Las PASO ratificadas y una decisión que buscó dejar expuesto a Arroyo
La determinación de no desdoblar las elecciones provinciales confirman las primarias. Después de ese anuncio Vidal acusó a Arroyo de atentar contra la temporada. ¿Puede el intendente quedar afuera de la grilla electoral? Celebración por los municipales y contradicciones con el transporte.
Por Ramiro Melucci
De las múltiples formas que la política otorga para dar a conocer un enojo, María Eugenia Vidal eligió una de las menos reservadas. La carta que le cursó a Carlos Arroyo para pedirle que no le cobre la tasa de Publicidad y Propaganda a los teatros puso en evidencia que el vínculo entre ellos volvió a astillarse. La gobernadora no se lo dijo personalmente y en secreto, como suelen transmitirse las quejas los dirigentes con buena sintonía.
Tampoco le envió un emisario para hacerle saber el malestar, como sucede otras tantas veces con los dirigentes díscolos. Dejó constancia por escrito de su reto. Y todo lo que está escrito puede tener destino de difusión. Ergo, Vidal reprendió a Arroyo y quiso que se supiera.
No lo abofeteó por un asunto menor. Le endilgó que afecta la temporada con una tasa a una actividad clave mientras ella hace todo lo posible para que cada vez más turistas elijan Mar del Plata.
La decisión de Vidal de exponer a Arroyo podría ser un mojón en su inestable relación. ¿Un divorcio definitivo? Algunos operadores excluían la semana pasada a Arroyo de los posibles competidores de Cambiemos. Habría que aguardar los próximos movimientos. El intendente junta fotos con funcionarios nacionales (Frigerio y Michetti fueron los últimos) y da indicios de que quiere animar la contienda. La gran incógnita es si se lo permitirán.
¿Podría Arroyo no sacar los pies del plato sin ser candidato? Es la otra pregunta que se dibuja en el escenario electoral.
Vidal decidió no desdoblar las elecciones y confirmó así que habrá PASO. Las primarias eran un interrogante hasta hace una semana. Si los comicios en la provincia se hacían en fecha distinta a los nacionales, uno de los costados negativos era la sucesión de domingos electorales. Las PASO, entonces, tenían destino incierto.
Las primarias fueron confirmadas con otro gesto. El presidente y la gobernadora se fotografiaron con cinco probables precandidatos en la ciudad: Vilma Baragiola, Maximiliano Abad, Guillermo Montenegro, Guillermo Castello y Arroyo. Hubo otras imágenes. El ministro del Interior y su vice, Sebastián García de Luca, posaron sonrientes con Baragiola. Gabriela Michetti dijo que le gustaría que Montenegro fuera intendente. Pero la oferta es amplia y podría mutar si la decisión es achicar la grilla. En el laboratorio de Cambiemos hay quienes experimentan con otras fórmulas. Si hay sorpresas vendrán del Senado bonaerense.
El que ya mutó en la gestión fue Arroyo. Propuso una prórroga de las concesiones del transporte después de izar la bandera de la licitación. El pliego elaborado por el Ejecutivo nunca superó el filtro de la comisión de Transporte. No hubo, en rigor, interesados en impulsarlo. Al proponer una prórroga por tres años de los contratos, Arroyo recordó aquella parálisis legislativa. Pero el reproche al Concejo esconde una impericia propia: el pliego, presentado con escasa antelación, no estaba en condiciones de ser aprobado tal como fue presentado. Con el panorama legislativo imperante y las elecciones en el horizonte, era improbable conseguir los consensos para aprobarlo.
El asunto del transporte se le vuelve a Arroyo un mar de contradicciones. Venía de decir que los usuarios no podían soportar un aumento a $ 19,30, como el que pedían los empresarios, y que evaluaba un veto si el Concejo lo avalaba. Su gobierno terminó presentando un estudio que sugiere una tarifa plana de $ 18,90. La diferencia entre lo que puede pagar el usuario es, para el intendente, de apenas 40 centavos.
Los expedientes controvertidos se acumulan en el Concejo. A la suba del boleto hay que añadir el de la TSU, el presupuesto y el aumento de OSSE. También el de la designación de Emiliano Giri al frente de esa empresa, que en la semana volvió a ser cuestionada por el Foro de la Construcción.
La entidad que agrupa a las cámaras y los colegios profesionales vinculados con el sector habló de la ruptura de un acuerdo. Sostiene que firmó con la empresa un compromiso de reducción gradual del cargo por factibilidad de 30% por año, hasta su desaparición. Las autoridades de OSSE lo niegan: señalan que el acuerdo era para reducir un 30% por año los aumentos tarifarios dispuestos por el Concejo. La diferencia es sustancial. Tan grande que parece improbable la existencia de un papel que pueda ser interpretado de las dos maneras.
La novedad que alivió al gobierno municipal llegó cuando se avecinaba el fin de semana. El extenso conflicto con los municipales por fin terminó. Tres o cuatro episodios lo favorecieron. El secretario de Hacienda, Hernán Mourelle, no tuvo intervención en las negociaciones con el sindicato y en las últimas semanas tampoco las entorpeció con declaraciones fuera de lugar. El Ministerio de Trabajo bonaerense otorgó, con su última conciliación obligatoria, más tiempo de lo habitual para que el conflicto no volviese a engendrar el caos. El obispo Gabriel Mestre bajó los decibeles: desde su intervención no volvieron a haber críticas estruendosas de uno u otro lado. El sindicato dejó fuera de la mesa laboral su reclamo por la restauración de la bonificación docente. Y finalmente el gobierno, representado por Alejandro Vicente, reconoció cuatro puntos más de los que estaba dispuesto a ceder para cerrar la paritaria.
El ministro de Trabajo bonaerense, Marcelo Villegas, celebró el triunfo como propio. Insiste en que no hubiera habido este final sin la tregua que determinó cuando la retención de tareas llevaba 29 días. Ahora espera que el de los municipales sea un caso testigo para resolver el otro conflicto que enturbió la temporada: el de los guardavidas.
La Secretaría de Trabajo de la Nación extendió la conciliación hasta el viernes próximo. Oficialmente, la diferencia es de seis puntos: la cámara de balnearios ofrece 34% y el sindicato reclama 40%. Extraoficialmente, la diferencia sería de solo dos puntos: los empresarios llegarían a 36% y el gremio no se movería de 38%. En este escenario, el paro no le conviene a nadie.