Ultima emotiva subasta de atún en el mercado tokiota de Tsukiji
Tras 83 años de historia, el proveedor de pescado y marisco e importante punto turístico, reabrirá en un flamante sitio nuevo de la bahía de Tokio.
Inspectores revisan atunes congelados para una subasta en el mercado de pescados Tsukiji. Foto: EFE | Franck Robichon.
TOKIO, Japón.- Las campanas, los gritos de los compradores en su jerga eterna y los gestos de los pescaderos. La mítica escena se repetía este sábado, por última vez, en la subasta de Tsukiji, en Tokio, antes del desmantelamiento del mayor mercado de pescado del mundo.
Tras 83 años de historia, el proveedor de la megalópolis tokiota de marisco e importante punto turístico, abandonará sus gigantescos y deteriorados hangares con techos de lona, a la intemperie, para reabrir el jueves en un flamante sitio nuevo de la bahía de Tokio.
Un golpe duro para los veteranos como Hisao Ishii, que afirma comprender que el viejo Tsukiji, tan acogedor como insalubre, no podía durar.
“Casi estoy llorando”, confía a la AFP este hombre de 68 años, exsubastador, que ha vuelto al mercado para vivir este último día.
“Hoy es un día triste, un día de adiós. Tsukiji ha intentado mantenerse pero ha envejecido”, señala. “He venido para darle las gracias y decirle adiós”.
Antes del amanecer, los compradores, en botas de goma, recorrían con calma el gran hangar refrigerado en el que se alineaban cientos de atunes frescos o congelados.
Como de costumbre, manoseaban los pedazos de carne entre sus dedos, inspeccionando con una linterna las entrañas de los mastodontes del mar e intercambiando su opinión experta con la competencia.
De repente, a las 06H00 en punto las campanas rompieron el silencio para anunciar la venta, a las que les siguió el alboroto del anuncio de los precios a los compradores, que iban pujando con gestos.
La vista puesta en los Juegos Olímpicos
Estas subastas de atún se hicieron famosas no solo por sus rituales espectaculares sino también porque en la prestigiosa venta de Año Nuevo los precios se disparan hasta alcanzar cifras desorbitadas.
En 2013, se alcanzó el récord de 155,4 millones de yenes (1,2 millones de euros según el curso actual) de la mano del restaurador Kiyoshi Kimura por un atún rojo de 222 kilogramos.
El traslado al sitio de Toyosu se estudió durante años.
Los mayoristas expresaron su preocupación ante la resistencia a los sismos de las viejas estructuras, la salubridad de un lugar infestado de ratas y el uso de amianto en algunos edificios en estado de ruina.
Los turistas, que esperaban horas con la esperanza de obtener una de las 120 plazas reservadas para asistir al espectáculo de la venta de atún, también molestaban a los mayoristas, que veían en ello un obstáculo para su trabajo diario.
En el nuevo emplazamiento, los sistemas de refrigeración son ultramodernos y los visitantes estarán confinados en galerías especiales aisladas por vitrinas.
Recién elegida, en 2016, la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, puso en duda la viabilidad del proyecto por unos problemas de contaminación del suelo en Toyosu, donde antes se levantaba una fábrica de gas, y planteó la posibilidad de reconstruir el mercado en el mismo sitio en que se encuentra ahora.
El gobierno local gastó cientos de millones de euros en limpiar el nuevo sitio y finalmente se decantó en 2017 por Toyosu, teniendo en cuenta las consecuencias de un nuevo retraso que implicarían nuevas obras, como las dos vías que pasan a través de Tsukiji para acceder a las instalaciones de los Juegos Olímpicos de 2020.
La “marca Tsukiji”
Además de a los pescaderos, la mudanza también afectará a los vendedores de frutas y verduras de Tsukiji, y a los restaurantes y tiendas que alberga.
“Siento nostalgia, pues Tsukiji ha sido como mi casa durante 15 años. Estamos tristes de perder la marca Tsukiji”, afirmó a la AFP el mayorista de verduras Tsukasa Kujirai, “entre la esperanza y el miedo” respecto al nuevo sitio.
Con todo, el sábado, el mercado hervía de actividad, como si nada ocurriera. Minivehículos circulaban por las vías que rodean al mercado, mientras que dentro, los pasillos de adoquines húmedos bordeados de estanterías de madera y carritos a rebosar estaban llenos de clientes.
Tras la salida, los hangares que albergan a los mercaderes y algunas tiendas y restaurantes serán desmantelados para dar lugar, por el momento, a un almacén de transportes para los Juegos Olímpicos de 2020.
El mercado exterior, compuesto por minúsculos restaurantes de sushi y tiendas en las que se puede encontrar de todo, desde café a algas, será el único vestigio de Tsukiji que quede en pie.
AFP-NA
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