El último año de Macri
Por Emiliano Rodríguez
La gestión de Mauricio Macri al frente del Poder Ejecutivo nacional ingresará en su último año, al menos en lo que se refiere a este mandato, llevando consigo un lastre de cuentas pendientes y desafíos de Gobierno que podrían resultar determinantes en la campaña electoral 2019.
Macri viene de liderar una exitosa Cumbre de Líderes del Grupo de los 20 (G-20) en la Capital Federal y tras varios días de intensa actividad oficial, se tomó unas jornadas de descanso en Neuquén durante la segunda mitad de la semana pasada.
De todos modos, estaba previsto que el jefe de Estado regresara este domingo a Buenos Aires desde Chapelco para seguir por televisión la segunda y decisiva final de Copa Libertadores de América entre Boca -el club de sus amores- y River, que como resulta de público conocimiento se disputará, insólitamente, en Madrid.
Una vez que retome su agenda presidencial, Macri comenzará a transitar el cuarto y último año de su mandato, con la mira puesta tanto en los asuntos coyunturales urgentes que debería tratar de resolver su administración como en la campaña electoral que se avecina.
En lo inmediato, el líder del PRO sabe que tiene que lidiar con una Elisa Carrió que volvió recargada a los primeros planos del devenir político nacional tras un breve período de ostracismo (algo extraño en ella) y una vez más parece empeñada a desafiar a Macri e interpelar al Poder desde las entrañas mismas de la coalición de Gobierno.
Carrió le bajó el pulgar el nuevo protocolo de uso de armas de fuego para las fuerzas de seguridad federales que impulsa el oficialismo, cuestionó en duros términos la iniciativa, impulsada especialmente por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y fustigó de igual modo el proyecto macrista de financiamiento de partidos políticos en campaña.
En este contexto, el presidente de la Comisión de Legislación General de la cámara de Diputados, Daniel Lipovetzky (PRO), salió al cruce de su colega legisladora de la Coalición Cívica, al solicitarle que los debates los dé “puertas adentro antes que en una red social”, si está en desacuerdo con alguna de las propuestas que motoriza el Gobierno. “Lilita” suele expresarse y levantar polvareda vía Twitter.
Los roces, cada vez más frecuentes, con Carrió se suman a las asperezas dentro de Cambiemos entre el PRO y el radicalismo, en momentos en los que indefectiblemente en el oficialismo deberán comenzar a “rosquear” en torno a posibles candidaturas en 2019.
En silencio, Cristina crece
Por fuera del ámbito estrictamente político, el Gobierno también es consciente de que debe promover políticas que ayuden a reactivar la economía si pretende llegar algo más oxigenado al tramo final de la campaña proselitista del año que viene.
La crisis económica por la que transita la Argentina, con una inflación que podría superar en 2018 el 45 por ciento anual, representa un desafío mayúsculo para Macri en su nómina de cuentas pendientes con la que ingresa al último cuarto de su mandato.
Las dificultades sociales que generan la recesión, la inestabilidad laboral y en especial, el persistente aumento del costo de vida se reflejan no solo en el humor de la gente en la calle sino también -y como es de esperar- en las encuestas de opinión que el Gobierno mira con atención.
En este sentido, recientes sondeos muestran una mejora significativa en la imagen de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner en su reducto más favorable, la provincia de Buenos Aires, a pesar de las causa judiciales por presuntos actos de corrupción con las que debe lidiar. Es más, en lo que se refiere a intención de voto con vistas a las elecciones presidenciales del año que viene, algunas encuestas -una de la consultora de Julio Aurelio, por ejemplo- dan cuenta de una ventaja de cinco puntos de Cristina sobre Macri en el distrito más populoso de la Argentina: alrededor de 35% contra 30%.
Más allá del núcleo duro de seguidores que el kirchnerismo ha logrado mantener desde el final del mandato de Cristina en diciembre de 2015, parece claro que el crecimiento de su imagen es una consecuencia directa, al menos en la provincia de Buenos Aires, de la crisis y de las políticas erráticas del Gobierno en materia económica.
En este marco, la ex jefa de Estado se ha mantenido extrañamente en silencio en los últimos días, después de haber encabezado una suerte de “contra cumbre” del G-20 junto a otros dirigentes políticos progresistas (que también vienen de perder elecciones, algunos de ellos) el mes pasado en el club porteño Ferrocarril Oeste.
El “peor de los mundos”
Un reciente informe de especialistas de la Universidad de Belgrano encendió luces de alerta en sectores de la sociedad que procuran seguir de cerca los avatares de la economía, ya que pronostica para 2018 una inflación superior al 45% y un deterioro del Producto Interno Bruto (PIB) del 2,5% para el año en curso.
“La economía argentina ya completó dos trimestres consecutivos de caída, con lo cual entró en el peor de los mundos posibles: recesión más inflación, lo cual se conoce como estanflación”, sostuvo el economista Víctor Beker, que agregó que “la estanflación constituye un fenómeno no frecuente”, pero que lamentablemente está ocurriendo aquí.
Otros especialistas están advirtiendo por estos días sobre el peligro de que a comienzos de 2019 se produzca una nueva corrida bancaria y que el dólar se dispare por encima de los 40 pesos por unidad para la venta, dada la necesidad urgente del Gobierno de bajar las tasas de interés para tratar de promover una reactivación productiva en el país.
Está claro que el Gobierno necesita que el tránsito rumbo a los comicios presidenciales del año que viene resulte lo más armónico posible , mientras estima que los tan esperados y promocionados “brotes verde” en la actividad económica comenzarán a germinar recién hacia marzo. Una gran incógnita gira en torno sobre si podrá conseguirlo.
En este contexto de adversidad, no deberían extrañar, aunque sí causar preocupación, los datos que acaban de difundir autoridades argentinas del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) sobre la cantidad de chicas, chicos y adolescentes que son pobres aquí: casi la mitad. El número preciso asciende al 48% del total.
Es más, en la provincia de Buenos Aires, allí donde la supuesta candidata presidencial con mejor intención de voto es Cristina con miras a 2019, seis de cada 10 chicos son pobres, según UNICEF. Que la pobreza estructural conspira contra cualquier proyecto de desarrollo nacional no es novedad, el Gobierno lo sabe, pero aún sigue en deuda en su misión de combatirla.
Llevando a la rastra éstas y otras cuentas pendientes -como conseguir los consensos necesarios en el Congreso para avanzar, por ejemplo, con el proyecto de ley “anti-barrabravas”-, el Gobierno se adentra en su cuarto y último año (inicial) de mandato, que comienza este lunes.
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