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El Gobierno de Mauricio Macri parece haber sido maldecido por el juego de los semestres, a los cuales apeló en distintos pronósticos desde su asunción en diciembre de 2015, y siempre erró.
En el primer año de mandato prometió que la recuperación llegaba en el “segundo semestre”, lo cual no ocurrió, para regocijo de sus opositores.
A partir de allí la apelación a “los semestres” siempre estuvo rodeada de errores de cálculo.
Ahora, con el país sumido en una fuerte recesión cuyo final es impredecible, el gobierno parece ponerle velas a que el segundo semestre pase lo más rápido posible, para apostar a una recuperación en 2019.
El año electoral que viene deberá mostrar signos de recuperación para que el gobierno mantenga chances de retener el poder.
El problema es que todo indica que este 2018 terminará con un altísimo nivel de pobreza, tal vez el más elevado desde la crisis del 2001.
La evaluación y el alza de precios están haciendo estragos en los sectores más vulnerables.
La pobreza cerrará el 2018 en niveles cercanos al 35%, lo cual reflejará un deterioro social enorme capaz de destruir cualquier plan económico y social.
El propio presidente Mauricio Macri admitió el aumento de la pobreza y lo adjudicó a la devaluación y el rebote inflacionario.
Los pronósticos en poder del gobierno indican que en 2019 se volverá a crecer, pero muy poco.
Algunos temen que cualquier recuperación sea casi imperceptible, lo cual, sumado al fuerte mal humor social, abre interrogantes para cualquier proyecto.
La otra duda es hasta qué punto los mercados valorarán el sacrificio de los argentinos para reducir el gasto público y garantizar el pago de deudas.
Los agentes financieros tienen sensibilidad social nula y poco les importan los pedidos formulados por Macri.
El objetivo de los prestamistas es garantizarse el cobro de sus deudas en un escenario internacional impredecible.
Mientras eso no esté asegurado, en un escenario de dólar alto, guerras comerciales y crédito casi nulo, serán cada vez más reacios a apostar por una Argentina donde las cuentas públicas son un talón de Aquiles.
Recesión, dólar y tasas por las nubes
Una economía semi paralizada, y dólar y tasas por las nubes, auguran un escenario muy complicado para los próximos meses.
Si bien el presidente intenta relativizar el nivel alcanzado por el dólar -“No pasa nada, tranquilos”, dijo-, el impacto de la nueva escalada de la divisa no hará más que profundizar la escalada de precios.
Que el dólar orille los $31 vaticina más problemas para una economía en recesión.
Continuará metiendo presión sobre la inflación y esto derivará en que los consumidores sigan achicando sus niveles de gasto.
El mismo efecto negativo están teniendo las tasas de interés por las nubes, del 45% en la última licitación de Lebac, que continúan virando el perfil de la economía hacia los negocios financieros.
El principal problema de la Argentina es que todas las tensiones internacionales parecen perjudicarla en demasía, mientras las buenas noticias del mundo no se traducen aquí en grandes avances.
Sea la “guerra comercial” entre Estados Unidos y China, la escalada del petróleo o la devaluación turca, todo conspira para que el país no pueda levantar cabeza.
Por las razones que fuera, el gobierno debería comenzar a bucear más a fondo en las razones por las que la Argentina está sumida en la desconfianza, a pesar de las señales pro mercado que desde la actual administración se vienen dando.
(*): Especial para NA.
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