Carlos Arroyo no lo confirmó. Pese a que la decisión fue tomada hace varios meses atrás (en los últimos de 2018, más específicamente) el intendente de General Pueyrredon dijo desconocer la noticia sobre que su amigo, co-fundador de Agrupación Atlántica y presidente del Concejo Deliberante, Guillermo Sáenz Saralegui, había renunciado al partido y había optado por unirse a las filas del peronista Miguel Ángel Pichetto. Pero tampoco lo negó.

En medio de los actos por el 145 aniversario de Mar del Plata, Arroyo fue consultado por LA CAPITAL sobre cómo vivió el alejamiento, después de tantos años de amistas y camino recorrido. El jefe comunal solo respondió: “Oficialmente no tengo nada todavía, así que no puedo opinar, no tengo ninguna cosa escrita. Yo por comentarios no me guío, quiero ver primero los papeles y después opinaré”.

Pese a reconocer haber conversado con Saralegui en el último tiempo (“Estuve con él hace poco en un acto”, aseguró), Arroyo parecería no querer reconocer la renuncia, que ya fue confirmada por el propio protagonista, aunque por debajo y de manera cautelosa. Sin embargo, el intendente aclaró: “Estamos en un sistema democrático en el que cada uno puede cambiar de opinión, pensar lo que quiera. Esta es la verdadera democracia, a mi no me tiene que asustar que la gente se acerque o que se aleje”.

Y agregó: “El tema es que cada uno tenga su forma de pensar y que el otro lo respete, siempre hay que respetar al otro y nunca pensar que uno tiene la verdad: ese es el principal principio para empezar a entendernos y comprendernos, escucharnos y tener solidaridad”.

Arroyo también habla de “recuperar el orgullo argentino”, como quien quisiera, nuevamente, intentar cerrar una grieta en la sociedad y hacerla desde, nada y más y nada menos, el máximo cargo municipal. Es que consultado sobre cuál era el balance que hacía en su “último año de gestión”, Arroyo interrumpió a la periodista de este medio y señaló: “Último año dice usted”. Y agregó: “Es mi cuarto año de gestión, todavía me faltan cuatro”, dejando claro que su deseo de ganar las elecciones y gobernar la ciudad en un segundo mandato es, para él al menos, un hecho asegurado.