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Opinión 4 de diciembre de 2018

Ni el tiro del final

por Adrián Freijo

“Somos nosotros contra ustedes” fue el claro mensaje de los funcionarios del gabinete municipal que acompañaron en pleno a Hernán Mourelle y Luis Distéfano a la interpelación dispuesta por el Concejo Deliberante.

En un clima tenso, calentado estratégicamente por el gobierno de Carlos Fernando Arroyo en las horas previas con el veto a la ordenanza que por insistencia había votado el Concejo para devolver a los docentes municipales las bonificaciones que tenían desde hace más de dos décadas, quedó expuesta la intención del jefe comunal de encarar la última parte de su mandato con mecanismos propios de un autoritarismo que el país dejó atrás hace más de tres décadas.

Imposibilitado de construir consensos -por incapacidad pero también por convicción- Arroyo muestra en su caída cual es su verdadera concepción de la acción de gobierno: nada de debate y todo por la fuerza.

Y así sus funcionarios llegaron al recinto con la clara intención de ensuciar el debate, agredir a los concejales y de ser posible hacer fracasar la reunión. Y para ello contaron con el apoyo extra de grupos organizados desde la Secretaría Privada, lo que fue oportunamente denunciado por la concejal (UC) Marina Santoro.

Todo se convirtió en un ida y vuelta de chicanas y agravios, fomentados impúdicamente desde la mesa de funcionarios del Ejecutivo. Lo que no pudo en ningún momento disimular la frágil formación técnica de Hernán Mourelle quien en todo momento equivocó datos, debió recurrir al sostén de su colega y solo se centró en el ataque a las anteriores administraciones y en especial a los concejales que participaron de ellas.

Las preguntas puntuales de los concejales se sucedieron y en ningún caso las respuestas fueron acerca del contenido reclamado. El Secretario de Educación se limitaba a sostener en todos los casos que “no tengo problema alguno en contestar en otra ocasión pero hoy he sido convocado para hablar del decreto”.Una forma pretendidamente elegante de evitar responder lo que no tiene respuesta.

Cada vez que se hizo con la palabra Mourelle se concentró en atacar a los ediles, menospreciar a los trabajadores y luego retirarse del recinto o mostrar a las claras el desinterés por lo que allí se debatía. Arroyo y sus funcionarios se esforzaron por demostrar en todo momento el desprecio profundo que tienen por el sistema democrático según está reglado en la Constitución nacional y la provincial.

Así se hizo muy difícil avanzar en el criterio de lo que es una verdadera interpelación, en la que los concejales realizan preguntas y los funcionarios deben responderlas. Nada de eso ocurrió y todo discurrió en un torneo verbal sin sentido y en algunos momentos con poca seriedad. Es claro que, en ese aspecto, los representantes del Ejecutivo se salieron con la suya. Si hasta el propio Mourelle tildó a la sesión de “un circo tendiente a adelantar la interpelación del intendente”.

Sin embargo la paciencia de los concejales, que en algún momento pareció desbordarse por la grosería del insólito funcionario, permitió que la reunión llegase al final y que, sobre el cierre, ocurriese lo verdaderamente importante: a instancias de Acción Marplatense se incluyó sobre tablas el veto de Arroyo y se insistió con más de las dos terceras partes del cuerpo la vigencia de las bonificaciones.

Vanos fueron los intentos de Guillermo Arroyo por plantear la nulidad del procedimiento. Tras el voto nominal de los ediles todo quedó como antes del veto y las bromas e ironías de los funcionarios de Arroyo -que abandonaron raudamente el recinto- se convirtieron en una dura derrota para ellos y en un triunfo de los docentes que seguramente traerá consecuencias políticas inmediatas.

¿Era necesario semejante desgaste?, ¿nadie puede acercar al oído del intendente un consejo de moderación y sentido común?. ¿Qué más hace falta para que Arroyo tome nota acerca del fuerte deterioro de su imagen y su gobierno?.

¿O es que los fundamentalistas del fracaso bien pago que lo rodean se han dispuesto acabar escandalosamente con su gobierno para esconder tras la ajada figura sus trapisondas y beneficios económicos?.

Una ordalía de mediocres, que han descubierto el beneficio de vivir de la teta del estado ante la imposibilidad de salir a ganarse el sustento en el terreno de la competencia habitual en cualquier mercado de trabajo, están llevando al intendente hacia el abismo, urdiendo pequeñas venganzas miserables en peleas personales para las que lo usan como mascarón de proa y poniendo en riesgo el funcionamiento de las instituciones democráticas que hoy crujen bajo el fragor de tanta batalla patética e inútil.

Y hoy, una vez más, estuvieron a punto de conseguir sus objetivos…