“Yo era muy chiquitito y le dije al director del Colón, a Willy Wullich, que qué locura debería ser cantar en el teatro, algún día. Tendría unos seis años”.

Con 18 recién cumplidos, León Sánchez está muy cerca de alcanzar aquel sueño. El próximo viernes 21 en esa sala acompañará desde el canto a la Banda Sinfónica Municipal, organismo que preparó para esa fecha un programa dedicado al rock nacional. También cantará la vocalista Natalia Nekare.

“A mi me toca cantar canciones de Spinetta, de Cerati y de Fito Páez”, contó el joven, que acaba de terminar el secundario y que ya lanzó su EP con seis canciones, titulado “Desde arriba”.
El material tiene composiciones propias y dos versiones de clásicos del rock internacional, una de ellas “Take on me”, de A-ha. Con el tecladista Daniel Fernández ideó León Sánchez Dúo, grupo con el que editó este flamante disco de pocas canciones que se puede escuchar en plataformas virtuales, como Spotify y Bandcamp.

Activo, sensible, León considera que llegar a cantar con los músicos de la banda es “el punto máximo” de su etapa formativa. Aunque también se lo podría entender como el punto de arranque en su vida de músico, una suerte de bautismo. “Llegó solo, que es lo más lindo”, dijo sobre la oportunidad.

La cita musical de este viernes tendrá, además, otro componente emotivo. León tocará junto a su papá, el trompetista Claudio Sánchez, histórico integrante de la Banda Sinfónica Municipal. Actualmente, el organismo musical tiene dirección de José María Ulla.

“No sé cuál de los dos es más pasional con la música”, entendió el joven sobre su propio fervor y, a su vez, el de su papá. “Con mi papá tengo una relación vital. Es levantarme, que suene una canción, se la muestro, él me dice qué le parece, nunca falta su consejo. El lazo es muy fuerte, la verdad es que los dos somos amantes de la música en todas sus formas, no hay momento en que no compartamos algo de música”, reconoció a LA CAPITAL.

En el seno de un hogar en el que siempre hubo canciones flotando en el aire, León entró progresivamente en el mundo de las sonoridades. “Mi papá siempre ponía música, además de que lo escuchaba estudiar y siempre lo fui a ver tocar. Cuando me hice más grande, a los 13 o 14 un día las ideas se me aclararon y no paraba de escuchar música, estaba tocando todo el tiempo. Entonces empecé a tomar clases, pero fue bastante progresivo” el ingreso a lo musical, detalló.

Guitarra y canto fueron los talleres en los que indagó sobre sus potencialidades. De la mano de sus maestros descubrió que su deseo artístico estaba de ese lado, sin saber muy bien hoy en qué género se encuentra lo que hace, pero consciente de tener una voz privilegiada.

“Lo más importante es disfrutar y no dejar de sentirme motivado. Y no mentirme, no engañarme a mí mismo, me parece que ésa es la meta, si me gusta determinado tipo de música hacerla sin importar lo que vaya a suceder después”, proyectó, siempre entusiasmado por toda la ola fresca y gigante que viene.