Hacía falta que se llegara al año 2016, bicentenario de la Independencia dictada en el Congreso de Tucumán de 1816, para que se cumpliera con afirmación de una dependencia inaudita, como ha sido el dictado del decreto del Poder Ejecutivo 594/2016, y publicado el 19 de abril pasado.
Cuando se habló de la refinanciación de la deuda con el plan de pago del 2005 y luego su posterior del 2010, que desembocó en el proceso judicial ante el juez Griesa, en Nueva York, el embargo de la fragata Libertad, pudimos conocer algunas de las cláusulas por las cuales quedábamos a merced de la legislación norteamericana, y que desembocaron en una sentencia dictada por este juez, y confirmada luego por la Apelación por las cuales Argentina era obligada a pagar lo que los denominados fondos buitres habían demandado.
Nos quisieron distraer entonces pretendiendo hacernos creer que esos créditos eran en realidad de usura y no se entendía porque razón la República había cedido soberanía a favor de las leyes y de los tribunales extranjeros, así aparecieron las clausulas “acción colectiva” las “pari passu”, y “del acreedor más favorecido”.
Luego que se cumpliera con la sentencia dictada, los negociadores de la deuda en virtud de este decreto dictado por Mauricio Macri, volvieron a reincidir en la misma torpeza por no utilizar una expresión más lapidaria. La experiencia vivida no sirvió de nada, y los eternos y permanentes negociadores de la deuda argentina, aunque en apariencia parecieran diferentes nombres, todos absolutamente todos actúan de la misma manera, la enajenación de la soberanía nacional nada más ni nada menos en materia financiera, cuyo poder mundial ya sabemos que alcance tiene y nos lo hacen sentir de una manera sistemática y sin contemplaciones. Antes lo disimulaban hoy lo dan a conocer abiertamente, seguimos sometidos, seguimos dependientes de los jueces y leyes norteamericanas, y hasta festejamos que la entrega haya sido en orden y sin dificultades.
Pero la cuestión tiene otra cara, y la venimos arrastrando desde 1976 con la política desplegada por Martinez de Hoz, y los secuaces que le sucedieron sin solución de continuidad, que endeudaron a la Nación en una cifra directamente astronómica e incomprensible y se consumó uno de los mayores despojos de la historia al reunir en una sola, la deuda pública a la que se les agregó, la deudas contraídas por empresas privadas, que todavía seguimos pagando todos los argentinos, haciéndonos los distraídos, cuando no los indiferentes ante el proceso iniciado por Alejandro Olmos, que culmino luego de varios años con la sentencia del juez Ballestero, que determinó sin titubeos que solo un tercio de la deuda era legítima, por lo tanto dicha cifra debía de ser revisada por un tribunal internacional que determinara la veracidad de los expresado en esa sentencia.
Una deuda perpetua
Pero todo sigue y así vamos endeudándonos y convirtiendo una deuda ilegítima en la pesada carga de afrontar su pago solo con más deuda, por lo que no es descabellado decir como expresa un luchador e investigador de la deuda pública argentina como es Héctor Giuliano que habla de la deuda externa perpetua, pagamos si pero contrayendo más deuda.
Y no se diga que no se puede revisar una deuda ilegítima a nivel internacional, porque una deuda de estas características es imprescriptible, dígase de lesa humanidad, porque está condenando al hambre a una mayoría silenciosa del pueblo argentino. Los auditores del BCRA de entonces elevaron un informe al Jefe del Departamento de Deuda Externa Carlos Melconian, que no confirmó las objeciones de los inspectores en razón de que si lo hacía la deuda no se consideraba registrable y el Estado Argentino dejaba de asumirla como propia.
Que distinta conducta tenemos cuando de dinero se trata en el orden personal, somos capaces de resistirnos hasta con violencia para aquel que pretende cobrar más de lo que corresponde, pero son absolutamente apáticos e indiferentes frente a una escandalosa deuda que tenemos que pagar entre todos.
Se dice y se dice con verdad que cuando queremos que las cosas cambien, debemos recurrir a otras formas en este caso de la deuda a otras personas que sean capaces de defender los intereses de todos los argentinos, para lo cual debemos hacer un pequeño y no muy extenso número de nombres y apellidos desde Martínez de Hoz hasta hoy, que ocuparon puestos en economía o finanzas, en el BCRA en el Banco de la Nación en el Banco Provincia de Buenos Aires y nos vamos a encontrar con la sorpresa de que varios de aquellos, que ocuparon cargos de consejos de bancos directos y similares, figuran hoy conformando los espacios actuales aunque algunas veces con cargos diferentes.
Como pueblo deberíamos afrontar la responsabilidad de cuidar y proteger a nuestros hijos a nuestros nietos, que si no lo hacemos nos han de reprochar permanentemente preguntándonos ¿que hiciste padre o abuelo por nosotros ante este escándalo incomprensible de la deuda?
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