¿Será Bolsonaro el referente de una nueva ética política?
por Adrián Lomello
@adrianlomello
Triunfó el antisistema. El voto a Jair Bolsonaro fue una sanción moral a la vieja política brasilera.
El triunfo de Bolsonaro en Brasil ofrece múltiples lecturas. Podríamos escuchar el lamento del progresismo que no puede entender qué ocurrió. Los empresario brasileños tampoco salen de su asombro y que alguien más liberal que ellos pueda haber obtenido casi un 46% de los votos en primera vuelta y que hace difícil su derrota en la próxima elección.
Los medios hegemónicos no entienden cómo, pese a tanta campaña en contra, no pudieron desprestigiar al candidato. Lo cierto es que los ciudadanos dieron una lección a la vieja política partidaria, votaron por un cambio moral más que político. Esto es lo que no se quiere ver.
Brasil profundo
Desde todos los sectores internos y externos se cataloga a Bolsonaro de ultraderechista, critican sus dichos extravagantes pero lo que nadie percibe es que su triunfo es la derrota de un sistema político corrupto, de una clase dirigente empresarial tan corrupta como los gobernantes, donde el ciudadano brasileño esta hastiado de tanta predica disolvente y progresista.
El ciudadano común del Brasil profundo quiere lo mismo que todos los habitantes de la tierra: vivir en paz con su familia, trabajar y educar a sus hijos en sus propios valores. Esta idea tan simple está siendo permanentemente manoseada por ideologías que destruyen el empleo a favor de las grandes corporaciones, disuelven las familias con relativismos morales y atentan contra los jóvenes con teorías de género que ponen en duda la identidad de las personas.
En Brasil los ciudadanos dijeron basta a un progresismo ideológico que solo beneficia a las grandes corporaciones internacionales que aspiran a debilitar a los gobiernos democráticos atacando a sus familia para lograr cada día mayor autonomía mundial. Matrimonio igualitario, aborto e ideología de género inducen a una subordinación cultural que facilita el dominio económico de los países a través de los organismos y corporaciones internacionales que financian estas campañas. “El progresismo es en realidad la nueva cara de la ideología de subordinación de la oligarquía financiera mundial”, dice el filósofo Marcelo Gullo.
Pregunto, no será que está surgiendo en Brasil una fuerza política trasformadora de fuertes bases en valores religiosos aportados por diversas iglesias? No será que el brasileño se canso de tantas mentiras del sistema político-empresarial-cultural y aspira a vivir una vida más digna y sin tantas ideologías disgregantes? Será el triunfo de Bolsonaro el resultado electoral de un democrático “que se vaya todos” similar al 2001 de Argentina?
….y ahora qué?
Luego del 28 de octubre América Latina sabrá si se despierta una nueva idea de gobierno y gestión pública con un soporte ético distinto, con un lenguaje político menos ideologizado y más centrado en la dignidad de la persona y sus familias. Mientras tanto nos quedamos con el deseo de que las escandalosas y desafortunadas declaraciones del candidato Bolsonaro sean solo fogonazos de una campaña electoral que llega a su fin.
Nadie soporta tanta corrupción y tantas mentiras políticas por mucho tiempo. Ojalá Brasil y luego nuestro país comiencen a transitar un camino con una ética pública y privada transparente, donde la vida, la familia y el trabajo sean los valores fundantes de una gran nación.
* Referente en Mar del Plata del
Frente Familia, Vida y Trabajo
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