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Arte y Espectáculos 31 de enero de 2019

El clown Chamé Buendía aborda la comedia trágica sobre el estrés en tiempos modernos

"Forma parte de un proceso que comencé hace 10 años, al terminar el contrato con el Cirque Du Soleil y ante la necesidad de realizar algo más íntimo, un unipersonal, después de mucho tiempo con esa maravillosa compañía”, definió sobre el unipersonal "Llegué para irme", con el que vuelve a desembocar en la temporada marplatense.

Actor y clown argentino con destacada trayectoria internacional, Gabriel Chamé Buendía es uno de los mayores referentes del género, que se presenta todos los jueves a las 21.30 en la sala Roberto J. Payró del teatro Auditorium.

El artista describe a “Llegué para irme”, su propuesta unipersonal, como “una tragedia cómica metafísica o simplemente meloclown que trata sobre el estrés que vivimos en estos tiempos modernos”.

“Forma parte de un proceso que comencé hace 10 años, al terminar el contrato con el Cirque Du Soleil y ante la necesidad de realizar algo más íntimo, un unipersonal, después de mucho tiempo con esa maravillosa compañía”, indicó.

Es la historia de un hombre que gira sin salida, un clown, que si lo examinamos de cerca revela lo trágico de nuestra actual modernidad. “Correr, partir, viajar, jamás descansar, no tener el tiempo de pensar. Estar en un permanente estrés de viaje sin poder disfrutar de él. Descender de un avión para tomar un tren, tomar un taxi para llegar a su casa agotado. Ver su correo, escuchar sus mensajes, vaciar la heladera, intentar dormir, y rápidamente partir, estar eternamente deslocalizado. En el cansancio de la noche percibir el fantasma de su padre muerto, sentir su amor perdido, ver el tiempo pasar. Duro pero es cómico”, definió.

-¿Resulta como un “road to nowhwere” en vivo y en directo?

– Es el no estar en ninguna parte. Es como que no podemos hacer una cosa a la vez. Rogamos que no nos interrumpan la tarea para poder continuar con la otra. Hay algo del miedo a parar, a detenerse. Tenemos miedo de parar. La gente siente que si se detiene vendrá la angustia y creo que es un miedo inconsciente a la muerte.

– Dicen que la historia se presenta primero como tragedia y después como farsa. ¿Es parte de estos tiempos que recorre tu personaje?

– En general el trabajo cómico tiende a la lógica de la parodia, la imitación ó la burla exagerada. Para mí el personaje cómico siempre tiene un aspecto trágico. Si uno ve una película de Charles Chaplin o de Buster Keaton, va a observar que al personaje no le está yendo bien. Más trágica es la situación y más desata la risa y es así como trato de trabajar y de enseñar. Es una regla, que si la aplicás, funciona. En el caso de “llegué para irme”, la novia lo abandona, la madre y el jefe lo persiguen, hay un misterio dentro de la casa y el protagonista tiene constantes problemas.

-¿Cómo es el proceso creativo que se inicia en “Llegué para irme” y termina en “Last call”?

– En “Llegué para irme” fue un proceso sin ningún tipo de idea. Fui descubriendo qué era el espectáculo en sí y empezó a perfilarse hacia la lógica de un regreso y la vuelta a casa, al amor y la familia. Es un poco la esquizofrenia contemporánea y el estar todo el tiempo disociados.
En el proceso intervino el maestro Alain Daultre que en los 80 produjo mis espectáculos del “Clú del claun”.
“Last call” es la consecuencia de todo eso porque un día me pregunté hacia dónde iba “el señor piola” de la obra anterior y descubrí que era hacia el aeropuerto y me di cuenta que era un buen tema de continuidad. El proceso fue mucho más lento. Lo creé en Francia, lo produje en España y lo pre-estrené en Argentina. Finalmente fue estrenado en París.