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Interés general 17 de enero de 2019

Los 80 años del creador del inolvidable Garrafa

Juan Carlos Schäffer dejó su marca en el diario LA CAPITAL y en la ciudad con sus caricaturas y sus obras pictóricas. Un recuerdo de un personaje que aún saca sonrisas en la redacción.

Garrafa, de Juan Carlos Schäffer.

Por Oscar Lardizábal

Juan Carlos Schäffer dejó su marca en el diario LA CAPITAL y en la ciudad con sus caricaturas y sus obras pictóricas, pero especialmente, y sobre todos los trabajos, por su personaje Garrafa, aquel que hablaba de tú a tú, señalándole aciertos y errores, con el intendente tan controversial como emblemático de aquellos años, Mario Russak.

Schäffer cumple hoy 80 años y es un acontecimiento para la gente de LA CAPITAL porque, naturalmente, ya casi han pasado por la redacción todos los que fueron sus compañeros pero la impronta perdura por los relatos internos y por la linda sorpresa que supone, cada tanto, recorrer los ejemplares de aquel tiempo y volver a esbozar sonrisas al ver las ocurrencias que un personaje de historieta podía tener respecto de los acontecimientos de Mar del Plata.

Qué le haría decir Schäffer al pibe Garrafa actualmente al ver las dificultades de su amada Mar del Plata y los tropiezos de su dirigencia. Muy probablemente la carita del irreverente Garrafa reflejaría sorpresa y desconcierto.
Sucede generalmente con todo artista que sus creaciones trasluzcan la personalidad de quien las concibe. Quienes trabajaron con Schäffer saben de esa veta afectiva que impregna su hacer, sea la tira para un medio, la conversación con un compañero de trabajo o los gestos de amor en su hogar, y sobre la que su esposa María Teresa y sus hijas Mélica y Alicia siguieron aggiornando a los periodistas de LA CAPITAL, recorriendo el puente de simpatía que aún después de su retiro siguió manteniendo la familia Schäffer con el personal del diario.

De este lado, una y otra vez, se rememoran esos pequeños grandes gestos que tuvo con uno y con otro.
Vayan dos ejemplos.

Quien esto escribe recuerda cuando fue padre por primera vez, y vio junto a su esposa y su hija recién nacida un enorme ramo de flores –eran 40, el número de integrantes de la Redacción de entonces– con una tarjeta impagable: Garrafa le daba la bienvenida a la pequeña y le auguraba un futuro de reina de belleza.

También la anécdota del hoy experimentado periodista que con unos compañeros visitó por primera vez la redacción, siendo estudiante secundario y productor de una revista estudiantil, y salió feliz porque durante el breve tiempo de la visita Schäffer les había hecho una caricatura de Garrafa destinada a su publicación.

Pequeños gestos que lo hacían más grande, ya que había recalado por LA CAPITAL tras un destacadísima trayectoria como artista plástico y dibujante en Buenos Aires y en los Estados Estados Unidos.
Nacido el 17 de enero de 1939, trabajó casi aún un adolescente en Clarín. A los 20 años viajó a los Estados Unidos. Primero se radicó en Nueva York, luego en California donde estudio dibujo, ilustración y color en el Arte Center College. Desde ese momento comenzó a forjar un estilo propio, estudiando, viajando, observando siempre. Fue decisivo su itinerar por Europa prestando atención a las obras de sus pintores preferidos, en primera línea los “impresionistas” franceses. Sus obras en acrílico y en óleo reflejarían esa construcción en el tiempo hecha de pasión y esfuerzo.
Residió durante 18 años en los Estados Unidos y luego se radicó en Mar del Plata.
Renegaba por las incorrecciones y las indisciplinas típicas de nuestro país subdesarrollado, al confrontarlo con la eficiencia que admiró en el país del norte, pero al fin lo podía esa referida veta afectiva, esa sensibilidad que tanto allá “no se conseguía”, al punto de elegir a Mar del Plata para su residencia definitiva.
Durante 5 años dio vida a Garrafa, el único dibujo al que la ciudad bien podría designar “ciudadano ilustre”.
Sus cuadros han seguido exponiéndose en galerías del país y del exterior, con el prestigio de haber obtenido importantes reconocimientos como el primer premio en el Festival de Arte de Pasadena, California, cuando fuera el único extranjero en participar.
A los 80 –imaginamos– se ve desde lo alto de la vida el camino recorrido; sin la exigencia de producir. Juan Carlos Schäffer, rodeado por su familia, en ésta también sus nietos Bautista (10) y Joaquín (6), estará hoy satisfecho de contemplarlo, con una expresión bien de él: la sonrisa amplia y los ojos húmedos.
¡Feliz cumpleaños, maestro!