BALCARCE (Corresponsal).- La dispersión de los pobladores del campo hacia la ciudad hizo que muchas escuelas rurales quedaran en el camino. En ese marco, la Escuela N°40 resiste a cerrar sus puertas y se aferra a los hechos no tradicionales que la diferencian de la educación tradicional.

Ubicado a unos 50 kilómetros de la ciudad, lindante con los partidos de Ayacucho y Mar Chiquita, el establecimiento se forjó desde la iniciativa de la familia  de Leonardo Pereyra Iraola que vio la necesidad de la  creación de una escuerla para los hijos de los pobladores del lugar.

“Nuestra historia es una historia común, que se cimienta en los hechos del pasado y que continua mirando hacia el mañana, con entusiasmo y con la esperanza de lograr lo mejor para quienes hoy están aquí y para los que vendrán”, expresó en diálogo con LA CAPITAL la directora, Laura Galván.

La docente reconoció que en el camino recorrido durante estos 50 años “se entrecruzan  el esfuerzo, el compromiso, la unión entre docentes, alumnos y padres que diariamente  acompañan en esta tarea de enseñar y aprender”.

Galvan es consciente que el lugar “va mucho más allá de una escuela convencional”. Entendió que se transformó “en un lugar de encuentro para los niños y sus familias; un punto de reunión para colaborar en proyectos en común; un medio para interactuar y vincularse con otras comunidades de la zona. La escuela es el epicentro en el que se funden un conjunto de esfuerzos en la búsqueda de brindarles lo mejor a los niños de la comunidad rural”.

En ese marco, la maestra confió en que el trabajo es constante, nunca se detiene. “Por eso siempre les pido a todos que continúen trabajando y depositen lo mejor para que esta escuela siga creciendo y cumpliendo muchos años más”.