Cuatro mujeres y cuatro varones, que cumplían distintos roles dentro de un grupo de radicales practicantes de la creencia umbanda, comenzaron a ser juzgados este lunes por el estremecedor asesinato de un niño de 4 años al que sometieron a distintos vejámenes en medio de un ritual.

La líder de la organización se hacía llamar “Mae Rosa” y su nombre real es Ramona Rosa Toledo (54). Era en el año 2015 la referencia de un grupo de umbandistas dispuestos a cualquier cosa para consolidar sus supersticiones, incluso a torturar, violar y matar a Uriel Cisneros.

Ramona Toledo es juzgada por el Tribunal en lo Criminal Nº4 de los jueces Gustavo Fissore, Alfredo De Leonardis y Jorge Peralta junto con sus hijos Lucas (24) e Ivana Toledo (21), la pareja de ésta última, Diego Grollino (24) y otro integrante de la “banda umbanda”, el ex convicto Christian Acha (33).

También afrontarán gravísimos cargos los padres de Grollino, Saberio Grollino y Lidia Maidana, y por último, la madre de Uriel, Romina Hernández, a quien se le atribuye haber “entregado” a su hijo a los umbandas.

Uno de los imputados insulta al fotógrafo de LA CAPITAL.

El fiscal Juan Pablo Lódola –que llevó adelante casi la continuidad de la investigación iniciada por su colega Eduardo Amavet- intentará probar las diferentes responsabilidades en la brutal muerte de Uriel, quien según la autopsia fue víctima de golpes, quemaduras de brasa y de agua, cortes, pérdida de cabello por haber sido arrancado, desnutrición y empalamiento anal.

Ivana Toledo, Diego Grollino, Rosa Toledo y Christian Acha están imputados de homicidio cuádruplemente agravado por su comisión con alevosía, ensañamiento, concurso premeditado de dos o más personas.

Saberio Grollino y su esposa de partícipes necesarios, Lucas Toledo de encubrimiento agravado y finalmente la madre de Uriel, Romina Hernández de abandono de persona seguido de muerte agravado por el vínculo materno.

El caso conmovió a la ciudad el 11 de septiembre de 2015, cuando una ambulancia fue solicitada a la casa ubicada en Solís al 4700, donde residían Grollino e Ivana Toledo. La médica y los policías no pudieron acreditar lo que veían, mucho menos la actitud de la pareja.

Poco a poco se fue sumando prueba a la causa, pese al obstáculo que significó que muchas personas que sabían lo que pasaba en los rituales de la calle Irala al 9600 y en el mismo domicilio de Solís se negaban a declarar. Esto obedecía a que estaban convencidos por lo que les aseguraba la Mae Rosa: que serían castigados divinamente.

El juicio  se extenderá por varias jornadas en las que el fiscal se apoyará en testimonios y en los informes periciales para dar por probado los hechos.