Frutas y hortalizas: hacia el objetivo, no lejano, del 100 % de inocuidad
El único parámetro objetivo para determinar si un alimento frutihortícola puede ser perjudicial para la salud es el análisis de residuos químico-bacteriológicos.
por Enrique G. A. Adlercreutz
En el Partido de General Pueyrredon se realizan más muestreos de agroquímicos y microbiológicos en productos frutihortícolas frescos que en cualquier otro punto del país. Los resultados de las más de 1500 muestras tomadas y analizadas por el departamento de Bromatología de General Pueyrredon en 5 años, determinaron fehacientemente que el 90% de las frutas y hortalizas analizadas son aptas para consumo: dentro de ese 90% apto, la gran mayoría (el 94%) no tenían ningún residuo químico-bacteriológico y el 6% restante poseía residuos pero en valores inferiores al LMR permitido.
El 10% considerado no apto para consumo se compone de la siguiente manera: una pequeña parte (6%) poseía residuos en una concentración (LMR) más alta de la permitida para su consumo mientras que en el 94% restante de ese 10% de los no aptos, tenían lo que se llama desvío de uso: el producto detectado no está registrado para esa fruta u hortaliza independientemente de que por su concentración (LMR) sea adecuada o no para el consumo.
Esto ocurre principalmente en aquellas hortalizas que no se cultivan en grandes superficies como apio, perejil, etc. ya que a las empresas de agroquímicos no les es rentable hacer los numerosísimos estudios de control, medioambientales, etc. que Senasa les exige para registrar sus fitosanitarios en esos cultivos. Los mencionados muestreos realizados por Bromatología local se analizan en tiempo real (resultado en pocas horas), permitiendo evitar que aquella mercadería no apta para el consumo humano llegue a la mesa de los consumidores.
El planteo que circunscribe a los agroquímicos como los únicos responsables de potenciales contaminaciones de frutas y hortalizas no incluye las contaminaciones bacteriológicas y microbiológicas, como las ocurridas por aflatoxinas responsables de una buena parte de los cánceres de hígado acontecidos en los últimos 50 años en Europa y consideradas por el Ministerio de España como de alto riesgo alimentario; o las contaminaciones durante el procesado (en marzo/2018 en Río Cuarto se halló contaminación bacteriana, coliformes y otros, en ensaladas comercializadas como listas para consumir, en valores superiores a los permitidos por el Código Alimentario Argentino. Algunas de las enfermedades como las mencionadas en parte se evitan o se atenúa su riesgo con el uso de fitosanitarios y otros productos químicos, tanto en el cultivo como durante el procesado.
Otro aspecto que se desconoce u omite es el del aportes a la salud humana que implica que la población pueda contar con alimentos frescos y variados en cantidad y todo el año lo cual se ha logrado en parte con la producción en distintas latitudes, mediante el uso de invernáculos y de agroquímicos, etc.
A lo largo de la historia hay registros de graves problemas por no haber podido controlar enfermedades y/o plagas agrícolas como lo fue la llamada Gran Hambruna Irlandesa o Holocausto Irlandés donde una enfermedad fúngica (tizón tardío) que afectó a las plantaciones de papa redujeron drásticamente su rendimiento lo que provocó que más de un millón de irlandeses muriera por hambre y otro millón tuviera que emigrar.
Camino por recorrer
Queda claro que en nuestra ciudad las frutas y hortalizas que consumimos en la ciudad son inocuas en un grado más que satisfactorio, pero ello no implica que se deban seguir mejorando varios aspectos para lograr el 100% de inocuidad por lo que se debe seguir trabajando en medidas y acciones como:
* La obligatoriedad en el cumplimiento de las Buenas Prácticas Agropecuarias, ya que es el marco que permite lograr un alimento seguro e inocuo, y cuidar tanto al consumidor, como al trabajador y el medio ambiente.
* Continuar el trabajo realizado durante décadas por INTA Mar del Plata insistiendo en la adopción de sistemas de producción sostenible como la Producción Integrada entre otras, ya que mediante ensayos y su implementación en la zona se comprobó fehacientemente que se puede bajar en más del 70% el uso de fitosanitarios, reduciendo el índice de impacto ambiental pero manteniendo parámetros productivos y económicos.
* Seguir con los controles de residuos que realizan los técnicos de Bromatología de General Pueyrredón y Senasa con gran profesionalismo y dedicación, pero haciéndolos extensivos a todo el país.
* La aprobación de nuevos registros para cultivos con poca superficie implantada (usos menores) por parte de Senasa.
* La puesta a punto de tecnologías y de conocimientos que puedan establecer nuevos estudios de impacto ambiental como así también la actualización en la metodología de determinación de Límites Máximos y de la degradación de los agroquímicos en las frutas y hortalizas.
(*): Ingeniero Agronómo (M. Sc.). Jefe Agencia Extensión Rural INTA – Mar del Plata
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