Diez reglas de tránsito que pocos conocen
Mar del Plata es la ciudad argentina con mayor cantidad de vehículos por habitante. Sumado a la falta de formación de los conductores, los accidentes de tránsito representan un peligro que todavía no encuentra solución.
por Agustín Marangoni
En Argentina mueren 7200 personas por año en accidentes de tránsito. En la provincia de Buenos Aires, casi 3000. Y en Mar del Plata, la cifra del año pasado superó las 40 tragedias fatales. Este verano, el promedio aumentó: hubo una muerte cada dos días en General Pueyrredon y la zona. El número es demencial y está directamente enlazado a dos problemas a resolver. Por un lado, la cantidad de autos que circulan. Mar del Plata tiene un parque de 450 mil vehículos a motor para 630 mil habitantes. Y sigue creciendo. Esto representa más de un vehículo cada dos personas. Más del doble del promedio nacional. Por otro lado, el comportamiento inadecuado de los conductores por falta de educación vial, falencias de infraestructura y ausencia total de campañas de concientización.
Marcos Basualdo, titular del Observatorio vial del municipio, explica que este año se está registrando un promedio de 120 siniestros con lesionados por mes, en accidentes de tránsito. Para el caso de los fallecidos todavía no hay una cifra exacta. Extraoficialmente, se habla de más de 30 casos.
Hay decenas de reglas de tránsito que no se respetan, muchas fundamentales. Tal vez sea por desconocimiento. Pero es más probable que el caos general de las calles marplatenses arrastre a los conductores a hacer lo que se pueda para asegurar su supervivencia. La tendencia toma un efecto bola de nieve y se hace muy difícil de detener cuando toma una dimensión cultural. Lleva años desarticular una mala costumbre. No alcanza con un régimen de multas, por más caras que sean.
En el curso teórico obligatorio para sacar el registro de conducir –dura tres horas, finaliza con un examen multiple choice y se complementa con la lectura de un manual de 68 páginas que se descarga de internet– los encargados de dar las charlas técnicas son sinceros. Explican que la gran mayoría de los conductores no respeta la legislación vigente y que cualquiera que quiera respetarla se va a exponer a situaciones graves de peligro. Su función como formadores –aseguran– es que de a poco se tome conciencia de la importancia de corregir el tránsito. La clave está, como primer paso, en modificar las conductas individuales.
En ese curso se enseñan reglas que parecen diseñadas en otro planeta. El siguiente es un listado de diez reglas vigentes que casi nadie conoce o, directamente, no respeta:
– En las encrucijadas, la prioridad de paso siempre es del que tiene la derecha, incluso para el vehículo que va a cruzar una avenida. Según la Ley Nacional de tránsito N° 24.449, el que avanza por la avenida tiene que frenar –a cero si es necesario– y dejar pasar al que tiene la derecha.
– En una rotonda, la prioridad absoluta de paso es para el que circula dentro de la rotonda. El resto de los vehículos están obligados a frenar y retomar la marcha recién cuando la rotonda está vacía. Los atascamientos que se producen en los cruces de la avenida Champagnat son el ejemplo exacto de lo que no se debe hacer.
– Cuando se forma una fila de autos en una encrucijada, los autos deben cruzar de a uno por vez. Primero un auto que tiene la derecha, después uno de la izquierda, después otro de la derecha y así sucesivamente hasta que se libere el tránsito.
– El conductor no puede utilizar su teléfono celular, ni siquiera en los semáforos cuando el tránsito está detenido. Tampoco está autorizado el sistema de manos libres. Está demostrado que el conductor al conversar deja de percibir el 40% de las señales, la velocidad media de reacción baja un 12% y el ritmo cardíaco se acelera cuando ingresa una llamada o un mensaje. Lo correcto es apagar el aparato y volver a encenderlo cuando termina el recorrido.
– Los choferes profesionales –taxistas, remiseros, colectiveros, etcétera– tienen tolerancia cero de de alcohol al conducir, incluso cuando están fuera de servicio y en sus autos particulares.
– Taxistas, remiseros y pasajeros tienen prohibido fumar a bordo del vehículo. Sin excepción y en cualquier circunstancia. El chofer ni siquiera puede fumar cuando está solo adentro del coche esperando un viaje. El conductor particular todavía está autorizado a fumar dentro de su vehículo privado, aunque en pocos meses se reformaría el Código de Tránsito bonaerense (decreto 532/09 Ley 13.927) y se va a prohibir también.
– Al momento de estacionar está prohibido empujar a los vehículos ya estacionados. Es obligatorio guardar entre los coches una distancia mínima de 30 centímetros por lado. Si la distancia es menor, el conductor debe buscar otro lugar para estacionar.
– Está terminantemente prohibido tocar bocina en la vía pública, salvo en casos de peligro extremo. Por ejemplo, para evitar un accidente de tránsito inminente.
– Está prohibido transitar con vidrios polarizados o tonalizados. Tampoco se puede circular con los paragolpes por debajo de los 33 centímetros de altura, medidos desde el nivel de la calle. El polarizado disminuye la visión del conductor. Y la altura del paragolpes puede generar un golpe mortal en el caso de embestir a un peatón.
– Los conductores de vehículos privados tienen que darle prioridad a los movimientos de los colectivos de transporte urbano, porque sus puntos de frenado varían de acuerdo al horario y a clima. Según el artículo 54 de la Ley Nacional N° 24.449, entre las 22 y las 6 de la mañana, y durante los días de lluvia, el descenso de pasajeros se habilita en cualquier lugar de la cuadra, aunque no coincida con la parada establecida. Tanto en calles como avenidas. El mismo beneficio es permanente para personas con movilidad reducida, por ejemplo embarazadas y pasajeros con capacidades diferentes.
Según Basualdo, los conductores conocen lo que exige la teoría. El problema es que no toman conciencia y no lo aplican en la práctica. “Los problemas en la seguridad vial tienen causas múltiples. Por lo tanto, las soluciones también son múltiples. Hay que trabajar sobre la infraestructura, los operativos de control y la educación”, señala.
Según distintos estudios internacionales, el monto de las multas modifica el comportamiento del 30% de las personas al volante. La efectividad de los operativos de control modifica un 20%. La calidad de la infraestructura, un 25%. Y la educación, un 25%. Como secuela, siempre hay un 3% de casos que no respeta absolutamente nada, a pesar de que el sistema esté correctamente ensamblado y en funcionamiento. En Mar del Plata, por ejemplo, se llegaron a computar casos de 14 reincidencias en alcoholemia. “De a poco también nos vamos aggiornando a las nuevas exigencias y avanzamos legalmente para retirar y anular registros de por vida”, explica el titular del Observatorio vial.
Mientras, el tránsito de Mar del Plata sigue siendo un terreno de alta peligrosidad. Y una cuenta pendiente desde la esfera política.
Foto 1: archivo Diario Clarín
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