Por estos días, se ha instalado fuertemente en la agenda pública el tema de la ley antidespidos que estamos tratando en el Congreso Nacional. Esta propuesta busca frenar por 180 días los despidos en el sector público y privado.
La situación económica actual es tan grave, que en pocos meses, el temor a perder el empleo pasó de estar ausente en todos los estudios de opinión pública a ocupar el primer lugar entre las preocupaciones de los argentinos.
La frase “cuidar el empleo” es, por estos días, de un uso tan común que pasó a estar vacía de contenido. Todos los sectores políticos la repiten pero, en el fondo, si uno presta atención, existen dos concepciones completamente diferentes.
Por un lado, estamos quienes consideramos que el Estado tiene el DEBER de igualar oportunidades, de nivelar, de equilibrar. Esta función indelegable implica que el modelo económico que se debe sostener desde el Estado no es cualquier modelo de crecimiento, sino uno “con inclusión”, con distribución de la riqueza.
Hay otros, entre los que se encuentra el presidente Mauricio Macri y su equipo de CEOs, que consideran que el Estado no debe entrometerse en el ámbito de la economía. Salvo, por supuesto, cuando les va mal y le exigen al Estado hacerse cargo de sus deudas privadas, le exigen subsidios, le exigen un determinado tipo de cambio, etc, etc.
Volviendo a las concepciones, estas matrices de pensamiento muy diferentes nos hacen entender el rol de la política de forma muy distinta.
El presidente elige pedirles “de favor” a los grandes empresarios que no despidan gente por un par de semanas, hasta que llegue el (ya famoso) segundo semestre. No hay que profundizar mucho para advertir que él, personalmente, se identifica mucho más esos grandes empresarios que con el conjunto del pueblo trabajador. Los empresarios, tanto los grandes como los pequeños, tienen un rol importantísimo en la generación de riqueza, pero no debemos perder de vista que ese grupo de representantes de las grandes empresas en el país invariablemente contestan con el bolsillo y no con el corazón. Sino miremos a Cristiano Rattazzi, Presidente de FIAT Argentina, quien no tiene conflicto en compartir la firma del acuerdo con el Presidente mientras profundiza las suspensiones en la planta de FIAT en Córdoba.
Un derecho
Por nuestra parte, creemos que el trabajo no es un regalo o una bendición, sino un derecho. Es por esto que creemos que el empleo se protege con legislación desde el Congreso Nacional, donde está la representación institucional, y se fomenta con políticas públicas activas desde el Poder Ejecutivo.
Entonces, ya que al gobierno de Cambiemos le gusta tanto usar la palabra “sinceramiento”, le pedimos al Presidente un sinceramiento: que admita que el cuidado del empleo no sólo no está entre sus metas sino que muy por el contrario, el objetivo final del plan económico que está en marcha es llevar la tasa de desempleo a por lo menos el 15% para negociar salarios a la baja y reducir el “costo laboral”.
Por todo esto, no debemos caer en la trampa de dilatar la sanción de la ley por el vedetismo y la especulación política de algunos. Lo que está en juego es algo muy serio. Cuanto más tiempo pasa, el número de desocupados y suspendidos sigue aumentando, y no son sólo cifras sino familias enteras que caen en la angustia y la pobreza.
(*): Diputada nacional del Frente para la Victoria.
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