosificándolas, violentándolas, tienen otra respuesta en la sociedad; que por eso se muere el género: Teatro de Revista.
El teatro lleno, con ayuda de los aportantes publicitarios con entradas promocionales, el teatro lleno con dos funciones diarias resuelve una pregunta. Si la oferta es buena según la respuesta del público entonces bueno, la oferta es buena. Si la pregunta refiere a la comparación con lo ofertado en años anteriores es muy buena.
Es el uso del género, en el límite de la cuestión permitida o no, la que lleva a que revisemos la historia. Sacar los hechos del año, el paisaje, la contemporaneidad es ilícito, malvado, perjudicial y, básicamente: injusto. La mujer en el teatro de Revistas era un objeto decorativo y a denigrar. Acusar a aquellos teatros, programas, personajes comporta un yerro temporal.
Recordemos un hecho: es Nélida Lobato la que, por contrato, plantea que no le toquen la cola y que, en los monólogos con los capocómicos, no la insulten ni ridiculicen.
Esta es una crónica de los espectáculos marplatenses del verano. Aparece esta cuestión de género porque allí debe estar un eje de análisis.
Deberíamos entender que Santiago Bal responde a su formación y sus mandatos sociales. Reivindica el género. Tiene otro borde, otro límite de lo permitido y lo prohibido. La Barbieri también.
Qué pasa con Viciconti y Sol Pérez. Que pasa con 10 bailarines 10. Juzgar con las imposiciones del mañana debe revisarse; hoy aparecieron duros mandatos de los que nada sabían losa cultores del género
Juzgar a las chicas, que deben pasearse con mínimas rosetas en los pechos y mínimos triangulitos sobre las xonas pudendas, es algo que no aconsejaría que se realice en el Teatro Atlas, este verano, a razón de dos funciones diarias completamente llenas y con sonoros aplausos. No lo aconsejo por algo que me acompaña. El principio de incertidumbre. No compré la verdad. No está en venta. Mañana no se sabe.
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