“La mirada del bicho bolita“, libro con textos de Fabio Herrera e ilustraciones de Ana Vázquez, fue editado por Carlos Cartolano para “Lágrimas de Circe”.

El trabajo, presentado recientemente, es un hilado de narraciones poéticas escritas con un patrón ideológico, con una sincera manera de revelar otra visión de la realidad a través de un personaje ficcional, y es a la vez el punto de observación del escritor.

Fue pensado siempre como un libro de textos cortos con “dibujos”, por lo que la musicalidad textual en la que se ampara, fue contemplada por Fabio a la hora de escribir las historias, como con un “medio” concepto a la espera de los trazos del artista que pudiera hacerlo. Durante unos meses no tuvo ese segundo nombre del armado de la idea, hasta que unos dibujos publicados por Ana Vázquez, ilustradora singular con base de trabajos en la Escuela Malharro fueron vistos por el escritor y a partir de allí se comenzó a diagramar la idea.

Un trabajo conjunto, entre reuniones, amistad, ideas que tienen espejo en el libro terminado, otras que quedaron en el camino y una gran emotividad por la congruencia, la intermediación entre dos formas del arte que no siempre se encuentran con tanta positividad y tanto amor para dar como resultado un pequeño gran libro ilustrado.

“A mí me parece que todas las personas durante la niñez y la adolescencia tienen muchos hilos de opinión ante una novedad o un suceso original; porque falta información, porque se consideran varios los reflejos, porque el concepto lleva tiempo de construcción intelectual, entonces esos hilos, esos puntos de vista, van desapareciendo a medida que transcurre la vida, para ser uno solo; por su propio peso, por su equilibrio también, termina siendo una sola la retina de observación y una sola ideología la que define el pensamiento, el accionar o no en la vida de cualquiera”, explicó Herrera sobre el trabajo.

Y continuó: “La ruta que me llevó a escribir este libro es la mirada de un “yo” que convive conmigo; el bicho bolita; esa parte de mí que contempla todo lo que ocurre a mi alrededor en forma distinta y que plantea también modos de resolución contrarios a las que yo elegiría, y eso tal vez esté completándome en algún punto”.

Ana Vázquez, en tanto, encaró las ilustraciones “de un modo casi instintivo”. Es decir, “confié, de alguna manera, en la primera impresión, o en la más fuerte. Porque ilustrar un texto poético puede resultar difícil, si uno quiere abarcar todas las impresiones. Es así que lo tomé como una aventura: entregarme a un texto a ver cómo, de qué manera, contar mi visión. No tenerle miedo a la literalidad, por momentos, pero tampoco a la libre interpretación. Esto fue posible porque tuve una libertad absoluta por parte de Fabio. Creo que hicimos un libro a dúo muy rico porque nos potenciamos mutuamente, pero sin perder la individualidad; cada uno dijo lo que tenía para decir, sin estar siempre en la misma tónica, necesariamente, pero componiendo dos caminos paralelos que el lector puede unir, espero, en una lectura abierta y entretenida”.