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Deportes 14 de julio de 2018

Un viaje de Rusia a Qatar

Desde el país más grande del Mundial al más chico. La presentación de Qatar 2022 se hizo durante toda esta semana en un predio que la organización montó en el maravilloso Parque Gorki de Moscú.

Por Vito Amalfitano

Desde Moscú, Rusia

Desde el país más grande del Mundial al más chico. Desde algunas de las ciudades con más rica historia a una que aún no existe. Desde la Copa del Mundo dónde todo es gigante a la que comprimirá al mínimo duración y distancias. El viaje extraño del fútbol: de Rusia 2018 a Qatar 2022.

Será difícil igualar esto. A la historia de los mundiales le cuesta equiparar también la magnificencia, el brillo y la perfección de esta Copa. Sencillamente porque quizá ningún país puede ponerse a la altura de Rusia y pocas ciudades mundialistas al nivel de Moscú y San Petersburgo. En organización en general y transporte, solo Alemania supera a Rusia en la historia de los mundiales modernos.

Aquí fue el país más grande para un gran Mundial, independientemente de lo futbolístico, que igual fue bastante bueno.

Lo de los trenes FIFA, para periodistas e hinchas, funcionó bien, aunque es incomparable con Alemania que tuvo todos los trenes a disposición de la prensa y con una frecuencia que no se puede superar, tanto que no fue necesario reservar plazas. Aquí en cambio, el servicio fue únicamente entre sedes y previa reserva en FIFA por partido y según lugares disponibles . Pero la gran noticia es que volvieron al Mundial los trenes, después de dos turnos con dificultades para el transporte, sobretodo en Brasil.

Pero si hablamos de frecuencias, lo que realmente marcó el pulso del Mundial y dio un salto de calidad y cantidad fue el metro. Un sistema circular de subtes, el de Moscú, único en el mundo. Para un medio que transporta nueve millones de personas por día, llevar a los hinchas del Mundial fue un juego de niños. Cada 40 segundos llega uno, no hay que correr para alcanzar ninguno, se viaja cómodo aún en hora pico, por la frecuencia y la cantidad de vagones. Aquí el transporte le facilita la vida a la gente. Podés ir de Ezeiza a Lanús y pasar por Olivos y volver y salir para Aeroparque y volver a Quilmes, todo con un mismo pasaje y sin salir de las estaciones. “Pesada Herencia” soviética. De solo mirar el mapa parece genial, pero además lo tuvieron que construir.

También el metro es impecable en Nizhny, Kazán y San Petersburgo, dónde se agregó una línea que “te deposita” directamente en el estadio de Zenit.

La otra gran novedad y que obligará a futuros mundiales a implementarla es el “Fan ID”, la credencial del hincha, que tiene a todos registrados. Evita “barras” y limita la reventa. Para comprar un ticket de manera “informal”, a otro que lo venda más alto, antes el que lo recibe debió haber adquirido al menos una entrada de manera oficial, porque sin un número de ticket no se puede tramitar el “Fan ID”, que es el que sirve para acercarse a los estadios, e incluso para viajar en los trenes de FIFA.

A todos los detalles positivos organizativos, la seguridad prácticamente total y la limpieza, de Rusia hay que agregar, y fundamentalmente, la cordialidad de su gente.

En Qatar no se sabe como será la respuesta de sus habitantes pero tampoco siquiera cómo será la ciudad en la que se disputará el partido inaugural y la final, el 18 de noviembre y el 21 de diciembre respectivamente, porque sencillamente no existe. Aunque parezca de ciencia ficción, se pasará de un Mundial que se disputa en ciudades legendarias, de las de más historia de la humanidad, a una ciudad absolutamente nueva que ni siquiera nació.

Se trata de Lusail, la ciudad que se terminará aparentemente en febrero de 2019. No es que se va a hacer un estadio nuevo, ¡sino directamente una ciudad!. Con una inversión millonaria.

La presentación de Qatar 2022 se hizo durante toda esta semana en un predio que la organización montó en el maravilloso Parque Gorki de Moscú. Quizá para aclimatarse al calor del país del próximo Mundial, hay que caminar mucho, demasiado, bajo el sol, en el Gorki, para llegar hasta allí. El viernes, además, el dispositivo de seguridad fue inusual porque llegó el Príncipe de Qatar para ver una exhibición de fútbol con chicos de los ex futbolistas Drogbá, Karembeu y el franco argentino David Trezeguet. Pero, justamente por el hermetismo reinante, ni siquiera se pudo hablar con ellos de lo que significaba esta tercera final para Francia en 20 años.

Todo lo que insinúa Qatar parece tan comprimido como lujoso, tan misterioso como pintoresco, a la luz de las vestimentas y las bebidas en ese stand de recepción de Qatar en Rusia.

De Rusia a Qatar hay un abismo. Mucho más grande que el enorme Parque Gorki que atravesamos para llegar al próximo Mundial.

@vitomundial